miércoles, septiembre 13, 2006

PENSAMIENTO CRÍTICO VIRTUAL (PCV)
No. 17 . Septiembre 1-15, 2006
Una Publicación quincenal de
ECOPAIS - ATISBOS ANALÍTICOS
Se actualiza el 1 y 15 de cada mes a las 6.30 p. m

Carátula del libro de Alejo Vargas. Ver numeral 6

Los Maestros Gerardo Molina (der.), ver numeral 7, y Orlando Fals.

CONTENIDO:
(Para ir directamente al texto que le interese, clic en la parte inicial de cada título. Al final de cada texto, clic en Volver al inicio para regresar a este CONTENIDO)

1.- UN SOCIALISMO PARA EL SIGLO XXI . Por François Houtart
2.- “LOS ARREGLOS CON LAS AUC O CUANDO SON LAS VÍCTIMAS LAS QUE PAGAN A LOS VICTIMARIOS LOS COSTOS DE UN ENDEBLE E INCIERTO DESARME." Por Humberto Vélez Ramírez
3. - HORAS BAJAS. Por Juan Diego García
3 A.- "DE LA UNIÓN PATRIÓTICA AL POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO". Por Restrepo Guillermo, PROFESOR DE UniValle, guires@epm.net.co
4.- EL CUENTO DE LA SEPARACIÓN DE LOS PODERES Por Alcibíades Paredes
5.- LAS PERSPECTIVAS DE AMÉRICA LATINA Y LAS POSICIONES DE GOBIERNOS Y PARTIDOS DE IZQUIERDA. Entrevista de Emanuelsson Dick a James Petras,
6.- “NEGOCIACIÓN O GUERRA”, El CASO DEL ELN, Presentación de un libro de Alejo Vargas, Por Ricardo Sánchez,
7.- “RECORDANDO AL MAESTRO MOLINA” Por Rubén Darío Acevedo,
8.- “LA NUEVA IZQUIERDA DE AMÉRICA LATINA” Por Hernando Gómez Buendía
9.- UNA TARDE DE AGOSTO EN LA HABANA... sobran más comentarios. Por Carlos Tena
10.- AUTOCRACIA PARTICIPATIVA. Por Rafael Rincón

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1. - UN SOCIALISMO PARA EL SIGLO XXI
François Houtart Sociólogo, sacerdote, director del Centro Tricontinental. Bélgica. http://attac-info.blogspot.com/2006/09/un-socialismo-para-el-siglo-xxi.html Saturday, September 02, 2006 (reproducido en http://www.rubenroa.com.ar/?p=261 )
Gentileza, osdelgad@urosario.edu.co
El socialismo es un proyecto antes de ser un concepto. Por esta razón es necesario abordar el contenido, como paso preliminar a la utilización de la palabra. De hecho ¿qué es el socialismo hoy? ¿Se trata del estalinismo, del maoísmo, de Pol Pot, de la social democracia, de la tercera vía?

Estamos en plena ambigüedad, lo que exige un nuevo cuadro de reflexión.
Sin embargo, hay una gran urgencia frente a la destrucción social y ambiental provocada por el modelo económico contemporáneo.
La hegemonía global del capitalismo, en su forma neoliberal, no solamente fue edificado sobre nuevas bases materiales (las tecnologías de información y de comunicación) sino que permitió universalizar la subordinación del trabajo al capital (subsunción, según Carlos Marx).

No solamente se trata hoy de una subordinación real (es decir dentro del proceso mismo de la producción vía el salario), sino también formal, es decir por medios financieros: precios de las materias primas y de los productos agrícolas, deuda externa, paraísos fiscales, fiscalidad interior promoviendo la riqueza individual y por medios jurídicos: normas de las organizaciones internacionales, como el FMI, el Banco Mundial, la OMC.

Este último tipo de subordinación afecta a todos los grupos humanos tanto por la destrucción ambiental, como por la sumisión a la ley del valor. Hoy día, los pueblos indígenas están afectados en su posibilidad de supervivencia, por la explotación de los bosques o la destrucción de la biodiversidad; las mujeres son las primeras víctimas de la privatización de la salud, del agua, de la electricidad; los pequeños campesinos son las víctimas de las empresas transnacionales del agrobusiness.

De hecho, es la vida de la humanidad en su conjunto que está agredida. Las consecuencias culturales y sociales son profundas, porque este proceso agudiza las contradicciones dentro de todas las relaciones sociales, no solamente por una desigualdad económica y social creciente, sino por un aumento de los conflictos de género, de razas o de castas.

Por estas razones, el proyecto nuevo debe empezar por una deslegitimación clara y radical del capitalismo, en su lógica misma y en sus aspectos concretos en cada sociedad.
La conciencia que no se puede humanizar el capitalismo constituye la base de un nuevo proyecto concreto. A este propósito, podemos proponer tres niveles de reflexión: el nivel de la utopía (¿qué sociedad queremos?); los medios y finalmente las estrategias.

Trataremos de aplicar estos tres niveles a los varios componentes de la realidad humana: ecológicos, económicos, políticos y culturales y de proponer de manera muy sintética, una serie de hipótesis como base de discusión.

1. Los objetivos o la utopía

¿Qué sociedad queremos? Esta pregunta puede aparecer muy general, un conjunto de ideas abstractas, un sueño. Pero seríamos todavía seres humanos si se suprimiera la capacidad de soñar.

Queremos vivir en una sociedad humana de cooperación y paz. Ya eso significa que no queremos vivir en un mundo de pura competitividad y de agresión. Desde su inicio tal perspectiva introduce la contradicción con la sociedad neoliberal. Para definir de manera más concreta lo que podemos llamar la utopía, se puede distinguir cuatro objetivos o principios, según las dimensiones citadas ecológicas, económicas, políticas y culturales.

1) Prioridad de una utilización renovable de los recursos naturales Existe una simbiosis fundamental entre la naturaleza y el ser humano. La naturaleza es fuente de vida (la pachamama, tierra-madre, como dicen los pueblos indígenas de América del Sur). No se puede agredirla ni destruirla, sin atentar a la vida humana.

La naturaleza no puede ser explotada en función de una racionalidad puramente instrumental, característica del tipo de modernidad vinculada económica y culturalmente con el capitalismo. Ella resulta en su destrucción progresiva. El ''grito de la tierra'', como escribe Leonardo Boff, se llama hoy: desertización, deterioración del clima, gripe aviar, sida...

Este principio de la prioridad de la utilización renovable, significa el rechazo de producciones y actividades destruyendo de manera durable el ambiente natural. El uso de recursos no renovables será el objetivo de una gestión colectiva asegurando su racionalidad. Sin embargo, este principio forma solamente una parte de la realidad y debe entrar en correspondencia con las lógicas que siguen.

2) Predominio del valor de uso sobre el valor de cambio
Esta distinción, hecha por Carlos Marx, es útil para pensar el futuro.
El valor de uso es lo que contribuye a la calidad de la vida humana en todas sus dimensiones. El valor de cambio es el mercado, que tiene una función subordinada al valor de uso.

Sin embargo, dentro de la lógica del capitalismo, el mercado domina hoy no solamente la actividad económica, sino toda la organización colectiva de la vida humana. Para el capitalismo no existe valor económico, si el trabajo, los bienes y los servicios, no se transforman en mercancías.

Es lo que se llama la imposición de la ley del valor, que según Franz Hinkelammert, significa el fin del sujeto. Los seres humanos están sometidos a esta ley que invadió la realidad social, sometiendo la humanidad en su totalidad a la lógica del capitalismo. Es por eso que Karl Polanyi, economista estadounidense, historiador del capitalismo, concluye a la necesidad de reinsertar la economía en la sociedad.

3) Participación democrática en todos los sectores de la vida colectivaLa participación democrática, es decir el poder de decisión del sujeto humano, no puede ser limitado al sector político. En este sentido, se puede decir que toda la realidad es política, empezando por la economía. El principio de la participación democrática tiene que aplicarse a todos los niveles de la vida humana colectiva, desde el local, hasta el global.

4) Interculturalidad Todas las culturas participan a la vida cultural y espiritual de la humanidad. Ninguna de ellas puede ser eliminada o marginalizada. Eso incluye todas las expresiones culturales, el derecho, la ciencia, las religiones y las espiritualidades. Las transformaciones que derivan de intercambios, de enriquecimiento mutuo son bienvenidas, porque la cultura no es estática.

Sobre la base de estos cuatro principios se plantea el problema de los medios.

2. Los medios
No basta con afirmar principios. Construir otra sociedad significa aplicar medios para que estos principios puedan ser realidad.

1) La relación con la naturalezaPara realizar el primer principio de predominio de una utilización renovable, podemos proponer tres medios principales. El primero es la apropiación pública de los recursos naturales esenciales para la vida, como el agua, las semillas, el aire. Estos recursos constituyen el ''patrimonio de la humanidad'' y deben escapar de la ley del valor, tal como está definida por el sistema económico capitalista.
La revalorización de la agricultura campesina es otro medio necesario. Se trata de luchar contra la concentración productivista de la tierra o de los productos agrícolas en manos de empresas transnacionales, que destruye la naturaleza, sin hablar de los desastres sociales y de promover una agricultura orgánica. En tercer lugar, viene la tarea fundamental de regeneración de la atmósfera, de los suelos, de las aguas y finalmente del clima.

2) El predominio del valor de uso sobre el valor de cambioExisten varios medios para realizar este predominio. Solamente queremos señalar algunos de ellos.
- Promover la producción orientada hacia la mayoría de las poblaciones, con la utilización de instrumentos públicos, lo que se opone al modelo de desarrollo actual que favorece un crecimiento económico espectacular de solamente 20% de la población. Eso es la consecuencia de la lógica del capitalismo, que necesita de generar fuertes poderes de compra de una minoría para absorber una producción sofisticada, contribuyendo así a la acumulación del capital.

- La introducción de elementos cualitativos en el cálculo económico, como el bienestar (la calidad de vida), el entorno ecológico, la seguridad alimentaria. Las decisiones serán muy diferentes, si se tomara en cuenta estos elementos en los cálculos de los costes de producción y de intercambio.

- Limitar la influencia del capital financiero, por un impuesto sobre los flujos internacionales, la abolición de los paraísos fiscales y del secreto bancario y la supresión de la deuda externa de los pueblos del Sur.

- Abolición de las patentes en su forma actual y adaptación del derecho de autor, para evitar el monopolio de las transnacionales.

- Revalorización de la empresa como lugar de trabajo común a fines sociales y no como fuente de riqueza para los accionistas.

- Reconocimiento y valorización de los empleos no reconocidos (mujeres en el hogar) o desvalorizados (servicio social, servicio de salud) y creación de empleos para sectores cualitativos de interés colectivo (mejoramiento de la calidad de vida, servicios personales, etc.).
- Constitución de un seguro social generalizado bajo control público.
- Revalorización del servicio público, como servicio a la colectividad y no como atención a clientes

3) El principio de la democraciaLa democracia no es solamente un fin, sino también un medio. En este sentido se debe extender la democracia representativa a todos los niveles de la actividad colectiva, incluyendo el sector económico. Sin embargo, se necesita también la promoción de la democracia participativa o directa como incremento del control popular en los mismos sectores. No se trata solamente de la dimensión territorial (pueblos, barrios, aldeas), sino también de las empresas y de las administraciones.

4) El principio de interculturalidadLos medios en este sector son también diversos, con prioridad a los siguientes:
- Afirmar y concretizar el derecho de los pueblos frente al derecho de los negocios, lo que significa un cambio fundamental de la filosofía de los organismos internacionales, financieros y comerciales.
- Protección de las culturas por medidas adecuadas en los diversos sectores de sus expresiones.
- Socialización de los resultados de la ciencia, sin monopolio industrial o particular.
- Afirmación de la laicidad del Estado, como base del diálogo filosófico y espiritual y del ecumenismo.

3. Las estrategias

Para poder aplicar los medios susceptibles de concretizar los principios, hay varios niveles de estrategias.
1. Deslegitimar el capitalismo, como expresión de una modernidad deshumanizante, lo que significa la utilización de todos los espacios posibles para el desarrollo de un pensamiento crítico en los sectores de la economía, de la ecología, de la política y de la cultura. En este sentido, los foros sociales han cumplido con un papel importante, el desarrollo progresivo de una conciencia colectiva.
2. Acelerar la creación de actores colectivos al nivel global, vía redes de resistencia (un ejemplo es Vía Campesina).
3. Renovar el campo político de la izquierda, con la convergencia de varias organizaciones políticas (no se puede pensar a un partido único detentor de toda la verdad) y la centralidad de la ética en las prácticas políticas.
4. Promover la emergencia de un nuevo sujeto histórico, que no será solamente constituido por los trabajadores asalariados, sino por todos los grupos afectados en su vida por el sistema capitalista: pequeños campesinos, mujeres, pueblos autóctonos, etc.
5. Buscar la centralidad de la ética como actitud colectiva e individual, en coherencia con la utopía, lo que implica una institucionalización de los procesos sociales y políticos como base de los comportamientos individuales y una redefinición permanente de los aspectos concretos de la ética, con la contribución de todos.
Podemos concluir que si es eso que llamamos socialismo, se trata de un proyecto profético y constructor, capaz de contradecir la ''barbaridad'' y de traducir en un proyecto post-capitalista a la vez la defensa de la dignidad humana y el amor al prójimo.
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2. "LOS ARREGLOS CON LAS AUC O CUANDO SON LAS VÍCTIMAS LAS QUE PAGAN A LOS VICTIMARIOS LOS COSTOS DE UN ENDEBLE E INCIERTO DESARME. “
Atisbos Analíticos No 70, Cali, Septiembre 2006, Humberto Vélez Ramírez
Ponencia presentada al primer Encuentro de Intercambio de Experiencias de Integración del DIH en los Círculos académicos” , Cali, 14-15, septiembre 2006.

INTRODUCCIÓN

Como académico y ciudadano, de entrada, en lo analítico-moral me siento obligado a tomar posición de cara a las tesis planteadas por el colega historiador Rubén Darío Acevedo en su último Ensayo “Perdón o Venganza” en relación con el proceso de diálogos Gobierno-Auc (1). Para no abundar precisando, destaco tres asuntos. Primero: tan deseable y necesaria es una negociación con las guerrillas como un arreglo con las Auc. Segundo: moralmente ningún actor de la guerra es superior a otro, pues cada quien en su intimidad definirá cuáles son los alcances morales de sus formas degradadas de acción. Y tercero: los marcos sociales de las relaciones de las guerrillas y de los paramilitares con el Estado son de naturaleza distinta. Mientras en el caso de las Auc se trata de sujetos, entre adversarios- amigos, dialogando y arreglando con un Estado, entre adversario-amigo, en el de las guerrillas se está en presencia de enemigos negociando con un enemigo. Esto para decir que como los paramilitares nunca confrontaron al Estado, entre ellos y éste no encaja una genuina negociación. En cambio, sí caben variados arreglos y acuerdos en cuyos ámbitos políticamente son posibles las concesiones que no desvanezcan los crímenes de lesa humanidad ni se pasen por la faja la más satisfactoria reparación de las víctimas.

El reino de la política, y la ley de Justicia y Paz es una herramienta más política que judicial, no es el espacio de la ciencia donde procuramos aproximarnos a unos conocimientos válidos “caigan a quién les caiga”, si no, más bien, el ámbito de las relaciones de fuerza donde de modo necesario, y casi inconciente, se tiende a favorecer a los amigos, a tratar con suavidad a los adversarios, así como a golpear con tozudez a los enemigos.
Dentro de las alternativas de experiencias de integración del DIH en los círculos académicos, la presente Ponencia se ubica en la línea de “Investigación sobre Temas relacionados con el Conflicto armado”.

Ha transcurrido ya una década desde que en la Universidad del Valle inicié un programa de investigación que, en el camino, se fue transformando en un proyecto permanente de estudio sobre los problemas del “Estado, la Guerra y la Paz” en la sociedad colombiana. Guerra cuyo final vislumbramos el día en que se silencien los fusiles y podamos iniciar un programa de reconstrucción social de la sociedad colombiana. Destacamos esta acción aunque en la Universidad del Valle ha habido experiencias de modo directo más relacionadas con el DIH como fueron los diplomados realizados en la Facultad de Humanidades bajo la coordinación del Profesor Angelo Papaquini.

La mía ha sido, entonces, una experiencia investigativo-pedagógico-didáctica asociada al estudio de las Estrategias de guerra y de anti-guerra, así como de sus consecuencias perversas sobre la sociedad en general y sobre la población civil más en particular. El primer fruto de ese trabajo lo constituyó el libro “Conflicto armado en Colombia Negociación o Guerra” publicado en 1998 por la Universidad del Valle. (2) Este libro se deslizó entre una hipótesis que decía que si, en el corto plazo, no culminaba exitosa una negociación política de la guerra interna, la opción que se abriría paso sería la de una re-guerra. Desde enero del 2000- mientras poco a poco iba intuyendo una pedagogía de pensamiento comunicable alrededor de la tríada Estado-Guerra-Paz- inicié una publicación virtual llamada los Atisbos Analíticos que, con esta Ponencia, está llegando al número 70; para hablar en el viejo lenguaje, a más de mil cuartillas. Desde ese 2000, por otra parte, con una paciencia casi jacobina he venido construyendo un banco de abonados hasta llegar en la actualidad a unos ocho mil correos. De las setenta ediciones de Atisbos, cinco han estado dedicadas al tema de los Acuerdos humanitarios, catorce han examinado el asunto de las relaciones Estado-Sociedad, ocho han tenido un perfil tercamente teórico y el resto, cuarenta y tres, han examinado una dimensión u otra de la guerra, así como de sus perversos efectos sobre la sociedad como la mayor víctima del conflicto armado. Entre Atisbos y Atisbos fueron tomando forma otros dos libros: “Carta abierta sobre la Guerra en Colombia” (3) y “Pastrana, la Ciudad y la Guerra” (4) Destaco ahora el último libro, “Secuestro” (5), en el que, partiendo de un trabajo de entrevistas en profundidad sobre el plagio, así como de la confrontación de los resultados obtenidos con el casi único estudio empírico existente en Colombia sobre el tema, el de Emilio Meluk, (6) ensayamos una aproximación interdisciplinaria y pluri-metodológica a ese crimen en la sociedad colombiana. Finalmente, dedicado a la juventud y a los semilleros de jóvenes investigadores, hemos levantado un texto-borrador llamado “Colombia Siglo XXI: la Guerra y la Paz a la Luz de las nuevas Ciencias sociales”. (7) En este estudio, bajo un enfoque interdisciplinario, aplicamos al conflicto armado colombiano el llamado enfoque plurimetodológico. Ha sido así como siguiendo los parámetros de esta metodología plural, decimos que todo fenómeno social de cierta importancia debería ser objeto de la descripción tanto cuantitativa como cualitativa (para fijar sus notas dominantes), de la explicación (para desentrañar sus razones), de la comprensión (en procura de fijar, desde la Cultura, sus significados y sentidos), así como de la interpretación hermenéutica (para examinar las conductas de los actores a la luz del Derecho y de la Moral).

Entonces, en procura de alcanzar una inteligencia más rica y adecuada del conflicto armado colombiano debe hacer presencia, de modo más vigoroso, este último enfoque metodológico que es, por donde, entre otros saberes, el Derecho Internacional Humanitario hace presencia orgánica en la investigación social.

Pero, los Atisbos no han sido mi única experiencia pedagógico-didáctica sobre los complejos problemas de la guerra interna. Hace apenas seis meses, en una alianza estratégica con NTC … NOS TOPAMOS CON ... - importante revista digital cultural- creamos un nuevo espacio virtual llamado Pensamiento crítico virtual, PCV, donde quincenalmente recogemos, al lado de los Atisbos, lo que, a nuestro juicio, podemos considerar como lo de mayor importancia y calidad escrito por los académicos alrededor de la tríada Estado-Guerra-Paz. Nos estamos ya aproximando al número 17. (Ver, http://ntcblog.blogspot.com / ; http://ecopais-atisbos.blogspot.com/ )

De modo muy descriptivo, sin avanzar en evaluación alguna, dejamos así fijada esta experiencia como contexto experimental de la ya señalada Ponencia que, enunciada en una, por lo larga, casi inusual titulación, por si misma constituye ya una primera hipótesis general.

1. LOS ARTÍCULOS 14 Y 17 DEL PROTOCOLO II.

La premisa fundamental del título IV del PROTOCOLO II, artículos del 13 al 18, prescribe que la población civil, y más preciso, que los no hostiles o no combatientes gozarán de protección especial contra los peligros procedentes de las operaciones militares; por lo tanto, no pueden ser objeto de ataques siendo prohibidos los actos y/o amenazas de ejercicio de la violencia cuya finalidad principal sea la de aterrorizar. Para efectos de esta Ponencia nos interesan en particular los artículos 14 y 17. (8)
El artículo 14 textualmente prescribe (subrayados nuestros): “Queda prohibido, como método de combate, hacer padecer hambre a las personas civiles. En consecuencia se prohibe atacar, destruir, sustraer, o inutilizar con ese fin los bienes indispensables para la supervivencia de la población, tales como los artículos alimenticios y las zonas agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas y las obras de riego.”
Para efectos de esta Ponencia, destacamos así los contenidos normativos del artículo 14 que más nos interesan: “Queda prohibido como método de combate, hacer padecer hambre a las personas civiles. En consecuencia se prohibe...sustraer...con ese fin los bienes indispensables para la supervivencia de la población, tales como los artículos alimenticios y las zonas agrícolas que los producen...”.

Por su parte, el artículo 18, que nos interesa íntegro, prescribe: “No se podrá ordenar el desplazamiento de la población civil por razones ligadas con el conflicto. Si tal desplazamiento tiene que efectuarse, se tomarán todas las medidas posibles para que la población civil sea acogida en condiciones satisfactorias de alojamiento, salubridad, higiene y alimentación. No se podrá forzar a las personas civiles a abandonar su propio territorio por razones ligadas con el conflicto”.

Existe, por potra parte, un conjunto de principios en los que se inspira el Derecho de los conflictos armados de carácter no internacional ora expresamente precisados en Convenios ora existentes de modo implícito ora asociados a las costumbres humanitarias de los pueblos. Por su importancia, en este caso nos limitamos a destacar dos: 1. el principio de distinción entre combatientes y no combatientes, es decir, entre las personas que participan en las hostilidades y las personas que no participan en ellas. Al respecto, cabe destacar que a la condición de no combatientes ingresan los hostiles por razones de caídas en el combate, enfermedad y naufragio; y 2.el principio de distinción entre objetivos militares y población-bienes civiles. Con precisión el Protocolo II prescribe que los ataques sólo se pueden dirigir contra objetivos militares encontrándose éstos asociados al objetivo de la guerra que sólo es el de derrotar o debilitar al enemigo, primero, capturándolo, segundo, hiriéndolo y, tercero, matándolo. Al descender de la normatividad prescriptiva del Protocolo II a la tozuda “terrenalidad” colombiana, lo que se logra observar es un cuadro dramático de deshumanización, ilegalidad e inmoralidad: varios millones de colombianos, desenraizados de sus hogares telúricos, deambulan aguantando hambre por todos los rincones del territorio nacional. ¿Las razones? Porque los actores del conflicto armado los forzaron a desplazarse al arrebatarles las zonas agrícolas donde producían su sustento diario. Como para afirmar, la más amplia y aguda crisis humanitaria de nuestra historia nacional con una ya casi incalculable base social. !
Pero, veamos más en detalle el drama en relación con el papel que les ha cabido a los paramilitares en su génesis y evolución y consecuencias.

2. EL PROTOCOLO II- LOS PARAMILITARES- LA EXPROPIACIÓN FÁCTICA DE ZONAS AGRÍCOLAS PRODUCTORAS DEL SUSTENTO FAMILIAR COTIDIANO – EL DESPLAZAMIENTO DE DOS MILLONES DE COLOMBIANOS-LA HAMBRUNA FÍSICA Y TELÚRICO- SIMBÓLICA DE VARIOS MILLONES DE CIUDADANOS Y PROTOCIUDADANOS.

Entre algunos de estos términos del drama existe una relación lógica, sobre todo, la de la más radical violación del Protocolo II, pero, entre ellos se destaca, sobre todo, una relación fáctica, es decir, que el drama nació y se agigantó frente a las narices del Estado (que, al ser también factor de la crisis además que presumiblemente “nuestro” Estado, debe tener la máxima responsabilidad en su solución) y de más de cuarenta millones de colombianos, entre los que algunos, de modo voluntarioso pero vano, se esfuerzan por paliarlo con medidas asociadas a una precaria Cultura de lo social, la caridad y el asistencialismo. Y los responsables del drama han sido los actores del conflicto armado, en este caso, los paramilitares en particular.

Digamos para empezar, que en la relación paramilitares- apalancamiento militar del Estado-población campesina desplazada lo que ha sido inhumano e inmoral no han sido simplemente los discursos de las Auc, justificativos de un accionar militar subsidiario del Estado, si no, sobre todo y ante todo, sus conductas efectivas abiertamente violatorias del Protocolo II y contrarias a toda moral, no digamos ya cristiana, si no en general humana. En una sociedad como la nuestra que ha llegado a unos grados de “permisibilidades políticas, legales y morales” que opacan su capacidad de racionalidad, de reflexión analítica y de moral, ya no me atrevería a caracterizar ahora esas conductas como ilegítimas. Lo central consistió en que esas conductas, legítimas para muchos por la ayuda militar prestada al Estado en su lucha contra las guerrillas, marcharon por todo el país corriendo alambradas hasta concentrar en manos de los jefes paras inmensas extensiones de tierras arrebatadas a los campesinos pobres y medianos.

Cierto es que no todos los campesinos desplazados eran propietarios de tierras, pero se puede presumir que, en elevada proporción, poseían una parcela agrícola familiar. Precisamente para impedir un censo al respecto, en muchas poblaciones con una masa crítica sobre la materia, han saqueado y hasta incendiado las oficinas de Instrumentos públicos. De todas maneras, la masa de desplazados encontraba su subsistencia diaria en la explotación de una zona agrícola, propia o arrendada, y/o en la venta de su fuerza de trabajo en el mercado rural laboral. Y algo quizá tan importante como su reproducción material, su reproducción simbólica: a todos ellos les expropiaron de modo violento su centenaria cultura telúrica para expulsarlos a unos espacios urbanos, hostiles y agresivos, donde han tenido que mendigar una simple mirada o apalancarse en las meras promesas o, como último recurso, recoger las migajas caídas de la mesa de la institucionalidad limosnera. Por otra parte, tampoco se vinieron del campo huyendo del conflicto armado, al fin y al cabo desde hacía ya tres décadas lo habían venido sufriendo, si no que los obligaron a emigrar. Variadas las razones de este desplazamiento forzado, en lo básico, pueden condensarse en tres: o porque no colaboraban con ellos o porque, en la práctica, los asumieron como “sospechosos” porque habitaban zonas donde las guerrillas habían conformado un anterior gobierno informal guerrillero o simplemente porque los jefes paras venían acumulando tierras constituyéndose ellos en un escollo para ampliar los linderos.

Aunque la información estadística sobre el desplazamiento forzado es muy variable e imprecisa, ha sido CODHES, por su condición de organización especializada en el tema, la organización que ha manejado las cifras más confiables. Para el año 2005, usando metodologías técnicas ya probadas, calculaba que, acumulados, en Colombia había dos millones de desplazados. (9)

2. DESVANECIDAS, LAS MASAS QUE HUYEN CONTRIBUYEN A LA EVAPORACIÓN DE LO SOCIAL

Despojados de sus parcelas y desenraizados de su cultura telúrica, los desplazados se encuentran disociados de toda forma protectora de poder institucional. La guerra con sus perversas consecuencias los ha recolocado en una especie de estado presocial- es eso lo que podría entenderse por la disolución de su tejido social- en el que “solos y solitarios”, “insólidos y aguados” hasta la autoridad familiar les ha hecho crisis aunque, aparentemente “unidos”, huyan por todos los vericuetos de la geografía nacional procurando “trasladar” su ancestral cultura, cada día más babosa, fugitiva y descompuesta. Para condensar digamos que in vitro y como amarga experiencia de una sociedad guerrera y hasta casi inmune frente a los perversos efectos de una guerra de nunca acabar, ese desplazamiento en masa de campesinos es la ilustración más gráfica de “la sociedad ilíquida” de la que nos hablara el sociólogo Baumant (10): aquella sociedad de la que sólo van quedando las apariencias, pues la fractura de los nexos sociales la ha desbaratado. Al estar aconteciendo ello así y, por lo tanto, al haberle perdido el miedo a la hambruna física y simbólica de un colectivo de dos millones de compatriotas no ciudadanos; al haberle perdido el miedo hasta a la misma muerte, Colombia se encontraría a las puertas de su propia sepultura a no ser por el aire vívido que le insufla la más vital e histórica pluralidad de culturas. Como para intentar salvarnos retornando, en la línea de Fals Borda, a nuestros orígenes de mestizos, negros e indígenas.

Ha sido así como la relación víctimas-victimarios ha fraguado una relación de poder elevadamente asimétrica a favor de los segundos quienes, poderosos y prepotentes, en la etapa postSanta Fe del Ralito en medio de aplausos sociales ingresaron a la institucionalidad en contraste con los primeros, re-víctimas hasta de su propia impotencia. Contrastante situación ésta con la ostentación faraónica desplegada por las tres docenas de exjefes paramilitares en suntuosas tabernas y en costosos Centros comerciales a plena luz del día y en las narices mismas del autoproclamado gobierno de “la ley, la autoridad y el orden”. Como escribió Alfredo Mantilla en “El Colombiano”, “La semana pasada cuando varias publicaciones hicieron referencia al estilo de vida que estaban llevando varios jefes paramilitares, sentí un enorme pesar por nuestro país...*es la forma de salvar el proceso*, es la manida frase con la que el gobierno justifica la genuflexión de la institucionalidad ante la desfachatez de estos barones modernos del narcotráfico y el terror. Mientras esa chanfainita se pone de ruana al país miles y miles e desplazados tiene que conformarse o con la indiferencia o con las promesas o con las harinas de pan y de buena voluntad”. (11) La situación llegó a tal extremo que el Presidente Uribe, acostumbrado a pasar por alto la parte perversa de su Estrategia de Seguridad democrática, los paró en seco amenazándolos con extraditarlos a los Estados Unidos si en una cantidad de horas no precisadas no se concentraban en unas prisiones “seguras, dignas pero adustas”. Fue ésta una decisión determinada por la desfachatez en si misma, por el escándalo interno que empezaba a tomar forma, pero, sobre todo y ante todo, por las críticas formuladas por el gobierno de los Estados Unidos.

3. EL DESPLAZAMIENTO COMO UN CAPÍTULO CENTRAL DE LA HISTORIA DEL CONFLICTO ARMADO

En lo metodológico, es decir como forma de diálogo con él, este desplazamiento masivo de campesinos no puede desarticularse de la situación del conflicto armado en su etapa actual, ni mucho menos de su propia historia, vale decir, de las razones que lo forzaron ni de las consecuencias que generó. Intentemos, por lo tanto, ubicar el conflicto armado en un punto, por lo menos, pertinente y relativamente representativo de su actual estado. Por economía de tiempo, me limitaré a fijar en grandes tesis, o mejor, hipótesis, el disco duro del asunto.
En contraste con lo que en un principio, como publicidad sicosocial, se anunció- que en 18 meses las guerrillas serían derrotadas o, por lo menos, colocadas en una situación militar de casi obligada capitulación- hasta este 2006 no ha sucedido ni lo uno ni lo otro. Esto no obstante, la promesa surtió importantes efectos en dos direcciones destacadas: en primer lugar cohesionó, más emocional que racionalmente, al 60%, no digamos de colombianos pero sí de votantes, alrededor de la Estrategia de Seguridad democrática, porcentaje que se afinó en el caso de la reelección; y en segundo lugar, produjo algunos efectos militares importantes. En primer lugar, le entrabó a las Farc el desarrollo de una Estrategia de mediano plazo que, desde 1980, tenía como objetivo específico blindar a Bogotá con un sitio militar y reiterados acosos armados. Y en segundo lugar, las obligó a salirse de muchos cascos urbanos, así como de algunas carreteras centrales. Pero, las Farc, con una flexibilidad que jamás han evidenciado en materia política, más temprano que tarde militarmente se adecuaron a la nueva situación de un Estado que, por primera vez en cuatro décadas, ponía en acción una Estrategia ofensiva de guerra. En nuestro concepto, es por ahí por donde se debe examinar su repunte militar en el último año. En resumen, podríamos decir que la Estrategia de Seguridad democrática, además de imprimir la fotografía del presidente en muchos corazones y no obstante algunos de sus irreales objetivos militares, en la práctica sí funcionó como una Estrategia de contención del crecimiento militar de las guerrillas, incluido el Eln, que durante el gobierno de Uribe, en lo militar se quedó muy aprisionado entre las dinámicas del Estado y las Farc. Esto no obstante, en relación con otro efecto perverso de la guerra, el del deterioro progresivo del poder socio-territorial del Estado, puede decirse que, a este respecto, la situación es ahora más crítica que hace cuatro años cuando Uribe inició su primer gobierno. En el 2002, las Farc, tras los golpes que les dieron las AUC cuando las desalojaron de algunos de sus más clásicos santuarios, de Puerto Boyacá y del Urabá antioqueño, por ejemplo, habían vuelto a fortalecer su territorialidad bélica. Ahora en el 2006, tras el rotundo fracaso del esfuerzo sistemático del gobierno por golpearlas con el Plan Patriota en el disco duro de su dominio territorial, puede decirse que continúan siendo una fuerza político militar anti-estatalmente fuerte en varias regiones del país. Y la situación se ha agravado por la vía de los paramilitares. Terminados los arreglos del Caguán, el paramilitarismo como dominio socioterritorial en vez de desvanecerse se reprodujo en muchas regiones del país, sobre todo a escala de la institucionalidad municipal local. Los ejemplos sobran en los departamentos de la Costa Atlántica, norte del Valle del Cauca, norte de Caldas...etc.

Pero, si el gobierno de Pastrana marcó el tiempo de las Farc, el de Uribe, para bien o para mal, ha marcado el tiempo de los paramilitares. A este respecto urge más claridad y precisión para señalar que ni toda la sociedad ni el Estado como un todo ni los militases como institución han sido pro-paramilitares. Sin embargo, hubo aplausos sociales, quizá en la intimidad, implícita tolerancia estatal y ayuda militar efectiva por parte de algunos sectores de las Fuerzas Armadas cuando las Auc, lideradas por el asesinado Carlos Castaño, lanzaron una Estrategia militar ofensiva orientada a desalojar territorialmente a las Farc y al Eln de sus más clásicos santuarios.
Importante resulta ahora recolocar este referente empírico para una más adecuada inteligencia del carácter del evento de Santa Fe del Ralito, así como de su evolución, dinámicas y consecuencias. Es cierto que las Auc fueron a Santa Fe del Ralito sin haber sido militarmente derrotadas; pero ¿quién las iba a derrotar si ellas jamás confrontaron al Estado? Por otra parte, podría aceptarse su afirmación de que de modo voluntario se sentaron a esa Mesa si no hubiese múltiples indicaciones fácticas que señalan que prefirieron dejar parcialmente las armas a ser extraditados a los Estados Unidos. Esto no obstante, los jefes paras sabían que más temprano que tarde el Estado tendría que empezar a pagarles esa inmensa deuda de “colegaje militar”.
Si existe un importante colectivo humano al que ni real ni simbólicamente ha llegado como efecto positivo la Seguridad democrática, ha sido a éste de los desplazados. Aún más. Al margen de la discusión sobre el comportamiento del fenómeno en los últimos cuatro años, la lógica señala que la re-guerra y el mayor deterioro del poder socio-territorial del Estado no han podido si no reforzar el fenómeno.

Iniciado el segundo gobierno de Uribe, éste ha ido silenciando el discurso de la no existencia en Colombia de un conflicto armado; ha disciplinado la belicosidad discursiva guerrerista; ha tanteado entradas opcionales a los Acuerdos humanitarios, pero todo ello en la medida, como lo puso muy en claro en el disminuido y casi telegráfico discurso de posesión, que nada de lo que haga en materia de construcción de paz, irá en detrimento de la “calidad” de la Estrategia de Seguridad democrática a la que aprecia y evalúa como altamente positiva. De todas maneras, la primera prioridad del gobierno parecer ser la de disciplinar el proceso de arreglos con los paramilitares buscando una relación, menos desproporcionada, entre “concesionabilidad” y “reparaciones”, entre las necesarias concesiones y cierto nivel de reparaciones que ponga a funcionar el imaginario colectivo de que éstas se están haciendo realidad. La amenaza de la extradición será el dispositivo que le permitirá regular el proceso. Más que exigencias internas, aunque éstas también han empezado a pesar, hacia allá lo empujaron un temor y un miedo, el temor a las críticas norteamericanas, y el miedo a la Corte Penal Internacional.

Pero, si el desplazamiento es inseparable del estado actual del conflicto armado, también lo es de su propia historia. Al margen de sus alcances, los arreglos del gobierno con los paramilitares será un proceso mutilado e inconcluso e inhumano si se realiza al margen de la propia historia de las víctimas. Si se realiza al margen de esas manos de hombres curtidos que ahora, solitarias, se alzan en las ciudades casi que plañendo compasión, pero que desean retornar a sus raíces telúricas a cultivar la parcela arrebatada. Pero, para que ese retorno sea humano, debe estar acompañado de medidas, por lo menos, proporcionales al daño causado. Si se realiza al margen de esas manos de madre, cariñosas y cenicientas, que ahora, en una triste calle, acolchonan a los hijos mojados de frío, pero que anhelan regresar al rancho con el fogón y la cama marital como espacios vitales. Pero, para que ese retorno sea humano, les tienen que regresar la vivienda incendiada. Si se realiza al margen de esas manos de niño, inocentes y huesudas, que ahora le sirven de almohada en una cruel cama de cemento, pero que añoran el tablero de la escuela de la vereda donde garabateaban el abecé. Pero, para que ese retorno sea humano, les tienen que regresar la escuela y el maestro y la canchita de fútbol. Y finalmente, ese proceso de arreglos será un proceso mutilado e inconcluso si se realiza al margen de esas manos de niña campesina, tímidas e inocentes, que ahora se ven obligadas manosear los más libidinosos e inmundos cuerpos inertes, pero que añoran el rinconcito del naranjo donde se trepaban a pergeñar las primeras cartas de amor campesino. Pero, para que ese retorno sea humano, les tienen que regresar lo imposible, la inocencia perdida.

En resumen, en la actual fase de los arreglos Gobierno-Auc, la del inicio de la aplicación de la ya plurifrontal ley de Justicia y Paz, un derecho estratégico e irrenunciable se coloca a la orden del día para los desplazados: el de que, en proporción al daño causado, se los restaure en la anterior situación. Esta, con enormes dificultades y escollos, en lo económico podría llegar a ser asimilable al anterior estado material, pero en lo social y cultural, con seguridad de que se quedará enormemente rezagada. De todas maneras, en esa dirección la primera condición que, al mismo tiempo, es el primer gran escollo, lo constituye el espinoso y complejo asunto del estableciendo de la verdad.

4. EL ESPINOSO Y COMPLEJO ASUNTO DE LA VERDAD

Sin el establecimiento de la verdad y una reparación satisfactoria proporcional al daño causado, en ese frente, el de los campesinos desplazados, dificultosamente se podrá asentar una paz más o menos estable. Quizá en la coyuntura se logre un desarme aparente, aunque al respecto sobreviven muchas dudas, que circunstancialmente se traduzca en una disminución de víctimas por ataques, por heridos, por muertos, por arrebatos de fincas y hasta por desplazados. Se tratará, entonces, de una pacificación circunstancial que, de cara a la posibilidad de una reproducción más o menos rápida de un paramilitarismo de segunda generación, no proporcionará las bases objetivas necesarias para jalonar procesos y dinámicas de construcción de paz positiva. Como ave fénix, entonces, más temprano que tarde los fusiles y las llamas resurgirán de entre las cenizas de una sociedad de nuevo engañada.

Y esto conviene recalcarlo como contexto porque en los últimos treinta años la historia de esta sociedad ha sido una historia de engaños, lo que ha jugado siempre en contra de la posibilidad de establecer la “verdad”. En cada fase importante de las últimas violencias, con la colaboración de uno u otro de poderosos poderes establecidos, a la sociedad colombiana la han blindado de mentiras, de silencios, de falsos distractores y de tortuosas racionalizaciones, todo ello potenciado por los Medios de Comunicación con muy eficaces efectos de verdad, buscándose así bajar la guardia de la sociedad en procura precisamente de impedir el establecimiento de la “verdad”. Al haber ocurrido de este modo, “ésta” nunca ha aflorado en la circunstancia misma de los hechos, si no que sólo con el tiempo ha empezado a medio establecerse. Así aconteció con la violencia interpartidista de mediados del siglo XX con más de doscientos mil muertos y miles y miles de desplazados con sus fincas arrebatadas. Y cuando en los inicios de 1960 se conoció un estudio descriptivo académico, el de “La Violencia en Colombia”, que arrojaba las primeras luces sobre la tragedia, poderosos intereses lo ideologizaron y lo impugnaron como obra de “comunistas”. Sobre la década de la mafia, la del 80, así como sobre la de los paras, la del 90, en la actualidad existe un continente de ignorancia frente a una islita de conocimiento. ¿Acaecerá algo similar, con la década del 2000, la de Santa Fe del Ralito y la de los jefes paras reinsertados? Existe alguna esperanza que ahora no acontezca lo mismo pues, al iniciarse este siglo XXI, el país se ha “desparroquializado” un poco no por mérito propio sino, más bien, gracias a la globalización. Por estos días, la Corte Penal Internacional, así como los intelectuales y la academia mundiales tienen a Colombia bajo su mira.

Hace unas pocas semanas un estudiante de la Universidad del Valle me escribió en unos de sus trabajos finales: “Cuando la verdad sea toda la verdad, será posible una verdadera justicia restaurativa, así como una genuina reparación”.

Claro que ni siquiera en el campo de las ciencias, que tienen por objeto el conocimiento de lo real, es posible “toda la verdad”. Las ciencias, incluidas las naturales, no parten de la realidad sino, más bien, de objetos o problemas abstraídos de la realidad mediante una conceptualización adecuada y rigurosa. Así, pues, que los resultados del conocimiento científico son siempre aproximaciones a la realidad. Quizá la ciencia sea la forma más elevada de aproximación al conocimiento de la realidad, pero siempre será eso, una aproximación. Las representaciones e imaginarios, individuales y colectivos, son otro camino de aproximación a la realidad, pero son formas subjetivas de interpretación de lo real. Es por esta vía por donde se construye “mi verdad”, “la verdad de cada uno” cuya importancia radica en su elevada eficacia en la determinación de las actitudes y conductas efectivas de los seres humanos concretos.

En el caso que nos ocupa, el del establecimiento de la “verdad” para en función de ella establecer el carácter y los alcances de la reparación, ojala, por lo menos, se logre esa aproximación a la realidad de los hechos característica del conocimiento científico. En este caso, “la verdad subjetiva de cada uno” se encontrará siempre más acá o más allá de esa aproximación pero, por metodología pedagógica, debemos partir siempre de “la verdad subjetiva de cada quien”, de la verdad experimental vital de cada desplazado buscando los ajustes de las expectativas de reparación con las “verdades” establecidas por otras vías, la “verdad” académica como referente importante, la “verdad” judicial que ha pasado ya a la condición de cosa juzgada , la verdad testimonial, la verdad de los victimarios.

5. CONCLUSIONES INCONCLUSAS

Con toda seguridad el proceso de establecimiento de la verdad “- de aquella que surgirá del contraste crítico de muchas y muy variadas “verdades” y, por lo tanto, el proceso de reparaciones, serán procesos que irán mucho más allá de la “verdad judicial” establecida por los fiscales.
Por ahora recordemos el profundo desequilibrio de poder en que se encuentran victimarios y víctimas, los primeros, prepotentes y soberbios y con fuertes entronques en uno u otro poder establecido, los segundos, en cambio, que “nada pueden”, ni siquiera frente a su radical impotencia. De todas maneras, en el establecimiento de “la verdad judicial”, el grado de sinceridad, por las razones que sean, de las confesiones de los victimarios, cumplirá un importante papel. Sin embargo, el pesimismo nos invade cuando escuchamos al propio Presidente precisando que considera innecesaria la confesión plena para cumplir con el requisito de verdad exigido en la ley 975 del 2005 y ratificado por la Corte Constitucional.(12) Y a mediano plazo, el horizonte de una reparación adecuada se torna oscuro al conocerse cómo el Ministro de Agricultura, Felipe Arias, al presentar al Congreso un proyecto de Ley rural, en el capítulo sobre clarificación de la propiedad y deslinde de tierras rebaja a cinco años el tiempo necesario para que una finca ocupada acceda a la prescripción adquisitiva. (13) Es decir, la formalización legal de las tierras arrebatadas. De todas maneras, se recupera un cierto grado de optimismo realista cuando se sabe que en este mundo de la globalización y del globalismo la impunidad total es una imposibilidad. Tanto moral como jurídica y sociopolítica. Conocedores de esta situación, los ex-jefes paras, algunos de ellos ya muertos y otros silenciados en un marco de nuevas relaciones de poder, presionan por unos decretos reglamentarios blandos ajustados a sus conveniencias. Aunque aparentando democracia (14), el extenso decreto reglamentario estuvo por apenas cinco días en una página Web del gobierno en espera de comentarios ciudadanos, sólo lo conocimos cuando ya había sido formalizado. Habrá que ver por dónde se deslizaron los esguinces. Por ahora tenemos la advertencia central del gobierno que, a escala internacional, con más loas ha atenazado al presidente Uribe. Por esos días el Embajador norteamericano, William Word, conformó una Comisión para que con lupa leyera entre líneas ese decreto reglamentario de la ley de Justicia y Paz siendo precisa la conclusión: la reglamentación, le señalaron,le abría la puerta a una especie de indulto jurídico. Por su parte, la OEA, organización que estuvo comprometida en el seguimiento y verificación de las dinámicas desatadas en Santa Fe del Ralito, por razones muy variadas, entre las que se destaca la falta de previos soportes legales como de un claro referente jurídico político, ha cuestionado por estos días la viabilidad a mediano plazo de ese proceso.

Entonces, frente a la aplicación de la ley de Justicia y Paz urge la creación de una “Comisión de la Verdad” en la que la “Oficina de las Naciones Unidas para el Desplazamiento”, la Academia nacional e internacional, los Medios de Comunicación independientes y CODHES, como organización dedicada a diseñar Estrategias de protección de los derechos humanos de los desplazados, ocupando un lugar central, hagan el acompañamiento debido más allá del establecimiento de la verdad judicial. Este acto podría ser el embrión de una Comisión que, como aconteció en Guatemala, emprenda la dificultosa pero necesaria tarea de la recuperación de la memoria y la experiencia históricas de las víctimas. Pasada la etapa de la “verdad judicial”, empezarán aparecer por decenas de miles las víctimas sin su experiencia judicializada, o, con soluciones judiciales muy rezagadas en relación con el mal causado. Recordemos que en Guatemala fueron incontables las victimas que en la etapa postconflicto armado se acercaron a la Comisión para decirle: “El gobierno y la guerrilla ya van a firmar la paz...¿Pero, qué pasa entonces con todo el daño y fracturas a nuestras Comunidades?”. (15)
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1. Acevedo Rubén Darío, “Perdón o Venganza”, París, agosto 25 2006, Ver su blog,
http://ventanaabierta.blogspirit.com .
2. Vélez Ramírez, Humberto, “El Conflicto Armado en Colombia Negociación o Guerra”, Universidad del Valle, Cali, 1998.
3. Idem, “Carta Abierta sobre La Guerra en Colombia”, ECOPAZ, Cali,
4. Idem, “Pastrana, la Ciudad y la Guerra” , ECOPAZ, Cali
5. Idem, “Secuestro”, Ediciones Richard, Cali, 2005
6. Meluk, Emilio, “El Secuestro Una Muerte Suspendida Su Impacto Psicológico”, Programa de la Presidencia para la Defensa de la Libertad Personal-País Libre, Ediciones Uniandes, 1998.
7. Idem, “Colombia 2006: La Guerra y la Paz a la luz de las nuevas Ciencias sociales”, Cali, 2006, borrador mimeografiado 250 pgs.
8. Varios, “Conflicto armado y Derecho Humanitario”, Tercer Mundo Editores- IEPRI- Comité Internacional de la Cruz Roja, Bogotá, segunda edición, 1997.
9. Ver, www.codhes.org.co ,
10. Baumant, Zygmunt, “Comunidad”, Siglo XXI, Argentina, 2003.
11. “El Colombiano”, Medellín, agosto 1 del 2006, www.elcolombiano.net ,
12. Boletín Informativo, IPL, 6 septiembre 2006
13. Boletín Ambiental, Censat, agosto 2006.
14. Arenas Jorge,”Gato por Liebre”,en, UN PASQUIN, No 13, septiembre 2006.
15. Baristain, Carlos Martín, “La Experiencia de Reconstrucción de la Memoria histórica”, en, http:indh.pnud.org.co
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3.- HORAS BAJAS Por Juan Diego García jgarciam@fundaciontripartita.org

Como indican casi todos los analistas, Israel ha perdido esta nueva batalla en su interminable guerra de agresión contra Líbano. Olmert y su grupo no han conseguido ni uno solo de los objetivos buscados y ahora es bastante dudoso que los consigan.

Nada hace pensar que se pueda recuperar a los soldados capturados por Hezbollá si no es mediante un intercambio de prisioneros. Olmert se negó de manera categórica desde el comienzo. Hoy, tal parece, no tiene otra alternativa. Si esto ocurre, serán los libaneses quienes salgan victoriosos. Precisamente capturaron a esos soldados para conseguir un intercambio de prisioneros. Muchos libaneses se marchitan por años en las cárceles de Israel, sin juicio, sin acusación o como simples prisioneros de guerra. Para los libaneses estas personas han sido secuestradas por Israel. Ya se ve. Donde las dan las toman.

Es aún menos realista pensar en la destrucción del movimiento Hezbollá o en su desarme aunque ahora Israel y los gringos intenten que tropas europeas entren en la zona a hacer un trabajo que a ellos les ha resultado imposile. Esto explica las reticencias de la UE para comprometer tropas en cumplimiento de la resolución de Naciones Unidas. Si cuarenta mil soldados israelíes altamente profesionales no han podido con algo menos de tres mil milicianos, menos podrán hacer las tropas de la EU u otras que se desplacen a la zona. Además, la ilusión de acabar con Hezbollá, es tan solo eso: una ilusión. La propaganda que intenta presentar a este movimiento como un “grupo terrorista” apenas tiene eco. Hezbollá no aparece en la lista de grupos terroristas de la UE; tiene dos ministros en el gobierno de Líbano, cuya legitimidad es incuestionable; es completamente ajeno al terrorismo fundamentalista de Al Qaeda; busca la unión entre chiíes y sunies y ha logrado amplias alianzas con los cristianos libaneses de diversas tendencias. Si la milicia de Hezbollá se desarma será para integrase en el ejército libanés. Pero esto no ocurrirá sino en el marco de una negociación más amplia que suponga la salida completa de israel del teritorio libanés, incluyendo por supuesto a las granjas de Shebaa. En tal caso será una nueva derrota del sionismo: pretendía acabar con Hezbollá y resulta que su lider, Nasralá, es ahora poco menos que un mito en el mundo musulmán y el movimiento, un protagonista insustituible en cualquier negociación.

Para mayor desventura del sionismo y sus protectores del Pentágono, de este conflicto salen fortalecidos Siria e Irán al punto que las cancillerias de Occidente ya hacen los contactos discretos de rigor porque saben que la cuestión del oriente próximo y en particular de Palestina no se resuelve sin su participación. Y si creemos a la propaganda que nos inunda e Irán efectivamente se hace con la bomba atómica, el chantaje sionista se acabó. ¡Entonces si que cambiarían las cosas en la región! No es por simple azar que los occidentales e Israel teman tanto a un Irán dotado de las mismas armas que tienen sus vecinos Rusia, Pakistán, India y el mismo Israel, sin contar por supuesto la inmensa cantidad de cohetes atómicos que los propios Estados Unidos han desplegado en toda la región.

La población israelí que ayer apoyaba entusiasmada a Olmert en esta aventura malhadada ahora le fustiga molesta por la derrota. Nunca se imaginaron que tendrían que correr y esconderse de los katiushas y demás cohetería de Hezbollá. Ya no son los humildes y casi inofensivos cohetes de fabricación casera de los palestinos. Por su parte, es de suponer que a esta hora los soldados de israel también mediten sobre el futuro inmediato del conflicto si los palestinos se hacen con algún tipo de cohete similar o al menos pueden contar con granadas anti tanque, como las que han puesto fuera de combate a los supuestamente invencibles merkabas del ejército israelí.Ya no podrán pasearse tranquilamente por los campos de refugiados matando milicianos y civiles palestinos que los combaten con armas cortas (inútiles contra un tanque) o niños que los reciben a pedradas. Entonces Mohamed no derribará con una honda al gigante Ariel (o como se llame); lo hará con un rpg-2 o cualquier arma similar. David será palestino y el Sansón filisteo será sionista.

Horas bajas para el sionismo, sin duda. Entre otros motivos (y esto escoce mucho) porque una buena mañana- y en cascada- se enteran no solo de la incapacidad manifiesta de sus líderes sino de la corrupción que parece ir minando las filas del gobierno israelí. Empezando por el mismísimo presidente Moshe Katsav, procesado por doble violación, seguido del agresivo y racista ex ministro de justicia, el sr. Haïm Ramon, quien ha tenido que renunciar para hacer frente a un juicio por acoso sexual, ambos acompañados en desgracia por el propio Olmert, favorecido por la compra dolosa de una vivienda, en la cual el vendedor le ha “perdonado” la bobada de medio millón de euros (la mitad del precio comercial del inmueble)- ¿A cambio de qué favores?, se preguntarán los ciudadanos asombrados-. Y para culminar con escándalos, el ministro de defensa, el mismo que ha dirigido todo la agresión contra Líbano y bombardea a placer a los palestinos un día si y el otro también, vende discretamente sus acciones en bolsa, justo el día antes de empezar la guerra, sabedor de la caída inevitable de los valores bursátiles.

O sea, corrupción, inmoralidad, trato de favores, tráfico de influencias y otras perlas que se juntan para amargar más las duras horas que atraviesa el sionismo y la mayoría de los israelíes que lo apoyan.

En este contexto, resulta excusable y comprensible que los comandos infiltrados en Líbano para asesinar a un jefe de Hezbollá (violando la tregua impuesta por la ONU) se hayan equivocado faltalmente. Fueron rápidamente identificados por los milicianos y repelidos en consecuencia por un pequeño detalle: ¡no sabían saludar correctamente en árabe!. Bueno, nadie es perfecto, ni Israel invencible. En esta hora aciaga y considerando que todos los asuntos de Israel van siempre tan unidos al terrible Jehová, bien vale la pena traer a colasión aquel verso castellano antiguo que si no me traiciona la memoria decía:

Vinieron los sarracenos
Y nos curtieron a palos
Dios nos bendice a los buenos
Cuando los malos son menos

Ojalá que todos estos acontecimientos contribuyan a restar arrogancia a los israelíes. Les hace falta. Inshala!.
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3 A.- "DE LA UNIÓN PATRIÓTICA AL POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO". Por Restrepo Guillermo, PROFESOR DE UniValle, guires@epm.net.co
Borrador, Julio 30 2006) Recibido de Alvaro Sierra < asisi50@hotmail.com >, a quien agradecemos.

1. Orígenes de paramilitarismo en Colombia

Cuando el General Yarborough llegó a Bogotá en 1962 como emisario de la Escuela de Guerra Especial de los Estados Unidos, no se imaginó que sus palabras serían acogidas con tanto beneplácito por la oligarquía colombiana. Dijo que en Colombia había que crear un personal civil y militar clandestino especializado en operaciones de represión para impulsar, entre otras cosas, “actividades terroristas paramilitares contra conocidos partidarios del comunismo”[1]. Y comunistas había en las organizaciones sindicales y agrarias, los movimientos estudiantiles, los partidos legales de oposición, los grupos defensores de los derechos humanos y los sectores de la Iglesia seguidores de la Teología de la Liberación.

No menos complacido que la oligarquía colombiana con el citado informe estuvo la cúpula militar del ejército colombiano que había participado como aliado de Estados Unidos en la Guerra de Corea con el Batallón Colombia. Empeñada en un proceso de modernización del ejército según las orientaciones norteamericanas, no vaciló en aceptar con alborozo las orientaciones de la Misión Yarborough. Con el transcurso de los años el ejército hará sus propias elaboraciones adaptadas a las condiciones de la lucha popular en Colombia, las cuales han quedado consignadas en los manuales de contrainsurgencia. Las presiones de los militares para darle piso constitucional a las recomendaciones de la misión Yarborough quedaron plasmadas en el Decreto 3398 de 1965 que reorganizó la Defensa Nacional, con lo cual se daba cumplimiento a compromisos internacionales adquiridos. En este decreto ya se insinúa la utilización de civiles en tareas militares con la correspondiente dotación de armas de uso privativo de las fuerzas armadas.

Se había creado así el piso legal para la creación del paramilitarismo en Colombia, el piso legal para el ejercicio del Terrorismo de Estado en nuestro país. El artículo 33 de 1964 se convirtió en legislación permanente con la Ley 48 de 1968 que autorizaba al Ministro de la Defensa a dar apoyo en armas de uso privativo de las Fuerzas Armadas a particulares y al Gobierno Nacional a utilizar la población civil en actividades de orden público. El Estatuto de Seguridad de 1978 del gobierno de Turbay Ayala marca el comienzo del “Terrorismo de Estado” en Colombia. La Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional el artículo 33 del Decreto 3398 por cuanto contradecía el principio constitucional del monopolio de las armas de guerra por parte del Estado, el único responsable de mantener el orden público.

El marco histórico de referencia del paramilitarismo en Colombia y América Latina fue la confrontación militar, política e ideológica, entre el capitalismo y el socialismo representados cada uno en los polos Estados Unidos-Unión Soviética, lo que se conoce con el nombre de Guerra Fría. Sus líneas estratégicas eran dictadas por los teóricos de la Doctrina de la Seguridad Nacional del Departamento de Estado de Estados Unidos y enseñadas a los ejércitos de América Latina en las Conferencias bianuales de los ejércitos latinoamericanos de USA. La Doctrina contrainsurgente del estado colombiano divulgada en los manuales y textos de estudio y entrenamiento militar a partir de 1962, define al “enemigo” como una persona o grupo social que proponga una alternativa de nacionalidad o de resistencia al gobierno local de turno. En enemigo no es algo externo a la nación sino una realidad inmersa en el seno mismo de la nación y cuya exterioridad es una frontera ideológica inmaterial. La acción preventiva contra este “enemigo” debe ser integral y procurar el apoyo popular. El blanco fundamental de la acción contrainsurgente es la población civil, la cual debe ser hostigada, atropellada, interrogada, requisada y controlada, aun a riesgo de negarle los derechos constitucionales mas elementales. La mera neutralidad es sospechosa o negativa. La guerra psicológica no debe pararse en pelillos para obtener información y reeducar a la población según actitudes y valores acordes con el régimen político. Atemorizar mediante la circulación de listas negras, rumores y acciones punitivas es parte del arsenal de tácticas psicológicas. La Ley 48 de 1968 autorizaba a los comandantes a entregar armas de uso privativo de las fuerzas armadas a los civiles y al gobierno a convocar a la población civil para acciones armadas. Organizar a la población civil en forma militar para que se proteja de la acción guerrillera como juntas de autodefensa es parte del abecé de la instrucción militar contrainsurgente. Redes y más redes de de juntas de autodefensa controladas por el Mando militar, operaciones de control y registro de la población, en veredas y poblados.

Testimonios de esta doctrina contrainsurgente se encuentran en los artículos y libros de los generales que han ocupado la cartera del Ministerio de Guerra o han sido comandantes generales de las Fuerzas Armadas. El General Álvaro Valencia Tovar (1973-1975) explica que la infiltración del Estado y el cuerpo social requiere una depuración de los “idiotas útiles” que desde las toldas de la democracia desprestigian al ejército y vilipendian al gobierno. El General Fernando Landazabal Reyes (1982-1983) pone el acento en los aspectos ideológicos del conflicto colombiano para abogar por el adoctrinamiento ideológico como actividad tan importante como el entrenamiento militar mismo y en la dislocación de la dirección política del movimiento insurgente. El General Rafael Samudio Molina (1986-1988) aboga por la convergencia contra la insurgencia en lo militar, político, económico, laboral y judicial. El General Manuel Jaime Gutiérrez Paz (1988-1989) enfila baterías contra la Unión Patriótica por cuanto es un partido legal surgido de las FARC y sugiere arreciar la lucha en los campos político e ideológico. El General Harold Bedoya (1994-1998) estigmatiza a las ONG como agentes de la subversión. El General Manuel José Bonnet (1995-1998) señala con desconfianza a los constituyentes del 91 y algunos le adjudica el propósito de acabar con el ejército. El General Juan Salcedo Lora, exdirector de la Escuela Superior de Guerra, expresa la necesidad absoluta de cambiar la mentalidad de las masas populares, para lo cual sugiere una ofensiva ideológica intensa y sostenida. Observa con mucha sagacidad que los derechos de la Constitución son peores que las minas quiebrapatas. Los nuevos analistas militares del Ministerio de Defensa adelantan la tesis (1997) que el trabajo de la subversión desarmada es más significativo que el de la guerrilla misma. Y agregan que es el pueblo el verdadero actor en la lucha y derrota de la subversión. El General Rito Alejo del Río no deja dudas sobre la importancia de erradicar la parte política de la subvesión cuya influencia, según su apreciación, es grande en las ONG- es nacionales e internacionales.

Se ha llegado finalmente a la conformación de una doctrina militar que confunde a los grupos legales de oposición política con la subversión armada. Es claro que desde sus inicios el paramilitarismo ha sido una estructura político-militar ligada a la lucha contrainsurgente del Estado. No cabe la menor duda que la hegemonía política de los Estados Unidos en Colombia tiene el sello del paramilitarismo.


2. Paramilitares, ejército y narcotraficantes

En 1977 aparecen organizaciones terroristas tenebrosas, parecidas a los escuadrones de la muerte que hicieron carrera en Brazil, Argentina y Uruguay, al amparo de repulsivas dictaduras militares que las legitimaron por ser parte activa de la “lucha anticomunista americana”. Es el comienzo del paramilitarismo mafioso en Colombia.

La Triple A reivindicó los atentados terroristas contra la revista Alternativa, el diario el Bogotano y el semanario Voz Proletaria. Su capacidad terrorista se incremento en pocos años con los múltiples asesinatos ocurridos en esta época de estudiantes, sindicalistas y militantes políticos de izquierda. Dos años después se aclaró que la Triple A había sido creada en el Batallón de Inteligencia y Contrainsurgencia Charry Solano del ejército nacional. Se mencionó al Teniente Coronel Harol Bedoya Pizarro, comandante de este batallón, entre los dirigentes de esta estructura criminal. Asistimos así a una forma de paramilitarismo en la que son los mismos militares los que se encubren bajo la sombra de la delincuencia común para poder ejecutar diversas modalidades de represión política incompatibles con el Estado de Derecho. En los años siguientes, son los civiles con ropaje militar los encargados de lograr los mismos objetivos.

Pero la creación del MAS (muerte a secuestradores) en 1981 marca un punto de inflexión en el proceso. Porque comienza la creación de ejércitos privados de la mafia para la seguridad de las familias mafiosas y de sus propiedades. Este grupo tenebroso se regó por todo el país con el apoyo de la fuerza pública dejando una estela de muerte y desolación bajo el signo de la justicia privada y clandestina. Todo está bien documentado en el informe del Procurador General de la Nación del 20 de febrero de 1983. De los 59 militares mencionados en el informe del Procurador ninguno fue procesado o llamado siquiera a calificar servicios. Por el contrario, el Congreso de la República aprobó ascensos y honores a muchos de ellos que en lo sucesivo serían los encargados del manejo del orden público. El paramilitarismo creció monstruosamente bajo el gobierno de Belisario Betancourt (1982-1986) en Puerto Boyacá al amparo del Batallón Bárbula comandado por fanáticos de la doctrina de la Seguridad Nacional y con el apoyo económico de los ganaderos y terratenientes de zonas aledañas hastiados de pagos de vacunas a la guerrilla. De las entrañas de la oligarquía colombiana había nacido un Frankestein tenebroso ávido de víctimas.

El MAS cambió su sigla por AUTODEFENSAS, grupos de civiles armados coordinados y entrenados por el ejército. Eran rabiosos anticomunistas que con sevicia delirante perseguían, torturaban y asesinaban a cualquier sospechoso de tener vínculos con la guerrilla, ya sean familiares o políticos o de amistad personal. Al mismo tiempo, organizaciones bancarias legales canalizaban recursos para la población civil y movimientos políticos como MORENA con una ideología de extrema derecha que pretendía cubrir con un velo de legitimidad política a las experiencias paramilitares. En este proyecto participaron reconocidos líderes del paramilitarismo como Rodríguez Gacha, Fabio Ochoa, Pablo Escobar, Fidel Castaño, todos narcotraficantes confesos. Testimonios confiables que reposan en los archivos del estado permiten afirmar que hacia 1985 ya se había sellado una alianza efectiva entre el narcotráfico y los paramilitares articulada e las fuerza armadas de la región. Las confesiones frías y escalofriantes del Mayor Oscar de Jesús Echandía, quien fuera alcalde de Puerto Boyacá en 1981-1982 y cofundador del MAS, testimonian la matanza de comunistas y galanistas en el Magdalena Medio y los vínculos entre el Ejército y Rodríguez Gacha.

El modelo paramilitar de Puerto Boyacá se repitió de ahí en adelante en muchas regiones de la geografía nacional. Las AUC en acciones conjuntas con los militares de la Brigada Militar 14 dirigida por el General Yanine Diaz sembraron el terror en todo el Magdalena Medio. El ejército había pasado a la ofensiva en la lucha contrainsurgente y tenía ya bien aceitado y el aparto paramilitar entrenado por asesores mercenarios de Israel e Inglaterra, quienes llegaban a la zona escoltados por el ejército. El grado de integración entre comerciantes, ganaderos, batallones y grupos paramilitares era poco menos que institucional. El apogeo a nivel nacional del paramilitarismo ocurre en 1995 cuando Carlos Castaño asume la vocería de todos los grupos paramilitares en el territorio nacional y los aglutina dentro de una estructura política laxa e incoherente con una ideología populista, con la pretendida intención de deslindar tácticamente al paramilitarismo de las instituciones estatales y darle así una semblanza de organización política independiente.

3. Uribe Vélez y el paramilitarismo

El 11 de febrero de 1994, el gobierno colombiano expidió el decreto 0356 por medio del cual autoriza la creación y funcionamiento de “servicios comunitarios de vigilancia y seguridad privada”. Era lo que faltaba. Que la población civil se involucrara directamente en el conflicto al lado del las fuerzas militares formando cooperativas de vigilancia y seguridad privadas, en el seno de las comunidades, dotadas de armas de uso restringido para la fuerza pública. De este modo se revivió un entorno legal para el paramilitarismo como una clara política estatal bajo la sigla de las CONVIVIR. El entonces Ministro del Interior Horacio Serpa, defendió las CONVIVIR en el Senado de la República con el argumento que tales organizaciones eran para que los ciudadanos pudieran cumplir una actividad de cooperación con la Fuerza Pública y así contribuir a la seguridad de los colombianos, sobre todo en las zonas rurales. Contrario al discurso oficial, en la práctica las Convivir fueron parte integral de la estructura paramilitar dirigida por el Estado con el fin de establecer el control territorial y poblacional.

Las normas que crearon la Convivir fueron declaradas inconstitucionales por la Corte Constitucional en 1997. La Fiscalía General de la Nación informó en 1997 que bajo el manto de las Convivir se cometieron numerosos crímenes de lesa humanidad. Los paramilitares desmovilizados congregados en San José de Ralito y comprometidos con un proceso de paz han manifestado públicamente los vínculos del paramilitarismo con el Estado. El más locuaz de todos, E. Baez paramilitar de Caldas, ha dicho que el Estado debe responder por el muchachito que crearon, el hijo de Herman Monster. Y S. Mancuso, paramilitar de Córdoba con pretensiones de estadista, afirma que “nacimos como informantes de las instituciones del Estado”

Las CONVIVIR fue un instrumento fundamental en la política de pacificación de Urabá cuando era gobernador de Antioquia el Doctor Álvaro Uribe Vélez. Él junto con el General Rito Alejo del Río son los llamados “pacificadores de Urabá”. No vale la pena señalar la trayectoria extremista del General del Río. Su vida militar está íntimamente ligada al paramilitarismo desde 1978. Fue artífice de la creación del MAS, visitó a Israel en 1982 donde trabó amistad con el parmilitar y narcotraficante Carlos Castaño quien estaba de visita buscando armas para su gente. El carácter sanguinario del General es bien conocido en Antioquia. Abundan los testimonios que corroboran esta apreciación. Cuando en 1987 llega a Urabá para hacerse cargo de la Brigada 17 del ejército, ya tenía un prontuario tenebroso. Pero allí lo ratifica y lo potencia. Las masacres y las desapariciones forzadas de campesino sospechosos de ser colaboradores de la guerrilla aumentaron exponencialmente. A sus subalternos les inculcó la convicción de que los paramilitares eran un factor positivo de seguridad ciudadana. Testimonios de lo dicho aparecen en las denuncias de la Alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas, en abril de 1997 ante la Fiscalía General de la Nación.

El paramilitarismo como proyecto político-militar de la oligarquía colombiana ha sido un fracaso. A partir de 2002 empieza su decadencia ante la evidencia de que las clases dominantes le estaban retirando su apoyo habida cuenta del enorme desprestigio en que había caído el Estado colombiano desde el punto de vista de las garantías de los derechos humanos políticos y sociales. Había llegado el momento de destruir al hijo de Hermann Monster. Por supuesto, el procedimiento seguido fue la negociación política por medio de la cual se le daba un tratamiento de combatientes políticos a bandas de delincuentes que fueron utilizadas por las Fuerzas Armadas de Colombia y el establecimiento para combatir a las organizaciones políticas, sindicales y populares en lucha por la democracia. La “mesa de negociaciones” instalada el 1° de julio de 2004 en la zona de distensión de Santa Fe de Ralito, municipio de Tierra Alta, marca el comienzo de la legalización definitiva del paramilitarismo. Después de apropiarse por la fuerza de más de 600 kilómetros cuadrados de las mejores tierras y con las fortunas del negocio del narcotráfico intactas, se disponen todos los jefes a ingresar con todas las de la ley a los exclusivos espacios del poder económico y político en pie de igualdad con las burguesías financieras e industriales ya consolidadas. En esto consiste la magia poética de la seguridad democrática del uribismo. La otra parte de la ensoñación se refiere a los gritos desesperados de los asalariados colombianos que ven la reducción día a día sus rentas laborales, su seguridad social y el espacio democrático. Mientras tanto, la guerrilla colombiana sigue intacta y la izquierda no ha podidos tampoco ser aniquilada. El pueblo se reagrupa y se organiza para la lucha con esa determinación que surge de la experiencia de muchos años con rabia, por supuesto, pero con la serenidad de los que saben que están construyendo un mundo mejor. Este mundo mejor tiene que tener verdad, justicia y reparación.

4. De Gaitán a la Unión Patriótica

La guerra contra el fascismo que unió a la Unión Soviética, Estados Unidos e Inglaterra en 1943, marcó el inicio de un período de cooperación internacional por encima de “lucha de clases” entre lo que sería después de la guerra el campo socialista y el campo capitalista, dominados por la URSS y USA respectivamente. En la esfera estrictamente política, se insinuaba ya la idea de “coexistencia pacífica” entre dos sistemas, entre el capitalismo y el socialismo. Por ello Stalin disolvió la IC (Internacional Comunista). Esta situación influyó para que el PCC cambiara su nombre por el de Partido Socialista Democrático (PSD) y también su estructura organizativa celular insurreccional. Su horizonte inmediato era ahora la revolución burguesa antifeudal, como etapa previa de la revolución socialista, bajo la dirección de la burguesía. Todo esto era, por supuesto, parte de unas directrices internacionales que no fueron acatadas por varios partidos comunistas como los de China, Yugoeslavia y la India. Tampoco fueron acatadas por amplios sectores del PCC liderados por Gilberto Vieira. Era un momento difícil para el PCC, pues durante el segundo gobierno de López-Lleras (1942-1946) se empezó a evidenciar un viraje a la derecha representada por los sectores más recalcitrantes de la Iglesia Católica, el Partido Conservador y el Partido Liberal. La influencia del gobierno de Franco en España era notoria en el lineamiento ideológico sobre las concepciones del Estado y la orientación católica de la educación, pero dentro de una matriz republicana. Lo que los unía a todos era el anticomunismo alentado desde España y los Estados Unidos y el temor a la revolución social. Son circunstancias históricas concretas que empiezan a influir en las decisiones del PCC y que seguramente le imprimieron la impronta de un partido predominantemente insurreccional. Los desarrollos históricos posteriores reforzaron esta tendencia, si se toma en cuenta que las clases dominantes colombianas asumieron la democracia como un simple expediente de lucha contra el comunismo internacional.

Todo esto ocurría en contravía del auge de la izquierda y de los partidos comunistas en Occidente, sobre todo en Francia, Italia y gran Bretaña. En estos países el pueblo tenía fresco en la memoria las luchas heroicas de la Resistencia contra el fascismo, en las cuales los comunistas jugaron un papel dirigente ampliamente reconocido como partisanos (guerrilleros) al lado de la población civil. Ello les valió reconocimiento político y moral. El Partido Comunista Italiano que antes de la guerra era un puñado de militantes inexpertos bajo la dirección de P. Toggliati, ya era en 1947 un partido de masas con dos millones de afiliados. En Francia, los refugiados de la guerra civil española fueron el núcleo de la resistencia armada. Después de la victoria contra el eje fascista, en casi todos los países se formaron gobiernos de unidad nacional con participación de comunistas, socialistas, católicos y liberales. En suma, con todos los movimientos que habían participado en la lucha antifascista contra la democracia.

En Colombia la historia de la posguerra siguió un curso diferente con marcadas tendencias antidemocráticas. Al PCC ya no le bastaban las orientaciones internacionales y tenía que tomar su propio camino al compás de las palpitaciones de la vida nacional. Es claro que el PSD pretendía ser un partido de masas al estilo de los partidos de izquierda europeos, tanto comunistas como socialistas, y esto contribuyó al aumento de su militancia, sobre todo de militantes esclarecidos de la intelectualidad de izquierda como Álvaro Pío Valencia y Diego Montaña Cuellar. Bajo estas condiciones, era un partido muy cercano a la vertiente gaitanista del Partido Liberal y al lopismo de la Revolución en Marcha. Un gobierno de unidad nacional, como ocurría en Europa, parecía una salida positiva y viable. Pero ya la tendencia histórica regresiva estaba en un estadio muy avanzado y no había marcha atrás. La reacción latifundista en el campo para recobrar tierras ocupadas por los campesinos en los años anteriores del reformismo agrario tenía un sello de violencia inconfundible. La reacción ideológica de la derecha católica y corporativista, anticomunista y antiliberal amenazaba con desmontar todos los avances democráticos de la revolución en marcha del lopismo.

Otro acontecimiento histórico reforzó esta tendencia. La política de “contención” y endurecimiento de los Estados Unidos hacia la URSS que empezó en 1947 con un breve artículo de G. Kennan, un anticomunista radical, en la revista Foreing Affaire. Allí sentó las bases para la política radical anticomunista de los Estados Unidos que se expresó en la Doctrina de la Seguridad Nacional, las persecuciones a los militantes de la izquierda norteamericana y de América Latina. Había llegado la “Guerra Fría” contra el comunismo, cuyas secuelas antidemocráticas todavía siguen lamentando los pueblos de América Latina.

Es en este escenario que el PSD toma la decisión en el Quinto Congreso de 1947 de retomar el nombre de Partido Comunista, reforzar la organización leninista celular y asumir en su programa la lucha antiimperialista según los conceptos leninistas y las tradiciones latinoamericanas que identifican el imperialismo con el proyecto político norteamericano de dominación política de América Latina. Era al mismo tiempo un momento de auge del movimiento popular bajo las banderas ideológicas del gaitanismo que daba a la teoría marxista de la lucha de clases un sesgo propio en términos de enfrentamiento pueblo-oligarquía y que tuvo amplia acogida en distintos sectores sociales. En medio de un clima político crispado, sucede el asesinato de Gaitán el 9 de abril de 1948. Este acontecimiento desató una insurrección popular sin dirección y sin mando, espontánea y anárquica que marcó el comienzo de las luchas guerrilleras en Colombia a nombre del Partido Liberal primero y del PCC después. Esa fue la respuesta popular a los atropellos del régimen conservador de Ospina Pérez, insaturado a partir de 1946 en contra de los partidos y movimientos políticos que enarbolaban banderas de cambio y renovación democráticas, entre ellos el PCC.

El crimen de Gaitan fue achacado a los comunistas, en el mejor estilo de las formas de lucha que venía ya utilizando la derecha latinoamericana desde el comienzo de la Guerra Fría. Los acontecimientos nacionales atropellaban y el imperialismo norteamericano era cada día más agresivo y anticomunista. No estaba dispuesto a tolerar en América Latina partidos o gobiernos tolerantes con el con la URSS. El Gobierno de Ospina rompió las relaciones diplomáticas con la URSS. Y en ese momento era una política de estado norteamericana el asesinato de líderes políticos comunistas o procomunistas a cargo de organismos secretos como la CIA. Gaitan era un comunista, decía la CIA, y lo mismo se afirmaba del partido liberal.

El PCC respondió como pudo a los acontecimientos desatado el 9 de abril de 1948. Y las directrices locales y nacionales que circulaban por la radio no pasaban de hacer llamados a la insurrección, a la toma de las armas por el pueblo. Lo mismo que hacían ciertos dirigentes liberales que llegaron a la organización de “comunas populares” como ocurrió en Barrancabermeja con la participación de Jacobo Arenas. Como consecuencia, la dirección política del PCC fue apresada, salvo unos pocos dirigentes que se encargaron de mantener la presencia política del partido en condiciones de clandestinidad. Bajo estas condiciones, la primera tarea fue unir esfuerzos con las direcciones del gaitanismo para mantener la vigencia popular del caudillo asesinado, tanto en las ciudades como en el campo. El asesinato de Gaitán creó un clima conspirativo y golpista dentro del partido liberal y la izquierda colombiana, lo cual se exacerbó con la llegada al poder del sector más regresivo de las clases dominantes colombianas representado por Laureano Gómez en 1950. En este escenario de intolerancia y violencia se incubó la resistencia popular por la vía de la táctica guerrillera liberal y comunista, una forma de lucha que ha persistido hasta nuestros días.

Por otro lado, la guerra de Corea iniciada en 1951 permitió al ejército colombiano participar en este conflicto internacional con una fuerza expedicionaria llamada el “Batallón Colombia”. En esta experiencia bélica se formaron los futuros dirigentes del estamento militar colombiano profundamente imbuidos de la ideología anticomunista en boga y las doctrinas de la Seguridad Nacional. Adquirió, además, vínculos de amistad imperecedera con el estamento militar norteamericano, los que hasta la fecha se han mantenido inalterados.

En el período del Gobierno Militar primero y del Frente Nacional después, se produjo un proceso de apaciguamiento de la violencia que llevó a la desmovilización del movimiento guerrillero. Al entrar en vigencia el Frente Nacional en 1958, el presidente Alberto LLeras se propuso promover un programa de pacificación nacional y para ello autorizó a los gobernadores para establecer contactos con grupos armados. Se crearon programas especiales en las zonas e violencia, se fomentó el crédito agrario y se impulsó la colonización de zonas de frontera. En respuesta, la guerrilla comunista prácticamente se desmovilizó, limitándose a crear zonas de colonización armada bajo la modalidad de zonas de autodefensa campesina.

Todo parecía indicar que el país se encaminaba a una salida política no guerrerista al conflicto agrario y al desarrollo de las luchas sociales y políticas. Pero nuevas dinámicas internacionales se estaban incubando que a la postre hicieron frsutraron estas esperanzas.

En primer lugar, los acontecimientos políticos derivados del XX Congreso del Partido comunista de la Unión Soviética en 1956 llevaron a la escisión del movimiento comunista internacional. La proclamación de la coexistencia pacífica con el capitalismo y las denuncias al llamado “culto a la personalidad de Stalin” sin las mediaciones necesarias de discusión democrática tomaron de sorpresa a una izquierda estupefacta. En palabras del historiador comunista británico E. Hobsbawm, “la revolución de Octubre generó un movimiento comunista mundial y el XX Congreso lo destruyó”. El pueblo soviético dirigido por el PCUS construido según las directrices de Lenin y con el apoyo del movimiento comunista internacional, había derrotado a la Alemania Nazi. La Unión Soviética emergió de la contienda bélica como una gran potencia socialista, con lo que evidenciaba ante ele mundo que el socialismo era mucho más que un sueño. Los comunista en todo el mundo se unieron en torno a la Unión Soviética como respuesta a la cruzada anticomunista de la Guerra Fría que no veía en los comunistas sino agentes de Moscú. La izquierda revolucionaria en todo el mundo se identificaba con los comunistas. Esta solidaridad comunista internacional en medio de la Guerra Fría se rompió con la denuncia dogmática y aventurera de Jruschev de la figura de Stalin. El Partido Comunista Chino asumió la vocería crítica del PCUS y los demás partidos comunistas de los países del este no se sintieron obligados a seguir las directrices de un “centro comunista internacional”. Irreparablemente se había fragmentado el movimiento comunista internacional. Estos acontecimientos seguramente influyeron en el PCC, ya legalizado en 1958, pues en el VIII Congreso de 1958 concluyó que era posible el desarrollo pacífico de la revolución antiimperialista y antifeudal, por lo cual recomendó la transformación de los movimientos guerrilleros en amplios movimientos de masas.

Una segunda dinámica histórica contraria a la anterior proviene de la Revolución Cubana, la cual impulsó a muchos jóvenes descontentos con las directrices del PCC a buscar otros caminos para la acción política. Así, en 1960 se reunió el primer congreso de estudiantes, sindicalistas y campesinos que conformaron el MOEC (movimiento obrero-estudiantil-campesino) y que constituye el primer movimiento revolucionario en Colombia cuyas directrices eran opuestas a lo que llamaban el “revisionismo” del PCC.. Al orden del día estaban las dicotomías reforma-revolución, lucha armada-lucha electoral. Todo esto era parte de las posturas radicales que dominaban el pensamiento de la izquierda latinoamericana.

La tercera dinámica histórica proviene de la cerrazón de las clases dominantes colombianas a convivir con ideas contrarias a los esquemas liberales–cristianos, sobre todo sin apuntan a una visión comunitaria de la vida social. La guerrilla estaba desmovilizada en 1964. Pero los sectores más recalcitrantes de la oligarquía dieron en plantear en el Congreso la cuestión de las “repúblicas independientes”. Tales debates culminaron con la invasión de Marquetalia y otras zonas de colonización en las cuales el PCC tenía una sólida influencia, tales como Guayabero y Riochiquito. En estas acciones irresponsables estaban bajo la influencia de la Misión Yargorough. La consigna era que lo de Cuba no podría repetir a como diera lugar, a sangre y fuego si era necesario.

En medio de la invasión, el movimiento guerrillero desmovilizado publicó un manifiesto llamado Programa Agrario de los Guerrilleros en el cual se proclamaron revolucionarios que luchan por un cambio del régimen por una vía pacífica o lucha democrática de las masas. Acto seguido declaran que como se les cerraron las vías pacíficas, tendrán que continuar la lucha por vía revolucionaria armada con miras a la conquista del poder. De aquí en adelante la historia es bien conocida. A fines de 1965 se celebró la I Conferencia de Guerrilleros y se adoptó el nombre de Bloque Sur de orientación comunista. En la II Conferencia de 1966 se constituyó las FARC como una fuerza militar guerrillera con su reglamento interno, sus estatutos y su régimen disciplinario, con una táctica de guerrilla móvil, una estrategia de guerra popular prolongada y un proyecto de extensión por todo el país. Al comentar sobre los sucesos de Marquetalia, Manuel Marulanda hace un severo reclamo a las clases dominantes colombiana al afirmar que “Marquetalia fue el comienzo de una chispa que prendió en un determinado momento histórico y que ya no es posible apagarla con ninguna candela… [pienso] que le faltó cerebro [al establecimiento] para resolver adecuadamente la situación” . En la VII Conferencia de 1983 las FARC se convierten en FARC-EP (Farc, Ejército del Pueblo). A partir de la toma de Marquetalia se desarrollaron otros movimientos guerrilleros y lo que era un fenómeno crónico y marginal de violencia enraizado en los problemas agrarios colombianos,

En el X Congreso del PCC estuvo Jacobo Arenas como miembro del Comité Ejecutivo. En este momento el PCC cambia de rumbo y se acompasa de una manera total con el momento histórico que vive el país y América Latina en general. Al orden del día estaba la lucha guerrillera y la conducción autónoma de los partidos comunistas en medio del ruido ensordecedor de las discrepancias en todo el movimiento comunista internacional. El auge de las guerrillas en Centroamérica, la aparición de varios grupos guerrilleros en Colombia y la inminencia del triunfo de la guerrilla vietnamita sobre el ejército de Estados Unidos, dieron un nuevo impulso y prestigio a las formas de lucha armada. A medida que se fortalecían las FARC, el PCC con su dirección en Bogotá era más impotente para controlar los acontecimientos derivados del auge guerrillero. Con el correr de los años, las relaciones de cooperación orgánica del PCC y las FARC han prácticamente desaparecido. Cada uno por su lado y con sus métodos específicos contribuye al desarrollo de la democracia en Colombia.

La izquierda colombiana no comprendió a tiempo la magnitud del fenómeno paramilitar que hacia 1980 ya era una fuerza organizada plenamente legalizada y dispuesta a lanzar su poder destructor sobre las organizaciones y personas sospechosas de un pensamiento democrático disidente[2]. En la historia nacional se había consolidada una fuerza tenebrosa apoyada directamente por el Estado a través de los altos mandos del ejército y financiada por terratenientes y narcotraficantes. La izquierda parecía alucinada y nada la hacía volver a la realidad. Ni los aciagos acontecimientos de Chile de 1973, cuando la derecha, con el apoyo del ejército y con la participación activa de la CIA, arremete contra el régimen democrático de Salvador Allende e inaugura una nueva legitimidad militarista, represiva y brutal que se impone sobre el pueblo chileno mediante las prácticas de la tortura y las desapariciones de los militantes de la izquierda. Ni las prácticas de las dictaduras militares establecidas Argentina y Uruguay en la década 1970-1980, fundamentadas en la Doctrina de la Seguridad Nacional para legitimar las violaciones sistemáticas de los derechos humanos mediante las torturas y las desapariciones forzosas de las personas.

En Colombia, bajo el velo protector de la democracia representativa, irrumpió violentamente el paramilitarismo a partir de 1978 contra la izquierda colombiana. El Estado aparecía majestuosamente cumpliendo su función fundamental de defender los derechos humanos. Con el correr de los años se empezó a descorrer el velo de la ignorancia que nos ocultaba las realidades de un Terrorismo de Estado enmascarado. Pero este conocimiento nos llegó tarde, después de presenciar día tras día y durante varios años los asesinatos y torturas de los luchadores por el democracia en nuestra patria. Belisario Betancourt llega a la presidencia de la República en el período 1982-1986 enarbolando las banderas de la paz y la reconciliación nacional talvez sin saber, o talvez sabiéndolo, que ya estaba grande el hijo de Hermann Monster, nombre afectuoso que el parmilitar E. Baez utiliza para referirse a la oligarquía colombiana que se apresta a recibirlo en su seno con bombos y platillos.

La tregua de 1982 entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancourt, a la cual se opusieron virulentamente sectores muy esclarecidos del establecimiento colombiano, los llamados “enemigos agazapados de la paz”, permitió la vinculación política de la guerrilla a la lucha política legal a través de la UNIÓN PATRIÓTICA

5. La Unión patriótica nace de un proceso de paz

Durante la administración de Turbay Ayala (1978-1982) no hubo una política de paz. Las consignas del alto gobierno se podían resumir en una sola palabra: represión. En sus políticas represivas se reflejaba la autonomía que otorgó a los militares en el manejo del orden público a través del Estatuto de Seguridad. De este modo se dio legitimó el control coercitivo del descontento popular que se había expresado en el paro de 1.977. A esta política represiva se sumó el respaldo que el bipartidismo otorgó al gobierno en aras de “la defensa de la democracia” y el apoyo de los dirigentes gremiales y los medios de comunicación del establecimiento a los militares.

Pero el deterioro progresivo del régimen de Turbay abrió nuevas perspectivas y creo renovadas esperanzas para el logro de una apertura democrática. La misma oligarquía empezaba a hablar de un hundimiento institucional a raíz de las connivencias del régimen con las orgías plutocráticas de los banqueros que llevaron a la quiebra del sector financiero y con los escándalos del lavado de dólares en la “ventanilla siniestra del Banco de la República. Como si esto fuera poco, arreciaron las críticas nacionales e internacionales por las violaciones sistemáticas a los derechos humanos con denuncias concretas sobre la complicidad del Estado. En este nuevo escenario, los grupos guerrilleros enarbolan de una manera explícita un discurso de paz que pone en entredicho las políticas represivas del gobierno. Ante la opinión pública las guerrillas ganan un respaldo inusitado, especialmente el M- 19 que ante sus descalabros en las ciudades busca refugio en las montañas de Colombia. Estas son las circunstancias que movieron a Turbay a crear una comisión de paz y declarar una desvaída amnistía por estado de sitio con vigencia limitada de treinta días que fue interpretada como puro truco oportunista.

No es de extrañar entonces que la paz se haya convertido en el tema central de la contienda electoral para el período 1.982-1.986. Y Belisario Betancourt supo sacar provecho de las circunstancias para desgracia de Colombia. El hombrecillo de Amagá, diletante de la filosofía y de las letras y políticamente ambicioso, creció a la sombra del laureanismo antioqueño y maduró en los albores del Frente Nacional por su lucha contra la dictadura. Formado por las lecturas de las encíclicas, su plan de desarrollo lleva la impronta del pensamiento conservador en la variante democristiana. Por ello no ve las contradicciones de la vida social, pues la sociedad en su conjunto es una comunidad en una versión cristiana y los gobernantes y funcionarios son los intérpretes y servidores de ella. Sus objetivos fueron el Cambio con Equidad y la paz como corolario de la erradicación de los factores objetivos de la violencia larvados en las desigualdades sociales. Sin maquinaria política, el pueblo lo apoyó para expresar su hastío con el clientelismo, sus dudas sobre los métodos represivos de la administración y el continuismo que ofrecía el candidato del oficialismo.

Elegido por el “Movimiento Nacional”, Betancourt presentó al Congreso de mayoría liberal un proyecto de amnistía e indulto, más generoso que el proyecto similar adoptado por el Gobierno de Rojas en 1.953, según la opinión de los voceros del establecimiento, y que llevó a la desmovilización de las guerrillas liberales. Como un verdadero diletante y aventurero de la política, no formuló una estrategia política para un “cese al fuego” y la reinserción de la guerrilla. Dejó todo en manos de una “comisión de paz” de notables sin comprometer a los militares y a la clase política en el proceso. El hidalgo de lanza en astillero, rocín flaco y galgo ladrador se había lanzado a las aventuras de la paz en Colombia. Pero a diferencia de lo que ocurre en la fértil imaginación de los novelistas, en la vida real las acciones políticas tienen consecuencias porque crean realidades nuevas. Testimonios históricos de estas excentricidades literarias en el manejo del poder fueron el incendio del Palacio de Justicia y el genocidio de la Unión Patriótica. Para colmo de males y para enredar más el proceso de paz de Betancourt, la administración Reagan había declarado la guerra al narcotráfico y exigía la aplicación del tratado de extradición de 1979, lo que creaba un enorme contradicción entre el Estado y el sector del capitalismo mafioso. La oligarquía visiblemente alarmada tildaba a Betancourt de conivente con el comunismo. La naturaleza también se ensañaba contra la paz, pues las inundaciones y los terremotos dejaban vacías las arcas del Estado y la paz es un proceso cuya componente económica no es despreciable. Ante el acoso económico, Betancourt optó por olvidar la equidad social y dejó el manejo de la economía en manos de un grupo competente de tecnócratas colonizados por el pensamiento neoliberal, los cuales decretaron en 1.985 un ajuste económico con severos impactos negativos sobre las rentas del trabajo.

Era bien sabido en 1980 que los dineros de la “burguesía emergente” de la cocaína circulaban, desde hacía varios años, por todos los canales de las estructuras financieras y empresariales del país. Igualmente sabido era que las clases dominantes tradicionales estaban ávidas por integrar a esta nueva burguesía de una manera pacífica. No faltaban los antecedentes del contrabando, las operaciones financieras en el mercado negro, la fuga de capitales y el lavado de activos ilícitos en el Banco de la República. Lo que se desconocía es que esta nueva burguesía no aceptaba mantenerse con un bajo perfil mientras se producía la integración prefirió el ruidoso mundo de la política para hacer vales sus pretensiones. No obstante, el clima general era de permisividad y complicidad, salvo casos aislados como el de Luis Carlos Galán, el PCC y otras organizaciones políticas y sindicales.

Amnistía, diálogo nacional y apertura política eran los ejes del proyecto de paz de Betancourt. “Tiendo mi mano a los alzados en armas para que se incorporen al ejercicio pleno de sus derechos “fueron las palabras de presentación del Presidente, en medio de una aceptación popular sin precedentes, de la Ley de Amnistía aprobada por el Congreso en 1982.. La propuesta iba dirigida fundamental mente al M-19, pero este grupo no aceptó la aceptó. El Gobierno y la Comisión de Paz se dirigieron entonces a las FARC que acababan de realizar la VII Conferencia, en la que decidieron duplicar su presencia territorial. En enero de 1983 se reunió una delegación de la Comisión de Paz con la cúpula de las FARC en el municipio de Colombia en el Huila. Esta organización valoró positivamente la ley de amnistía y exigió el desmantelamiento del grupo paramilitar MAS creado por los narcotraficantes. Betancourt había puesto contra la pared a la guerrilla, pues la paz se convirtió en bandera de lucha nacional. El ejército se había preparado para la guerra durante varios años y ahora se desvanecían antes sus ojos la posibilidad de una derrota militar de la guerrilla con el concurso del paramilitarismo y los sectores mas recalcitrantes de la oligarquía colombiana. No obstante, se firmo en marzo de 1984 el Acuerdo de la Uribe entre el Gobierno y la FARC, en el cual se comprometían a una tregua. Betancourt había ganado la batalla por la paz ante la opinión pública, pasando por encima de los partidos y las organizaciones gremiales. En 1983 llegó a tener un índice de popularidad del 83%. Mientras tanto el M-19, arrinconado, intensificó sus acciones militares como actos de propaganda armadas para luego firmar por separado un acuerdo de tregua en agosto de 1984.

Pero el proceso de paz quedó en manos de comisiones con escaso poder político sin conexiones con el Congreso y las Fuerzas Armadas y con el correr de los días se diluía la posibilidad real de un acuerdo de paz con las guerrillas. En medio de un proceso de paz agonizante, las FARC decidieron prorrogar la tregua por un año más en marzo de 1985 y desde el campamento de la Uribe anunciaron el lanzamiento de la UNION PATRIÓTICA. Es el nombre de un movimiento político surgido de los acuerdos de paz con las FARC. Como sevdice un documento posterior, “la Unión Patriótica es hija del proceso de paz, surge de los acuerdos de la Uribe y de nuestro compromiso histórico de organizar y unir al pueblo para que sea el garante y protagonista de los cambios que hagan posible un país con paz, bienestar y liberta”[3]. Varios de los dirigentes políticos que participaban en representación de las FARC en los diálogos nacionales fueron destinados a la organización de este movimiento. Se dedicaron al trabajo político abierto bajo la protección mágica de unos acuerdos que no eran aceptados por los enemigos del movimiento guerrillero, entre los cuales se destacaban: el ejército con sus organismos. Paramilitares. ¿Comprendieron las FARC a fondo los peligros de esta decisión, a sabiendas de los atentados contra vario dirigentes del M-19 en plena tregua? En Octubre del mismo año ya habían sido asesinados 165 miembros de la Unión Patriótica, casi todos por paramilitares. Al final de su mandato, el índice de aceptación popular de Betancourt y del proceso de paz había descendido al 15%. Todo el capital político de Betancourt se había disipado en las veleidades de un proceso de paz montado sobre una popularidad ocasional que no estaba sintonizada con las realidades y protocolos del ejercicio del poder. Seguramente las FARC no creían en la capacidad de Betancourt para llevar a feliz término este proceso de paz, pero accedieron al juego como un acto de realismo político. Posiblemente Betancourt no tenía en mente algo serio que pudiera culminar en un avance democrático con mayor equidad social y lo que se proponía era una deslegitimación política de la guerrilla si no aceptaba el reto de la paz, como ocurrió con el M-19, o una aceptación de desmovilización por parte de la guerrilla sin conseguir ninguno de sus propósitos de democratización de la vida nacional. Acorraló al adversario políticamente pero perdió el país. Belisario Betancourt quedo en la ruina política al final de su mandato. Las FARC se fortalecieron militarmente y han realzado los propósitos de la VII conferencia, pero la izquierda tuvo que pagar un costo muy alto: el genocidio de la UP y numerosos dirigentes políticos del PCC y de otras organizaciones políticas. Si es cierta la hipótesis de que el ejército colombiano desde el gobierno de Turbay ya tenía lista una estrategia de asesinato de los dirigentes de las organizaciones de izquierda que actuaban en la legalidad, el resultado habría sido similar, independientemente del proceso de paz de Betancourt.

No es posible terminar esta sección sin conocer la evaluación que hizo Gilberto Vieira, Secretario General del PCC, en el XV Congreso celebrado en 1989. En su informe al Congreso expresa con claridad que el movimiento popular colombianos se ilusionó demasiado con la tregua pactada con Betancourt. Expresaba el Camarada Vieira que “en algunos sectores se confundió la posibilidad que abrió este período con un desarrollo continuo sin interrupciones del proceso democrático, sin captar la dialéctica compleja de la vida política colombiana en las distintas fases de la lucha … [el PCC] no se preparó debidamente para una respuesta violenta de la clase dirigente, teniendo en cuenta que son bien conocidas las tradiciones sanguinarias de los sectores reaccionarios colombianos a lo largo de cuatro décadas” … El plan de exterminio físico de militantes comunistas, de revolucionarios de distintas tendencias y de personas democráticas, se había iniciado realmente hace diez años …”. Y agrega que “aunque sobre el plan de exterminio en su fase nacional de desarrollo la dirección del partido recibió una escueta información confidencial, no fueron tomadas a tiempo las medidas de protección. Denunciamos dicho plan de todas las formas posibles, pero carecimos de pruebas ante los gobernantes”. En suma, lo que se deduce de estas apreciaciones es que el Partido creía que el estado colombiano estaba comprometido con una política de garantías a los derechos humanos, sobre todo el derecho a la vida y a la seguridad, sin parar mientes en que los gobernantes de turno, legitimados en las elecciones, eran cómplices del plan siniestro de exterminio de la izquierda, si bien de una manera soterrada e hipócrita, y por consiguiente era ilusorio que podrían ser “convencidos” de sus prácticas genocidas.

6. La trayectoria política de la Unión Patriótica y su declive

Virgilio Barco ejerció el poder en el período 1986-1990 y retoma el maltrecho proceso de paz de la administración anterior, pero le introduce cambios sustanciales. Lo centraliza y lo institucionaliza, crea la Consejería de Reconciliación, Normalización y Rehabilitación para manejar la política de paz y aclara los objetivos de las negociaciones. En últimas, su política de paz se orienta, como antes, a la deslegitimación de la guerrilla. Para ello conservó reforzó el PNR (Plan Nacional de Rehabilitación) creado por Betancourt con el objetivo de lograr algunas reformas en el campo tendientes a disminuir la pobreza, con la esperanza de destruir las causas objetivas del apoyo social del campesinado pobre a la guerrilla. En realidad, el PNR era la parte social del proyecto de exterminio de las estructuras políticas que estaban contribuyendo a la refundación democrática de la nación.

Veamos. En las elecciones presidenciales de 1986 la UP se convirtió en la tercera fuerza política del país con el 11% de la votación. Contra ella se volcaron las fuerzas organizadas del terrorismo de estado bajo la modalidad paramiltar. El paramilitarismo emprendió una campaña de exterminio de activistas agrarios motejados de comunistas. Las direcciones locales de la UP fueron diezmadas. En el primer año de gobierno de Barco fueron abatidos por sicarios cerca de 300 dirigentes de la UP, entre ellos Jaime Pardo Leal, candidato presidencial de la UP, en 1987. En 1988 es asesinado Carlos Mauro Hoyos, Procurador General de la Nación, En 1989 por denunciar de una manera sistemática el maridaje narcotráfico-política, es asesinado Luis Carlos Galán. Poco después es dinamitado el periódico el Espectador por razones similares. En 1989 es abatido Bernardo Jaramillo, candidato presidencial de la UP, y Carlos Pizarro, máximo dirigente del M-19. Poco después es asesinado Manuel Cepeda, Secretario General del PCC. Por todos estos homicidios no existen condenas, pese a que las víctimas han aportado pruebas de la participación del Estado colombiano en estos crímenes. Incluso el abogado defensor de las víctimas de la Unión Patriótica, Eduardo Umaña Mendoza, fue asesinado en los años 90 en su propia oficina de Bogotá.

Es un grave error político y una falta a la verdad histórica atribuirle al narcotráfico los más de 3.500 asesinatos de militantes y amigos de la Unión Patriótica. Porque se ha demostrado hasta la saciedad que la eliminación sistemática de un partido político democrático como la UP, fue el resultado de las relaciones simbióticas entre el paramilitarismo y los organismos del Estado colombiano, sobre todo del ejército.

¿Y cuáles eran las propuestas políticas de la Unión Patriótica? En el Primer Congreso Nacional de la UP celebrado en noviembre de 1985 se señaló que la paz se estaba imponiendo sobre las doctrinas de la Seguridad Nacional y la política militarista de tierra arrasada[4]. El documento es un llamado a la lucha por la prórroga de la tregua y la paz democrática “como único camino hacia los cambios a favor del pueblos y del país”. Al mismo tiemp, es una crítica a la incapacidad del gobierno de Betancourt para llevar a la práctica sus políticas de “cambio con equidad” que fueron sustituidas por nuevas políticas económicas dentro de un encuadre neoliberal, según pautas hoy bien conocidas dictadas por el FMI. Tampoco cumplió el gobierno con las promesas de reformas políticas y económicas expresada en el Acuerdo de la Uribe de 1984, tales como la reforma agraria, la elección popular de alcaldes y el desarrollo de la democracia municipal, las reformas democráticas al sistema electoral y la democratización de los medios de comunicación. En suma, los compromisos de una apertura democrática según el acuerdo inicial de la Uribe no s habían cumplido. Conciente las FARC del enorme desgaste del gobierno de Betancourt, afirma la UP que frente a la perspectiva incierta de que el Gobierno acometa “reformas democráticas estructurales y profundas… es necesario crear un movimiento amplio de millones de colombianos que abra las puertas hacia una democracia avanzada”. Y esto constituye el meollo de la Plataforma de Lucha de la Unión Patriótica promulgado en noviembre de 1985.

Empieza el documento por establecer de una manera inequívoca que”la guerrilla es un fenómeno político y social que tiene profundas raíces en la realidad nacional”. Destaca la existencia de una escalada terrorista, a la cual se le debe responder con una amplia acción de masas, lo que siendo cierto, no va al fondo del asunto, como se ha comprobado posteriormente, que en ese momento se había consolidado un plan oligárquico de exterminio de los dirigentes de las organizaciones de izquierda. Con gran ingenuidad afirma el documento que la gran responsabilidad histórica de la UP era “unir a todas las tendencias democráticas y progresistas y a todos los que están por la paz para lograr una apertura democrática que abra el camino hacia una democracia avanzada”.

La Plataforma de Lucha propiamente dicha recoge los puntos centrales del Memorando del Estado Mayor Central de las FARC-EP a la plenaria de la Comisión Nacional de Verificación de cese al fuego, tregua y paz 2n mayo de 1984 y que en parte fueron aceptados meses después por el Gobierno el Acuerdo de la Uribe[5]. En el aspecto político destacamos la transformación del actual estado en uno que sea garante de los derechos humanos sociales y políticos y en una transformación de las costumbres políticas en varios aspectos fundamentales. Señalamos, entre otros: una efectiva representación de las minorías, la elección popular de alcaldes, gobernadores y el Procurador Nacional de la Nación, la desactivación del estado de sitio, eliminación de las normas que exigen la paridad política, la creación de una Asamblea Popular constituyente para adoptar una nueva Carta Fundamental y subordinación de la fuerza pública a la autoridad civil. En el aspecto económico destacamos la reducción de la jornada laboral a 36 horas, la derogatoria del IVA y la reducción de los impuestos a los sectores de bajos ingresos y el aumento de la tributación de los monopolios y los terratenientes, la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda externa. Todo lo anterior en el marco del principio fundamental que desarrollo económico debe tener como objetivo la justicia social y el mejoramiento armónico e integral de la comunidad. Mención aparte merece la exigencia de una Reforma Agraria Democrática que les entregue gratuitamente la tierra a los campesinos sobre la base de la expropiación de la gran propiedad latifundista y apoye la colonización de los baldíos nacionales, dentro de normas de racionalidad ecológica.

Algunas de estas reformas se lograron en el curso de los años, sobre todo las que tenían que tenían que ver con la reforma del Estado, entre ellas la elección popular de alcaldes. La UP era conciente que una apertura democrática como la contenida en su Programa de Lucha no podrían hacerse por contrato con el Estado Oligárquico. Solamente una gran fuerza popular aglutinada en torno al Programa de Lucha sería capaz de romper con la democracia restringida colombiana mediante un plebiscito en el cual quedaran plasmadas las tareas democráticas esbozadas. Es decir, que la UP había tomado conciencia de la necesidad de un gobierno legitimado por una gran fuerza popular para realizar una apertura democrática. Rezagadas, en la penumbra de la historia, estaban quedando las ideas de la llamada etapa democrático-burguesa como paso previo a la revolución socialista. De este modo la izquierda estaba asumiendo la cuestión del poder como un elemento fundamental de las transformaciones democráticas del país y no solamente como una instancia necesaria en la etapa de las supuestas transformaciones socialistas.

Muchas cosas ocurrieron en 1985 que hacían presagiar el fin de los procesos de paz, casi todas relacionadas con el aventurerismo del M-19 que no comprendió a tiempo el giro político propiciado por la Ley de Amnistía de Betancourt en 1983. El atentado al Comandante del Ejército, General R. Samudio. La toma cruenta del Palacio de Justicia con el propósito de hacerle un juicio político al Presidente. La masacre de Tacueyó por un grupo disidente de las FARC cuyo jefe máximo había sido expulsado de esta organización y aparentemente había adherido al M-19. El atentado al Ministro de Gobierno, Jaime Castro, por el M-19, del cual salió ileso.

Belisario se la jugo toda por la paz, pero no pudo. La Guerrilla aprendió mucho en estos años acerca de la importancia de la política en la lucha de los pueblos. A partir de los proceso de paz con Betancourt, la guerrilla se convirtió en un factor permanente de la política nacional. A partir de entonces, todos los gobiernos se han sentido obligados a incluir en sus planes la agenda de la paz, desafortunadamente como un mero factor electoral desconectado de una estrategia de Estado para iniciar una refundación democrática de la nacionalidad.

En las elecciones de 1986 participó la UP y obtuvo una votación relativamente alta, con el 4.5% del total, el registro electoral más alto de la izquierda en Colombia. Ganó Virgilio Obtuvo cinco (5) Senadores, nueve (9) Representantes a la Cámara, catorce (14) Diputados, trescientos cincuenta y un (351) Concejales y veintitrés (23) Alcaldes. En 1988 la UP se consolida como la tercera fuerza política de Colombia. Obtiene diez y cocho (18) alcaldías propias, noventa y cinco (95) alcaldías en coalición con otras fuerzas, diez y ocho (18) diputados y trescientos sesenta y ocho (368) concejales con convergencia con otras fuerzas políticas como A Luchar y Frente Popular. En 1990, obtiene trece (13) alcaldías, siete (7) representantes a la cámara y un (1) Senador. En 1992 la UP obtiene veinticuatro (24) alcaldías, ocho (8) diputados y contribuye a elegir cien (100) alcaldes en convergencia.


Barco continuó con la política de paz de Betancourt, pero impuso drásticas modificaciones, acordes con su lema de campaña mano tendida y pulso firme. Acabó con las comisiones de paz y se propuso iniciar un diálogo directo con la guerrilla. Al mismo tiempo se propuso un plan de desarrollo en el cual la lucha contra la pobreza tenía un lugar especial y trato de resucitar una reforma agraria en medio de la oposición de los barones del bipartidismo. Su objetivo era acabar con el protagonismo político de la guerrilla atacando sus causas objetivas, como lo eran y son la pobreza y la desigualdad social, mediante el fortalecimiento del PNR y estableciendo un diálogo directo con sus dirigentes. Al terminar la administración Barco se habían desmovilizado el M-19 y otros grupos menores militarmente debilitados y ansiosos de reinsertarse en la vida civil de la nación. César Gaviria, Ministro de Gobierno de Barco, llega a la presidencia en 1990 después del asesinato de Luis Carlos Galán y continúa con las políticas de la administración anterior.

Hemos señalado que la UP participó en la elección popular de alcaldes en 1988 con excelentes resultados, lo que permitió el ascenso a la política de una juventud nueva y dinámica de dirigentes locales ajenos el gamonalismo. Se preparaba para las elecciones de 1990, pero su candidato Bernardo Jaramillo fue asesinado en 1989, lo que sembró el desconcierto y el temor entre sus militantes. Ya la tregua se había roto en la práctica y se reiniciaba la guerra, mientras la guerra el exterminio contra la UP seguía su curso y en vez de detenerse arreciaba sin tregua en el campo y en las ciudades. El M-19 participó en las elecciones presidenciales de 1990 con una votación sobresaliente. Los resultados fueron aun mejores en las elecciones para representantes a la Asamblea Nacional Constituyente. Las conversaciones con las FARC cohesionadas en un frente guerrillero con el ELN en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar CGBS, se rompieron completamente. El día de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, el Gobierno decide la toma de Casa Verde el 9 de diciembre de 1991. Es en esta administración cuando se empieza a gestar la idea de negociación integral con todos los actores armados, incluyendo narcotraficantes y paramilitares, lo que es de por sí el primer intento de borrar las fronteras entre el delito político y el delito común, lo que se logra completamente en la administración de Alvaro Uribe. Curiosamente, la Constitución de 1991 no aboca el problema de la reforma de las Fuerzas Armadas. Tampoco lo hizo Rafael Pardo, un civil al frente del Ministerio de la Defensa. Lo único a destacar es la presión internacional y nacional sobre la violación sistemática de los Derechos Humanos que empieza a hacer mella en las estructuras mismas de la hegemonía política de la oligarquía colombiana y la obliga a hacer tímidas concesiones a la lucha contra el paramilitarismo, el hijo legítimo de Hermann Monster.

En 1993 la UP había desaparecido como movimiento político, aunque la militancia del PCC mantenía viva su memoria con afecto como un recuerdo doloroso. En esta fecha se reúne la VIII conferencia de las FARC-EP y lanza su Plataforma para un Gobierno de Reconciliación y reconstrucción Nacional, la brújula política de este movimiento hasta el presente. Este documento es una continuación de la plataforma de la UP, pero con unos elementos nuevos fundamentales. Esta plataforma es un resumen de la plataforma del MB que había sido creado en abril de 2000 por las FARC, aunque la idea de su creación data en 1988 aproximadamente.

En primer lugar, cabe destacar el reencuentro con las tradiciones históricas de la nación escondidas en el pensamiento bolivariano de estirpe republicana. Después de declarar de una manera tajante su compromiso con “la solución política al grave conflicto que vive el país”, declara que”la doctrina militar y la Defensa nacional del nuevo gobierno de Reconciliación y Reconstrucción nacional será bolivariana”. Cita al Libertador cuando expresaba que

“el destino del ejército es guarnecer la frontera. Dios nos preserve de que vuelvan sus armas contra los ciudadanos”

Es un cambio maravilloso en las concepciones de la Seguridad Nacional que va mucho más allá de las simples declaraciones sobre el desmonte de la actual doctrina sobre la Fuerza Pública cuya misión es combatir al enemigo interno. Al acoger las FARC este ideal del pensamiento republicano de Bolívar, de un tajo pone a la izquierda fuera de la órbita de las concepciones hobsianas del Estado para reconciliarnos con un estado anclado en las realidades de la vida y la historia de la nación, no como el lugar de la guerra de todos contra todos según el modelo liberal abstracto, sino de la comunidad moderna que acoge a los ciudadanos virtuosos que conviven en el ámbito del respeto a las leyes justas. En el nuevo Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, las Fuerzas Armadas serán garantes de la soberanía nacional y respetuosa de los derechos humanos. Y la policía, después de una reestructuración y reedución en el respeto a los derechos humanos, cumplirá una función preventiva y moralizadora.

En segundo lugar, en lo que tiene que ver con la política económica, retoma los puntos fundamentales de la Plataforma de Lucha de la UP, pero añade un elemento importante de democracia participativa en la planeación económica, en cuanto que las organizaciones sindicales, los gremios económicos y las entidades académicas y científicas tomarían parte en la elaboración de las políticas económicas sobre inversiones estratégicas y en las políticas de inversión social en salud, educación y vivienda, para lo cual propone destinar el 50% del Presupuesto Nacional. Una novedad es la propuesta de destinar el 10% del presupuesto al desarrollo de la ciencia y la tecnología, lo que indica la sintonía de las FARC con las exigencias de la modernización en materias de desarrollo económico. En los demás puntos sobre cuestiones económicas no se diferencia de la Plataforma de Lucha de la UP. Pero llama la atención la forma moderna como El Programa de Reconciliación y Reconstrucción Nacional asume el tema de una Reforma Agraria que ha sido históricamente una reivindicación de las FARC y que está explícitamente desarrollado en la Plataforma de Lucha de la UP. La Plataforma de Lucha asume la reforma agraria con un sentido de redistribución de la tierra, lo que se expresa llamando a luchar por “la aprobación de una Ley de Reforma Agraria Democrática que le entregue gratuitamente la tierra a los campesino sobre la base de la gran expropiación de la gran propiedad del latifundio”. En cambio, en la Plataforma se habla de estimular de una manera total a la industria y la producción agropecuaria y “liquidar el latifundio allí donde subsista redistribuyendo la tierra y definiendo una frontera agrícola que racionalice la colonización y proteja el arrasamiento de nuestras reservas”.

Tanto en el Programa de Lucha como en la Plataforma están claramente establecidas las fronteras con el neoliberalismo en sus aspectos económicos y políticos. Pero hay punto en el Programa de Reconciliación y Reconstrucción nacional que tiene un carácter eminentemente nacional y que no admite la ubicación en uno u otro espectro de la lucha política. Se trata del narcotráfico que no es considerado en la Plataforma de 1985. Dice textualmente el programa que “la solución del fenómeno de producción, comercialización y consumo de narcóticos y alucinógenos, entendido ante todo como un grave problema social que no puede tratarse por la vía militar, que requiere acuerdos con la participación de la comunidad nacional e internacional y el compromiso de las grandes potencias como principales fuentes de la demanda mundial de los estupefacientes”.

7. De la Unión Patriótica al Polo Democrático Alternativo

La UP dejó sembrada una semilla que ha germinado en la izquierda colombiana: la semilla de la unidad de la izquierda colombiana en torno a un programa de gobierno democrático. Aunque el programa de la UP era un programa de lucha en el viejo estilo, la propuesta misma era un auténtico programa de gobierno. De hecho, en 1993 este programa de lucha se convierte en el Programa de Reconciliación y Reconstrucción Nacional. Diversos acontecimientos políticos globales la han despertado de sus sueños dogmáticos y obligado a pensar en la nación, en sus tradiciones históricas y culturales en medio de una diversidad ideológica unificada en torno a dos ejes fundamentales: el republicanismo y el marxismo.

Ante el agotamiento de la fuerza civilatoria del capitalismo, que ha entrado en una fase de barbarie, el republicanismo es un retorno a las ideas de la democracia radical implícitas en los ideales libertarios e igualitarios iniciales de los convencionistas de Virginia de 1776 y expresadas con mayor vigor y convicción posteriormente por los dirigentes de la Revolución Francesa de 1789. La democracia como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo se expresa en el nuevo republicanismo como una reconstrucción de los vínculos sociales del hombre reducidos por el capitalismo a meras relaciones de intercambio. En suma, la democracia republicana se propone la restauración de la comunidad política, las virtudes ciudadanas y la libertad positiva que saca al individuo del espacio reducido de lo privado y lo ubica en el centro del espacio público donde reside de verdad la vida política. La axiomática de la versión hobsiana del liberalismo y que hoy se ha convertido en el dogmatismo neoliberal como pensamiento único, tiene una alternativa en el proyecto político, cívico, humanista y republicano que reconoce la esencia política del hombre que participa activamente en cuanto ciudadano en la esfera pública. En la versión moderna de la afirmación aristotélica según la cual el hombre es un animal político que no puede alcanzar su excelencia sino y por la condición de ciudadano[6].

El pensamiento de Marx no es ajeno al republicanismo en cuanto a forma de pensamiento político. Por supuesto, son ajenos al pensamiento republicano los problemas de la distribución en la sociedad moderna capitalista en la cual ésta se hace según los mecanismos conocidos de explotación que respetan la libertad individual ficticia de los trabajadores asalariados y que son avalados por los estados capitalistas en sus textos constitucionales (la propiedad privada es el derecho más importante) y la legislación laboral. Pero en la concepción de la política, el marxismo tiene un interés fundamental en la búsqueda de una comunidad política en el seno de la sociedad moderna. Este es el contenido de las repetidas expresiones de Marx en el sentido de que el hombre moderno debe traspasar los estrechos límites de la emancipación política mediante la emancipación social, que no es otra cosa que la superación del antagonismo estructural entre el capital y el trabajo instalado en el corazón de la sociedad moderna capitalista. De este modo se realizaría la utopía marxista de una sociedad sin clases en la cual se pueda realizar la identidad entre la existencia privada y la existencia pública.

Marx, profundo conocedor de la historia de la Revolución Francesa, mantuvo siempre la idea de pueblo como una categoría política fundamental que de ningún modo se opone al concepto de clase social. Durante la Revolución Francesa, el pueblo era el Tercer Estado compuesto por campesinos, burgueses, pequeños propietarios, intelectuales los desposeídos. En Colombia, el pueblo era lo otro distinto a la oligarquía, tal como lo pensó Gaitán. En un sentido general, el pueblo está formado por los que están excluidos por las estructuras de dominación en una época dada. En Colombia y en América Latina la izquierda empieza a asumir la idea de pueblo a partir de una conceptualización de la democracia, como principio, sujeto y fin del Estado y del orden constitucional. Hay una toma de conciencia de que no es la ley la que determina la existencia política del pueblo, sino que, por el contrario, la ley es el resultado de las luchas políticas por la justicia y la igualdad. El pueblo aparece de este modo bajo la modalidad de pueblo que lucha contra la legalidad existente. Marx pensó la sociedad comunista dentro de las tradiciones comunalistas. La comuna no sería un organismo parlamentario sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo, una especie de gobierno de los trabajadores para llevar a cabo la emancipación social del trabajo. O algo parecido a la fugaz República social e creada por el pueblo parisino en febrero de 1848, mientras vivaba la libertad, la igualdad y la fraternidad, la cual expresaba un anhelo vago de acabar no solamente con las formas monárquicas de dominación sino con la dominación de clase del capitalismo naciente.

Las relaciones entre marxismo y republicanismo son mucho más complejas de lo que acabamos de esbozar y son objeto de estudio y exploración por la intelectualidad marxista en la actualidad. Par nuestros propósitos es suficiente lo que acabamos de expresar para mostrar que existe una relación de continuidad ideológica entre el proyecto de la UP y el proyecto del PDA. La idea central que establece este vínculo es el republicanismo bolivariano.

Los fundamentos ideológicos e históricos del pensamiento de Bolívar son analizados por J. U. Ureña en texto reciente[7]. Un análisis a fondo del Discurso de Angostura de 1919, el Proyecto Constitucional para Venezuela de 1811 y la Carta de Jamaica de 1815 permiten al autor demostrar los fundamentos ideológicos republicanos que inspiraron sus actividades políticas como libertador, como pensador de la libertad y como legislador. Bolívar fue un hombre de su tiempo que estudió con detenimiento el pensamiento de los representantes del republicanismo cívico de la época. Su preocupación fundamental era encontrar una respuesta teórica y práctica sobre el modelo constitucional más adecuado para Venezuela. Y la encuentra en el modelo republicano de J. Adams. El mejor sistema político para lograr el bienestar, la seguridad y la libertad de los pueblos es el modelo republicano como la antítesis del despotismo. De Montesquieu retoma la idea de que la calidad y excelencia de un gobierno no deriva de su carácter teórico, ni de su forma, ni de sus mecanismos, sino de su capacidad para reflejar la naturaleza y las modalidades de la nación para la cual se constituye. Además, las leyes deben ser propias para el pueblo que se hace. Estas ideas constituyen el hilo conductor del pensamiento político de Bolívar con miras a encontrar una forma de gobierno estable que conciliara la libertad, el orden legítimo y la justicia social. Y para ello, Bolívar se ve precisado a echar una ojeada al pasado de Venezuela y de América Latina en general. Retomando la Carta de Jamaica de 1815 dice el documento del Congreso de Angostura el carácter multirracial de nuestra América como resultado de una ocupación violenta que destruyó las bases de las civilizaciones aborígenes. Somos, pues, Americanos por nacimiento y europeos por derechos. No se hace ilusiones sobre el pueblo, una población escasa y heterogénea de blancos, negros e indios y de castas intermedias que ha sido corrompido por el triple yugo de la tiranía, la ignorancia y el vicio. Aprendió a obedecer víctima del engaño y la fuerza, no recibió durante la dominación colonial el ejemplo y la educación para la libertad y la autodeterminación. Por tanto en necesario partir de la igualdad para una refundación democrática de la naciente república de Venezuela con un Estado fuerte capaz de asegurar la seguridad de los ciudadanos y la estabilidad de la nación. Retoma de Rousseau la idea de que un pueblo corrompido, si alcanza la libertad, tendrá grandes dificultades para mantenerse libre. Por ello Bolívar ahincadamente aboga por la educación popular en una perspectiva liberadora, como una condición fundamental para lograr los fines de la república.

Ya hemos señalado que el republicanismo bolivariano es asimilado poco a poco por la UP, hasta convertirse en una componente ideológica fundamental del Programa de Reconciliación y Reconstrucción Nacional de 1993 que se ha convertido en el eje político de las FARC-EP y del MB. En la proclama del lanzamiento de este movimiento, en marzo del 2000, se expresa el estilo violento utilizado por la oligarquía colombiano en el ejercicio del poder: “para mantenerse en el poder han acudido a una guerra sin reglas. Desde los tiempos de los atentados al Libertador Simón Bolívar y al Mariscal Antonio José de Sucre pasando por los magnicidios de Jorge Eliécer Gaitán y Jaime Pardo Leal, los jefes liberales y conservadores han utilizado el crimen y la violencia, como herramienta principal del Estado para imponer su ley, llevando el terror y la intimidación a un pueblo anhelante de tolerancia democrática, justicia y bienestar”[8]. Dada la experiencia con la UP, el MB opta por ser un movimiento clandestino. Esto es expresado así: “el rostro semioculto de El Libertador Simón Bolívar que hace parte de la presidencia de este acto y que descubre su noble y profunda mirada, significa que el nuevo Movimiento Político tendrá un funcionamiento clandestino. La amplitud de los objetivos a conquistar no ocultan los peligros que se ciernen sobre su existencia. No repetiremos la experiencia de la Unión Patriótica en donde la heroicidad de sus integrantes y la generosidad que caracterizó su compromiso, fueron brutalmente abatidas por las Fuerzas Armadas Oficiales en traje de civil, hasta prácticamente hacerla desaparecer. Y como resumen de toda la propuesta programática invita el documento “a organizar esta nueva herramienta de lucha que llamaremos MOVIMIENTO BOLIVARIANO POR LA NUEVA COLOMBIA para cimentar futuro sobre nuestros históricos valores patrios, para juntar esfuerzos y esperanzas y concluir lo que el Libertador Simón Bolívar empezó y está por terminar: la integración latinoamericana, la independencia nacional y la justicia social”.

La defensa de los Derecho humanos y la lucha por la democracia constituyen los ejes fundamentales en torno a los cuales se articula el proyecto político del Polo Democrático Alternativo PDA.

La exitosa campaña electoral del PDA para la elección de representantes a la Cámara y el Senado, fue un reencuentro de Colombia con su destino histórico trazado con perfiles nítidos por el Libertador en sus luchas, escritos y proclamas por la libertad y la democracia hace casi dos siglos. Contrariando las opiniones del Precursor Miranda, Bolívar sí creyó en la capacidad de los habitantes de América Latina para decidir su independencia total del despotismo español y adoptar un sistema republicano y democrático de gobierno que nos condujera a la superación de la postración política, económica y cultural de los pueblos de América. Y dadas las condiciones de la época y el empeño español de mantener sus dominios, no vaciló en recurrir a la guerra como medio para logra sus fines liberadores y democráticos. Las derrotas iniciales no hicieron sino afinar su fe en la victoria y en el triunfo de sus ideales republicanos y libertarios. Con un ejército de mulatos, indios, mestizos, negros, pardos y blancos representativo de la variedad racial de América y de la fuerza telúrica de su mestizaje, recorrió el continente liberando naciones y creando estados e instituciones que han sobrevivido el paso de los siglos. Hoy más que nunca está vigente el ideal bolivariano de una América unida por los vínculos de la cultura, la fraternidad y las creencias en un destino común compatible con una vida digna para todos.

El PDA considera que en las condiciones históricas actuales, el camino para el establecimiento de un poder político democrático y de izquierda es el de la lucha electoral que debe ser asumida de una manera integral. Claramente lo expresa Carlos Gaviria en su programa de Gobierno:

“Somos demócratas convencidos que impulsamos [una] propuesta de izquierda democrática sin sectarismos ni ambigüedades para hacer posible una alternativa de poder democrático que encarne las esperanzas de la sociedad colombiana. Este programa es la síntesis de múltiples experiencias y propuestas alternativas. No es más de lo mismo. Se construye sobre las conquistas del pensamiento y la cultura de la humanidad progresista… Nuestro mandato se apoya en la voluntad popular… El objetivo final es que Colombia, con el gobierno de izquierda democrática que representamos, recupere su dignidad y toda la población pueda avanzar en paz hacia la prosperidad”


Carlos Gaviria encarna mejor que nadie este ideal bolivariano democrático y americanista que las clases dominantes colombianas se han empeñado en tergiversar. Por ejemplo, Álvaro Uribe repite constantemente frases del mensaje a la Convención de Ocaña en la que Bolívar afirma la necesidad e importancia de un estado fuerte que imponga seguridad y respeto por las leyes y las virtudes ciudadanas, pero omite el contexto del documento relacionado con el grado de postración económica del país por los gastos de la guerra contra el despotismo y la advertencia que la fortaleza del Estado es para impedir la trasgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo.

Construir democracia es la idea directriz de su Programa de Gobierno de Carlos Gaviria. Se trata de una democracia viva y pluralista para combatir las desigualdades sociales y hacer posible una alternativa de poder democrático, a donde confluyan las esperanzas de paz y de una vida mejor de los colombianos. El objetivo final es crear un gobierno de izquierda para que Colombia recupere su dignidad, garantice los derechos políticos y sociales y toda la población pueda avanzar hacia la paz y la prosperidad. El Programa de Carlos Gaviria es un compromiso solemne con la defensa de los derechos humanos para todos los colombianos, para lo cual asume la responsabilidad de crear las condiciones sociales y políticas que permitan garantizarlos de una manera progresiva. Defiende la diversidad sin discriminación y la democracia participativa con efectiva participación de las comunidades en la toma de decisiones sobre asuntos públicos. Quiere promocionar las formas de organización social y comunitaria de base. Hace un reconocimiento a la pluralidad de modelos económicos existentes en Colombia, los planes de vida propios de indígenas y comunidades negras y su derecho a una articulación autónoma al sistema económico. Se propone fomentar la recuperación y afirmación de la identidad y la cultura de los colombianos y de los distintos grupos étnicos y la socialización de su aporte a la construcción histórica de la nación colombiana.

7. Abajo la tiranía neoliberal

Comprender a fondo el modelo económico y político imperante en el mundo es al mismo tiempo una aproximación desde fuera al proyecto económico y político del PDA, lo que permite mostrar la fuerza de los ideales democráticos que lo inspiran en contraposición a la tiranía neoliberal imperante en Colombia y en el mundo.

En un libro reciente, E. A. Puga hace un análisis bien documentado del proceso involutivo de la democracia mientras se consolida el triunfo de la tiranía neoliberal[9]. Es un análisis coherente de la pretensión de los ideólogos neoliberales de establecer una conexión natural entre democracia y mercado, entre capitalismo y libertad, ignorando deliberadamente que se trata de conceptos que se aplican a realidades totalmente distintas. No entienden que el mercado organiza el tráfico de intereses privados, mientras que la democracia ordena el interés común de los políticamente iguales. Ellos son los enemigos reales de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero no se atreven a confesar públicamente sus verdaderas devociones. Estos conceptos fundamentales de la democracia, entre otros, son reemplazados por las tecnocracias al servicio de los intereses de las grandes corporaciones por el lucro, la competitividad y el consumismo. Y cosa extraña, la izquierda se esconde y no se atreve a defender los postulados que la han iluminado en sus luchas por la democracia durante casi dos siglos.

Desde Aristóteles, la democracia es fundamentalmente el gobierno del pueblo. Pero bajo la égida del neoliberalismo el pueblo desaparece como actor político y los técnicos al servicio de las grandes corporaciones deciden la orientación económica de los gobiernos. En Colombia, la ideología comunitarista del uribismo ha reducido al pueblo a mero objeto del asistencialismo demagógico a los pobres, meros sujetos de favorcitos. El pueblo como sujeto de transformaciones sociales desaparece mágicamente. Los pobres se convierten en potenciales consumidores que sólo requieren de un poco de ayuda para que puedan ingresar a la economía de mercado y así ser reconocido como ciudadano pleno de una sociedad plutocrática.

La lucha por la democracia ha sido y es la lucha por una sociedad más justa e igualitaria. La igualdad es la viga maestra del edificio democrático. Tomás Moro denuncia los abusos cometidos por las clases dirigentes y elabora el proyecto de una sociedad más justa e igualitaria. Estaba horrorizado de ver convertida a la Inglaterra de Enrique VIII en “reino de mercaderes”. Las corrientes igualitarias se mantienen vivas en los fundadores de la democracia burguesa. Hobbes parte de la idea de la igualdad básica de todos los hombres en sus cuerpos y en sus mentes, lo que hace necesario la creación de un poder superior, el Estado, que pueda controlar los apetitos desmedidos por poder y bienes de unos en desmedro de los otros. De este modo, sobre la base de criterios de justicia, el nuevo Leviatán podría mantener la paz social en la nueva sociedad moderna capitalista de lobos que tratan de devorarse los unos a los otros. De este modo a la igualdad de hecho entre los hombres corresponde en el plano político la igualdad de los derechos y por tanto ningún hombre puede ser sometido a la voluntad o a la autoridad de cualquier otro hombre afirmaba Locke. El ejercicio de la soberanía política como expresión de la voluntad general tiene como premisa la igualdad dentro de una sociedad donde nadie es lo suficientemente opulento para comprar a otro ni lo suficientemente pobre para ser constreñido a venderse, según escribía Rousseau. Por tanto la principal tarea de los gobiernos democráticos consiste en luchar por la desaparición de las desigualdades políticas y económicas y abrir espacios para la participación ciudadana en los negocios públicos. No basta que el ciudadano sea libre el día de las elecciones y luego siga viviendo como esclavo.

S. Mill y K. Marx coincidían en que un sistema político justo debe preocuparse por crear condiciones para que cada hombre pueda desarrollar sus potencialidades y completar un desarrollo armonioso de sus facultades.

Los primeros textos constitucionales de la burguesía inscribieron en sus declaraciones el principio de la igualdad. El texto de 1776 de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos reconoce que”todos los hombres nacen libres e iguales y a todos confiere el Creador unos principios inalienables, entre los cuales se encuentra la vida, la libertad y la consecución de la felicidad”. La Revolución Francesa de 1789 tuvo como emblema distintivo la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se puede afirmar que en la segunda mitad del siglo XVIII la humanidad dio un paso de gigante en el arduo camino de la democracia. Pero los nobles principios consagrados en los textos constitucionales, al encontrarse con las realidades de la sociedad capitalista, mellaron su filo igualitario para acomodarse a los intereses de las clases dominantes decididas a defender con uñas y dientes sus privilegios. El Derecho a la Propiedad Privada se convirtió en un derecho sacrosanto e inviolable. Las desigualdades entre los hombres estaban impuestas por las leyes de la naturaleza. Era contrario al espíritu laico del liberalismo justificar los hechos de la vida social con argumentos religiosos, así que encontró en la naturaleza las premisas paganas adecuadas para justificar la propiedad privada. En el Código Napoleónico desconoció las teorías progresistas de los filósofos de la Ilustración y entronizó unas leyes que asumen el carácter excluyente y absoluto de la propiedad privada. El titular de la propiedad adquiere el derecho al uso y el abuso los bienes muebles e inmuebles. El legislador desconoció las objeciones de los padres de la democracia burguesa contra el despilfarro y las graves consecuencias sociales de la acumulación de riqueza en pocas manos.

Empezaron, pues, a actuar los enemigos de la democracia real. Ahora mandan otros intereses, cuando aun no había desaparecido del todo la euforia popular de los primeros momentos de cambio del régimen feudal. El pueblo se tornaba peligroso y era necesario dosificarle la entrega de poder. Las clases dominantes advirtieron los peligros paras sus intereses de cualquier exceso de democracia. La libertad, la igualdad y la fraternidad fueron inmoladas en la pira funeraria en aras de los intereses económicos de los poderosos. Esa ha sido la historia política después del ascenso al poder político de la burguesía. La solidaridad fue estrepitosamente derrotada por el ánimo de lucro, la igualdad por el derecho a enriquecerse sin límites y la libertad se limitó exclusivamente a las prácticas mercantilistas.

La defensa de la igualdad tuvo que refugiarse exclusivamente en los partidos de izquierda, siendo que era un patrimonio común de todas las ideologías democráticas. Por ello, una característica fundamental y propia de las tendencias progresistas frente a la derecha conservadora es la defensa de la igualdad. Todos los movimientos socialistas en sus diferentes versiones (comunistas, socialdemócratas, anarquistas) han incluido en sus programas máximos la lucha por una sociedad igualitaria y los avances en materias sociales se han realizado a contracorriente de las clases dominantes. Pensemos, por ejemplo, en las limitaciones de la jornada laboral, la prohibición del trabajo de los menores, el reconocimiento del derecho de huelga de los trabajadores, las vacaciones pagadas y obligatorias, la asistencia sanitaria.

Después de pasar por las experiencias del totalitarismo fascista y nazista y su derrota por la acción conjunta de una coalición de fuerzas democráticas a nivel mundial, en el horizonte político se percibía el declive de la democracia si no se hacían correctivos urgentes a la flagrante desigualdad social. Lo que era en ese entonces una hipótesis plausible, es hoy una realidad. Es un hecho desafortunado que el pensamiento único neoliberal se ha encarnado en el poder para arrasar con los más leves vestigios de los derechos sociales. Los partidos socialdemócratas se han dado un abrazo fraterno con los postulados neoliberales en materias económicas y han dejado el discurso sobre la igualdad como un mero formalismo. Por ello el debate entre la derecha tradicional y la alternativa de izquierda se reduce actualmente a cuestiones secundarias relacionadas con las “posturas socialmente progresistas”, pero renunciando a una transformación real y profunda de la organización económica y política. En las contiendas electorales todos se afanan por ocupar el centro para inflar la bolsa de los votos. Las corrientes progresistas rinden culto al mercado, pero quieren encauzarlo dentro de lo socialmente tolerable. Los conservadores también lo hacen, pero se entregan a las bajas pasiones del dinero. Curiosamente, los idólatras del mercado se olvidan que su mismo funcionamiento depende de cierta igualdad de riqueza entre los demandantes de bienes y servicios. Mientras tanto, la desigualdad en la distribución de excedentes económicos después de las deducciones fiscales crea grandes masas de recursos productivos que se dedican a satisfacer el capricho de los ricos en medio de una gran parte de la población mal vestida, mal alojada y mal nutrida. El abastecedor del mercado solamente atiende las peticiones de quienes disponen de suficiente capacidad adquisitiva para pagar por los bienes demandados. Los pobres no existen en la práctica según los mandamientos de los teóricos neoliberales. Lo más que pueden esperar son acciones caritativas por parte de los opulentos siempre que sean dóciles y complacientes. O convertirlos en pequeños empresarios mediante créditos del Estado para integrarlos al circuito del mercado por la vía de la propiedad privada. Así seguirán siendo pobres, pero propietarios al fin y al cabo.

La igualdad no se refiere solamente a la distribución de bienes económicos. De igual importancia es la distribución del poder, la igualdad de poder entre los ciudadanos adultos de una comunidad política respecto a las decisiones fundamentales del gobierno. Algunos teóricos afirman que la igualdad política es factible en las pequeñas comunidades que conforman las sociedades modernas ensambladas de una manera sistémica a partir de modernas organizaciones estatales integradas por millones de ciudadanos que habitan en extensos territorios[10]. Es allí en los espacios de la vida cotidiana donde discurre el diario quehacer y las personas se relacionan directamente con la lucha por la supervivencia, en medio de la hostilidad y la agresividad estimuladas por la competitividad, donde hay que empezar por desarrollar la democracia. Los empleados y los trabajadores discuten en sus sitios de trabajo sobre las soluciones a la organización laboral y la mejora de las condiciones de trabajo. En últimas, se trata de fomentar una activa participación ciudadana en la fábrica y en los lugares de trabajo, en las asociaciones vecinales y en las actividades educativas y culturales. A la larga, la democratización local del sistema social produciría una democratización de todo el sistema, lo cual no deja de ser una ingenuidad que conduce a la despolitización del ciudadano moderno. Se trata de una versión degenerada del concepto de “democracia por la base” o “democracia desde abajo” comprometida con la organización del pueblo no solamente para tratar los problemas locales de su entorno comunitario sino para crear una fuerza organizada capaz de influir decisivamente en las políticas económicas y sociales a nivel del Estado y, eventualmente, asumir su dirección.

Opuesto al realismo neoliberal que implica una revisión salvaje del contenido democrático de la teoría tradicional de la democracia liberal para ajustarla al mercado, el realismo democrático de Macpherson[11] consigna primero las parodias de la "teoría empírica de la democracia" formulada por lo que llama el eje Schumpeter-Dahl y por la corriente comunitarista inaugurada por John Rawls. De ser una aspiración humanista, la democracia es reducida a un sistema de equilibrio de mercado, acusa Macpherson el giro impreso por Joseph Schumpeter en 1942 y Robert Dahl en 1956. Y afirma que "el modelo de democracia que ha sido elevado a la ortodoxia por la ciencia política americana es sin duda destructivo de la idea liberal-democrática original". El eje Schumpeter-Dahl se basa en el postulado implícito de que el hombre es esencialmente un consumidor de mercancías. Y esta idea se lleva al ámbito de la política par impedir el desarrollo moral. Su crítica avanza al afirmar que una sociedad capitalista de mercado implica necesariamente una transferencia neta de parte de los poderes de algunos hombres hacia otros.

Los ideólogos proclaman a los cuatro vientos la íntima vinculación entre democracia y mercado, ignorando deliberadamente que se trata de concepciones que se aplican a realidades totalmente diferenciadas. Por el contrario, existe una incompatibilidad radical entre una organización económica que fomente las desigualdades y un sistema político que tiene como columna vertebral la defensa de la igualdad entre los miembros de la comunidad política. El acoso y derribo de los valores y principios democráticos esta alcanzando niveles realmente alarmantes ante la pasividad de las mayorías.

En las actuales circunstancias históricas, la globalización equivale a la expansión del poder económico y militar de los Estados Unidos que se ha convertido en un auténtico poder imperial con el abandono de los valores republicanos de sus fundadores. El republicanismo que inspiró el ejercicio del poder durante casi un siglo, s ha ido desvaneciendo para dejar el espacio político libre a los empresarios y los banqueros que conjuntamente con los militares han constituido una casta intocable que influye de manera decisiva en la dirección del Estado. Para ello cuentan con un nutrido grupo de intelectuales que en las universidades y en los medios de comunicación proclaman, explican y difunde el ideario neoliberal. El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo ha sido reemplazado por dirigentes que asumen que su función política es garantizar en la tierra un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. Se ha entronizado una auténtica plutocracia. El pueblo en general se ha convertido en una amenaza para la democracia. Los partidos políticos han borrado las fronteras ideológicas que los separen y distingan, así que se gobierna sin oposición en la práctica. Las clases dirigente explotan los miedos para evitar la participación popular. Ante era el comunismo y ahora es el terrorismo. La mitad de los ciudadanos no vota en las elecciones y entre los que votan la gran mayoría se abstrae de toda responsabilidad de participar en la vida pública, como si un poder opresor gravitara sobre las conciencias de los ciudadanos para convencerlos de su impotencia para influir y cambiar los acontecimientos políticos.

Las elites contemporáneas solamente responde ante sí mismas, lo que es una característica compartida de todas las tiranías Existe un evidente desequilibrio en la lucha por el poder. El pueblo, constitucionalmente soberano, se encuentra fragmentado mientras las elites se organizan en torno a objetivos compartidos con un sentido solidario. Las fuerzas sindicales se han desactivado ante la amenaza de la pérdida del empleo. En la representación de la gran farsa democrática global, el pueblo es pura comparsa. Mediante una descarada manipulación intelectual, se logró que la libertad fuera compatible con la dictadura. La supuesta defensa de la libertad se ha transformado en un método falaz para enajenar la voluntad mayoritaria de los ciudadanos e imponer una tiranía global. El gran enemigo de la democracia neoliberal es la democracia auténtica. La lucha por la igualdad y la democracia es el camino auténtico y efectivo contra la tiranía neoliberal.

El Presidente del Polo Democrático Alternativo, Carlos Gaviria, se preguntaba en el Congreso de la Unidad en agosto del 2005 por la situación política colombiana. Y en términos muy simples contesta:

[La clase dirigente colombiana] no pueden admitir que sus privilegios los obtienen a costa de la miseria y pobreza de los más. Por eso aparece la paradoja de que son las grandes mayorías las que han dispuesto que haya una pequeña franja de privilegiados. Esa técnica del engaño constituye lo que tradicionalmente se ha llamado el velo ideológico. La realidad se presenta distorsionada para que aparezca amable, lo que es letal; como en el vals, es «un veneno dulce que parece que consuela pero mata al fin». Surge entonces el compromiso de la gente que ha tomado conciencia de la situación: descorrer los velos que ocultan la realidad. Sartre, cuyo centenario de nacimiento se conmemoró el pasado 18 de junio, ejemplo de intelectual honesto y valeroso, lo expresaba así: «La única posibilidad de asumir un punto de vista inmune a la ideología decretada desde arriba, es ponerse del lado de aquellos cuyas condiciones de existencia la contradicen».


¡He aquí el eje de la lucha contra la tiranía neoliberal en Colombia de todos los demócratas colombianos¡

8 Epílogo: La UP y el sepulcro vacío[12]

En Walter Benajamin la utopía tiene un profundo vacío que la protege del historicismo. La frontera de este vacío aparece justo en el momento en que parece disolverse la diferencia entre el presente y el futuro. La utopía que se mueve hacia el futuro en contravía del deseo profano de felicidad, lo que incrementa la fuerza del impulso mesiánico. La prohibición judía de investigar el futuro lo despoja de su encanto idealista y nos vuelve en cambio hacia el recuerdo revolucionario. Benjamín sabía que la clase dirigente contrata a adivinos para asegurarse de que incluso el futuro sea manipulable. La labor realmente ardua es la de predecir el presente y de pronosticar el pasado, descifrando sus imágenes antes de que se hundan en la memoria involuntaria. La memoria de los ancestros esclavizados no puede sustituirse por el sueño de los nietos liberados porque el futuro nunca borra el pasado. Hay que estar en guardia para no abrir sin más la puerta del futuro al Mesías. Porque nuestra imagen de felicidad está indisolublemente ligada a nuestra imagen de redención. Y esta imagen debe ser diáfana para que pueda dar nombre y significado a la negatividad del sufrimiento histórico sin borrarlo por la vía positiva de la utopía.

Para la mitología cristiana la imagen de la redención no es el Señor resucitado sino la tumba vacía. De este modo se configura la historia alrededor de la ausencia del Mesías resucitado que abre para cada época el espacio de la trascendencia de sí misma. Este signo “que no compromete” evita que el cristiano adore los sufrimientos de Cristo y convierta la historia en una mera imagen de pérdidas. Con ello frustra al mismo tiempo cualquier impulso de taponar esa pérdida con una presencia positiva. Un futuro ausente e indescifrable vacía el presente para que pueda llenarse con la sangre salvadora del pasado. Un presente fecundado por el recuerdo del sacrificio de un pasado revolucionario ya no es idéntico a sí mismo, pues ha roto el hechizo del Mesías desaparecido. Este presente puede ser pobre, pero es la única posibilidad de consultar el pasado y hacer que las sombras de los muertos aparezcan en sus bordes. Para ello es necesaria la presencia actuante de un partido revolucionario que sea el guardián de los muertos, la memoria viva de los luchadores por su liberación.

Las situaciones trágicas no son modificables para las víctimas. Pero siempre existe la esperanza de la vida después de la vida si redimimos el pasado. Para ello hay que imbuirlo de significado retrospectivamente y darle valor mediante la acción revolucionaria. Estas redenciones son generalmente parciales, pues ciertas tragedias persisten como una herida olvidada en la carne de la historia. Es el caso del genocidio de la UP.
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[1] Referencias extensas a esta misión se pueden encontrar en el texto del Cinep Paramilitarismo de Estado en Colombia11988-2003. En este texto hay una bibliografía extensa de los manuales de contrainsurgencia del ejército colombiano desde 1962. Este texto se utiliza extensamente en este artículo
[2] En un libro reciente (M. G. Magil. Crónica oculta del conflicto, Ediciones desde abaj, 2004) aparece un testimonio de Raul Reyes, vocero de las FARC en la Mesa Nacional de Diálogo, en el cual en expresa que durante el gobierno de Betancourt aumentaron las accione paramilitares, pero sin hacer una referencia concreta a un plan estratégico del ejército elaborado muchos años atrás. En el mismo libreo hay un testimonio de Manuel Marulanda en el que expresa que en el trascurso de las conversaciones de paz con Betancourt y Barco se conoció “el surgimiento del paramilitarismo para ajusticiar guerrilleros y auxiliadores de la guerrilla”. En 1982, se cambió en la VII Conferencia, el nombre de FARC por FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo) y se hablaba concretamente de la militarización y fascistización del país, lo cual era evidente a juzgar por las políticas de Turbay Ayala. Pero no hay evidencias en los documentos del momento que las FARC tuviera conocimiento de una plan de genocidio político de la izquierda fraguado por el Ejército Nacional con el beneplácito de la oligarquía y cuya ejecución bajo la modalidad paramilitar sicarial no pararía mientes en alianzas con las organizaciones de narcotraficantes. Una lectura atenta de un conocido libro (J. Arenas. Cese el fuego, una historia política de las FARC, Editorial Oveja Negra, 1985) permite comprobar la justeza de esta conclusión. Solamente en 1989 y de una manera oficial, en el material preparatorio para el encuentro por la paz en Ibagué en febrero de 1989, se empezó a hablar de un plan de exterminio contra la Unión Patriótica. Esto ocurre a sabiendas que el Estado Mayor del Ejército tenía a su disposición los Documentos de el VII Conferencia y conocía a ciencia cierta los cambios tácticos de las FARC-EP (obra citada página 122).

[3] Conclusiones generales del Primer Congreso Nacional de la UP, noviembre de 1985
[4] Conclusiones generales del Primer Congreso Nacional de la UP, noviembre de 1985.
[5] Cabe destacar el artículo 18 del Memorando en el cual se muestra que las FARC eran plenamente concientes de la existencia de escuadrones de la muerte como “encarnación delictiva de inspiración mafiosa y dirigidos y financiados por los militares”. No hay una referencia explícita a que estas organizaciones hacen parte de una estrategia político-militar de la oligarquía colombiana tendiente al exterminio de los dirigentes políticos de la izquierda colombiana. Aunque el Estado Mayor de las FARC toma nota de las prácticas siniestras del militarismo en el Cono Sur y en Centroamérica, no parece ser conciente de que tales prácticas han tenido la aprobación de las oligarquías latinoamericanas y que, por consiguiente, pueden darse también en regímenes democráticos. Ello explica, quizás, la insistencia en este documento en el nombramiento de un Ministro de Defensa Civil y la democratización de las fuerzas armadas. Todo esto se hizo pocos años después, pero el genocidio continuaba encubierto por la máscara democrática. Es la misma máscara horripilante que ha ocultado y sigue ocultando las atrocidades del Estado Norteamericano en Vietnam, Iraq y Afganistán.
[6] Javier Amadeo y Sergio Morrési. Republicanismo y Marxismo, Filosofía política contemporánea (Atilio A. Borón compildor), CLACSO, 2004.
[7] Jaime Urueña Cervera. Bolívar republicano, Ediciones Aurora (2004)
[8] Movimiento Bolivariano para una nueva Colombia, marzo 27 2000.
[9] Eduardo Alvarez Puga. Abajo la democracia; el triunfo de la tiranía neoliberal, Ediciones B. S. A (2006)
[10] Robert Dhal y M. Shumpeter son los teóricos de esta posición.
[11] Macpherson, Crawfor. La democracia liberal y su época, Alianza Editorial, Madrid (1981).
[12] Basado en el libro WALTER BENJAMIN o hacia una crítica revolucionaria de Ferry Eagleton publicado por Ediciones Cátedra (1998).
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4.- EL CUENTO DE LA SEPARACIÓN DE LOS PODERES
ATALAYA Nº 140 Cali, Sept. 9 / 2006, Alcibíades Paredes

En nuestro propósito de desmontar los mitos estatales elaborados por las clases dominantes, nos ocuparemos ahora de uno de los más viejos cuentos: el de la separación de los poderes. Aparece en los albores del Estado moderno, más precisamente en la misma Declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789. En efecto, su art. 16 reza: “toda sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de los poderes establecida, carece de constitución”. El principio es categórico: sin separación de poderes, no existe la constitución. O sea que nos quedamos en l¨ancien régime, en el despótico Estado feudal. Como es evidente, el principio trasciende su mero enunciado, pues más allá de la simple separación, se propone como elemento organizador del Estado moderno. Su paternidad suele atribuirse a Montesquieu.

En la doctrina constitucional de los siglos XVII y XVIII, el principio de la separación se fundamentó en dos reglas : la primera es la de la independencia, según la cual los funcionarios de cada órgano gozan de total independencia, esto es, no pueden ser nombrados, ni mucho menos, destituidos por los de otro órgano, Así, no es posible la disolución del órgano legislativo. Inclusive, se planteó la independencia financiera de cada órgano, y hasta se llegó a proclamar que cada órgano tuviera su propia fuerza pública, que le asegurara defensa contra las agresiones de los otros órganos.

La segunda regla es la de la especialización. El Estado tendría tres funciones distintas: la ejecutiva, la legislativa y la judicial. Los funcionarios de cada órgano debían estar especializados en la función que les corresponde, y solo en ella. Se postula que los funcionarios de cada órganos deben estar investidos de los poderes o facultades requeridos para el ejercicio de sus funciones. Esto hizo que cada órgano fuera considerado como un poder. Y así se llegó a la división tripartita del Estado, o sea, a su “división” en “tres poderes”. Esta división sería la cura contra el despotismo, pues según Montesquieu el poder limita al poder.. Por esta vía, el principio de la separación se convierte en criterio clasificatorio de los Estados: lo que tienen los tres poderes son denominados liberales, lo que no, son despóticos.

Desde luego, esta doctrina fue sometida a muchas críticas. Algunos la rechazaban porque se oponía al dogma de la indivisibilidad de la soberanía. Según esta crítica, que la soberanía se encuentre dividida en tres poderes distintos, sería un absurdo. En otra Atalaya no ocuparemos del mito de la soberanía. Otra objeción se refiere al supuesto equilibrio que se establecería entre los tres poderes, y que sería garantía de libertad, y vacuna segura contra el despotismo. Se dice que tal “equilibrio” no es posible, como quiera que se trata de funciones distintas. Y el equilibrio, como es obvio, solo sería posible entre funciones iguales. Además, se argumenta que si en virtud de la separación de poderes, se limitan entre ellos, el resultado no sería la libertad, sino la parálisis del Estado y hasta la anarquía. Por último, se argumenta que si la función legislativa del Parlamento – órgano de elección popular – puede ser limitada por cualquiera de los otros dos órganos, estaríamos ante una real limitación de la democracia. Con el supuesto de que no se puede establecer ese equilibrio, se procede a jerarquizar las funciones, y, consecuentemente, los poderes, colocando al órgano legislativo en la cúspide, sobre la base de que el Parlamento tiene la función de hacer las leyes, en tanto que el Ejecutivo se ocupa de hacerlas cumplir. Según vieja metáfora antropológica, el Parlamento es la cabeza del cuerpo social, en tanto que el Ejecutivo solo son sus brazos. Partiendo de aquí, es apenas lógico deducir la subordinación del Ejecutivo al poder legislativo.

La separación de los poderes en la historia real. Pero si en las esferas de la teoría la cuestión de la división tripartita del poder es controversia de nunca acabar, el proceso de desarrollo real del Estado capitalista es otra cosa. Dos aspectos básicos merecen aquí la reflexión El primero lo podemos plantear en este interrogante: ¿un régimen de separación de poderes es necesariamente democrático? Y el segundo: ¿el real proceso histórico de desarrollo del Estado moderno ha ido en el sentido de consolidar cada vez más la separación de los poderes, o, por el contrario, de concentrarlos?

El primero – la relación separación de poderes/democracia – ha sido tema preferido de los teóricos liberales. Su tesis categórica es esta: sin separación de poderes no hay democracia. Y a la inversa, donde hay separación de poderes impera la democracia. O sea, separación de poderes = democracia. Para resolver esta ecuación debemos precisar qué entendemos por democracia. Y demás está decir que estamos ante el más tremendo enigma de la filosofía política. Sin pretender resolverlo – lo que sería una locura – haremos algunas reflexiones pertinentes.

Se suele invocar a Lincoln para afirmar que la democracia es el gobierno del pueblo. Aparentemente, es una definición clara y precisa, conforme a las exigencias cartesianas. Pero la expresión “gobierno del pueblo” ¿no tiene algo de misteriosa? ¿Y no se presta para toda clase de engaños? Veamos el caso de la denominada “democracia representativa” En la sociedad moderna – dice Constant, esclarecido teórico liberal – la complejidad es tal, que los ciudadanos solo disponen del tiempo para atender sus negocios privados, En Atenas, hablamos de la antigüedad, la cosa era distinta. Como los ciudadanos libres descargaban el trabajo sobre sus esclavos, entonces tenían todo el ocio del mundo para dedicarse a otras actividades. Unos, a las artes, otros a filosofar, y los más incapaces a rascarse la barriga. Pero la masa de los ciudadanos se reunía todos los días en la plaza a hacer política, o sea, a ejercer el gobierno de la ciudad. Como vemos, era una democracia directa, en la que no existía el fenómeno moderno de la representación. El demos adoptaba todas las decisiones políticas, sin intermediarios. Es la denominada por Constat “la democracia de los Antiguos”.

En la época moderna – nos dice el teórico francés – como todos están ocupados en el cuidado e incremento de sus patrimonios privados, y como los asuntos públicos de todos modos requieren ser atendidos, surge entonces un grupo de ciudadanos que se encarga precisa y exclusivamente de administrar la res publica. Se forma así la que hoy se conoce como la clase política. Dicho con menos elegancia, surgen los políticos y los partidos políticos. Como resultado de esta situación, aparece la por Constant llamada democracia de los modernos, que se convierte en el gobierno no del pueblo, sino de los “representantes del pueblo”, de la clase política. Aparece, pues, el moderno régimen político denominado “democracia representativa”. Según los pensadores liberales, esta es la única y verdadera democracia.

Sin embargo, señalan ellos, la “democracia representativa” para que sea tal, requiere que haya una división tripartita del poder. Tenemos, entonces, el dogma de la separación de los poderes. En conclusión, la separación de los poderes, y la representación política constituyen los dos elementos esenciales de la democracia moderna, según la doctrina liberal.

¿Será que no es posible construir un modelo de democracia con un Estado sin separación de los poderes? Las experiencias del siglo XX parecen dar una respuesta negativa. En efecto, los ensayos conocidos – dictadura del proletariado en Rusia, y el Estado nazi, en Alemania – confirmarían que sin división de poderes no existe la democracia. Sin embargo, esta no sería una conclusión lógica. Esas dos experiencias lo único que demuestran es que ni el “marxismo-leninismo, ni tampoco el nazismo fueron movimientos políticos aptos para construir un Estado democrático. Pero concluir que por fuera de la división tripartita y de la representación no existe democracia posible, es un grosero sofisma. “Los posibles son infinitos, Sancho amigo”, decía nuestro clásico. Son muchas las alternativas de democracia que nos ofrece la realidad histórica. . La vía liberal, sin duda, es una. Y también es cierto que la vía leninista y el Tercer Reich de Hitler desembocaron en repudiadas dictaduras. Pero ¿se puede concluir racionalmente que con estas tres alternativas queda cerrado el ciclo histórico de las posibilidades democráticas? Y que, en consecuencia, ¿estamos condenados a vivir en una democracia representativa liberal.? Semejante supuesto no resiste la más leve crítica. Anotemos, ante todo, que esos dos elementos – división de poderes y representación – constituyen solo la estructura formal del régimen democrático. Por lo mismo, nada nos dicen sobre el contenido (social) de esa democracia. Un ejemplo para aclarar esto. El régimen político colombiano formalmente es una democracia. En efecto, aquí existe un Estado tripartito (con división de poderes), y, desde luego, un sistema de representación política. Esto no se puede negar. Pero en la democracia colombiana nos encontramos con el hecho insólito de que en departamentos de la Costa han sido encontrados más de dos mil (!) cadáveres enterrados en fosas comunes, y asesinados por los paramilitares. Más aún, se asegura que la espantosa cifra sube a los diez mil . Otro ítem: los enterrados no son guerrilleros caídos en enfrentamientos con los paracos. Tampoco soldados muertos en combates con los paramilitares, como quiera que estos dos cuerpos armados siempre fueron socios, y jamás se combatieron, como afirma la leyenda oficial. Y para colmo de peras en el olmo, la “reinserción” de uno de los autores de esos macabros genocidios se realizó con un alborozo tal que más parecía la celebración de una efemérides patria: pólvora, papayeros, ron, etc. La presidenta del Senado – la doctora Dilia Francisca Toro – en patriótico y emotivo gesto abrazó al jefe de los asesinos. Toda esta ignominia la vieron los colombianos en las pantallas de la televisión. La democracia nuestra es la más extraña del mundo: le da tratamiento de héroes de la Patria a los genocidas de campesinos trabajadores. Pero, se dice, “somos la democracia más sólida y antigua de América”, ¿Cómo es posible afirmar semejante monstruosidad? Esto tiene su “lógica”. Es que la democracia se la mira solo por su aspecto formal. Siempre, desde los albores de la República hemos tenido un Estado tripartito y un sistema representativo. Aquí radica nuestra “tradición democrática”. Que centenares de miles de compatriotas hayan muerto, los unos por causa de nuestros conflictos internos, los otros, por hambre, es cuestión que nada tiene que ver con la democracia colombiana. Como quien dice: no hay que confundir el aspecto formal de la democracia, y que es lo fundamental, con el contenido de la misma. Que haya separación de poderes y sistema representativo es lo que asegura la existencia y permanencia de la democracia colombiana. Los muertos a bala y por hambre son asuntos circunstanciales que en nada afectan nuestra esencia democrática. Uno recuerda el bardo payanés: “Oh! Democracia, bendita seas, aunque así nos mates!
Ya señalamos que las controversias teóricas en torno a la división de los poderes son interminables. Meterse allí es un ejercicio intelectual bastante estéril. Es academicismo puro. Mucho más importante es ver el desarrollo histórico –real – del Estado moderno, desde el ángulo de la separación de los poderes. Podemos formular la siguiente pregunta: en sus dos siglos de existencia, el Estado moderno ha venido fortaleciendo la división tripartita del poder, o por el contrario, el proceso ha sido de creciente concentración del poder, y en beneficio de cuál de los tres? Aquí está el quid de la cuestión.

Si en nuestro análisis partimos de la Revolución Francesa (1789) – punto de partida que de arbitrario no tiene nada – nos encontramos que en su etapa inicial el Estado moderno remata en el imperio napoleónico. Desde la cuestión que nos interesa, ¿qué podemos decir de este primer desenlace? Es evidente que lo que salió fortalecido en este período fue la concentración de poder en las manos del Emperador (Ejecutivo).

Pues bien, el Estado capitalista, a lo largo del siglos XIX , y más todavía en el XX, recorrió un proceso caracterizado por un creciente fortalecimiento del poder del Ejecutivo, en detrimento de los otros dos, y, especialmente del Legislativo. Sea que veamos la democracia en Francia, o en Inglaterra, Italia, Alemania, o en los Estados Unidos, lo evidente es que por todas partes lo que se observa es el fortalecimiento del Ejecutivo. Esta es la tendencia dominante en el Estado capitalista. Losurdo la denomina bonapartismo. Desde luego, existe en distintos grados, desde un bonapartismo soft, hasta un bonapartismo hard.

¿Será que en Colombia tenemos una democracia bonapartista, esto es, con notorio predominio del Ejecutivo sobre los otros dos “poderes”? Lo cierto es que nuestros “constitucionalistas” no utilizan la categoría bonapartismo en sus análisis de la materia. Y algo más grave, la misma izquierda tampoco usa ese concepto para su crítica a nuestro sistema político. Por esta razón, la vemos convertida en la defensora de la Constitución de 1991. Sin duda, el desconocimiento del bonapartismo, por parte de las izquierdas colombianas, es más que evidente. En el actual debate que se adelanta en el Congreso sobre la liquidación de los Seguros Sociales, los opositores de la izquierda en ningún momento han sacado el argumento fundamental: que la política del Gobierno al respecto es profunda y abiertamente antidemocrática.. O es que en virtud de una decisión personal del presidente Uribe, proceder a liquidar los Seguros Sociales ¿no es profundamente antidemocrático? Miremos bien la cuestión. El Congreso no está debatiendo un proyecto de ley presentado por el Ejecutivo para liquidar los Seguros Sociales. Este sería el procedimiento democrático ordinario. También podría proponer que la medida fuera adoptada o rechazada a través de un referendo, procedimiento extraordinario, y más democrático que el anterior. Pero tampoco se trata de esto. Lo que en el Congreso se está discutiendo es la misma intención presidencial de liquidar los Seguros. A los opositores del Polo Democrático los escuchamos aduciendo razones para demostrar que la privatización es una mala decisión. Pero no la cuestionan desde el punto de vista de la democracia. No señalan que el mismo propósito presidencial per se es antidemocrático, porque son concientes de que el presidente está obrando dentro de facultades constitucionales. Saben que su pretensión liquidadora no es arbitraria, sino conforme a facultades que le otorga la Constitución de 1991. Y como son apologistas de la Carta de 1991, quedan sin argumentos democráticos. En el fondo de esta cuestión, la oposición de la izquierda la podemos enunciar así: la intención liquidadora de Uribe se fundamenta en facultades que le otorga la Constitución, pero está haciendo un mal uso de ellas. Su acto no es arbitrario, pero es mala política. Y desde una posición bonapartista, esta crítica es válida. Pero la izquierda que no está amarrada a la Constitución de 1991, argumentará así: que la Carta de 1991 autorice al Presidente para liquidar los Seguros Sociales es antidemocrático, por esto, nos oponemos a esa liquidación, y a la antidemocrática Carta de 1991 que la autoriza.
Con ECOPETROL sucede algo similar. El presidente Uribe pretende vender el 20% de sus acciones al capital privado. Pero no se trata de que una ley aprobada por el Congreso le haya dado una tal autorización. En este caso, la ley es el, o sea, su real voluntad neoliberal. La oposición liberal y la de izquierda argumentan que esa venta no sería un buen negocio, o que la supuesta capitalización de la Empresa es solo un sofisma de distracción, y otras razones sin duda justas. Pero la cuestión fundamental: que el Presidente disponga de ECOPETROL a su arbitrio, como si fuera su finca La Ubérrima, que este acto, aunque autorizado por la Constitución es lo más antidemocrático del mundo, esto no se plantea. Como tenemos una oposición de izquierda constitucionalista, su crítica se queda necesariamente a mitad de camino. La conclusión es evidente: la defensa de la Constitución de 1991 nos convierte en l´enfant terrible de la política colombiana, pero no en la oposición radical al sistema.

Atrás dijimos que la “separación de los poderes” era un elemento formal de la democracia. Pero que lo fundamental es su contenido. Sobre esto haremos algunas reflexiones someras, como quiera que en otra Atalaya no ocuparemos del tema. ¿Qué entendemos por contenido de la democracia? El concepto clave para expresar ese contenido es el de participación. La democracia formal tiene que ver con la separación de los poderes y la representación, la democracia material con la participación del pueblo en la gestión pública. En cierta medida, se oponen. En efecto, entre más representación haya, menos participación tendremos. Y viceversa, entre más participación directa del pueblo haya, más débil será la representación. Esto tiene su lógica. La representación política es un fenómeno cuya esencia es excluir al pueblo de la gestión pública. La representación divide a los asociados en gobernantes y gobernados. La participación, por el contrario, tiende a eliminar esa división, a convertirnos a todos en ciudadanos partícipes de la gestión pública. Salta a la vista que la democracia directa (participativa), dentro de una concepción gradual de la democracia (Cunnigham) tiene más grados de desarrollo que la democracia representativa liberal.

Podemos, pues, afirmar que la cuestión de la real y efectiva participación directa del pueblo en los asuntos públicos prima sobre el asunto de la representación y de la división de poderes. En esta perspectiva, habrá más democracia en una sociedad en la que todos los asociados participan de modo directo en la gestión pública, que en una en la que solo participan electoralmente, eligiendo a sus gobernantes.

De lo expuesto sacamos una conclusión: la división de poderes y la representación terminan por convertirse en obstáculos al desarrollo de la democracia directa. Por esto, el matrimonio con la división de poderes y con la representación política no le conviene a las izquierdas. Pero esto en manera alguna significa que debamos retomar el modelo de la dictadura del proletariado, esto es, de un Estado con un centro único de poder, y con un partido único en representación de todos. La experiencia histórica demostró que por este camino jamás se llegaría a la construcción de una democracia que deje atrás las democracias capitalistas. Por tanto, la izquierda no tiene alternativa distinta a la de, concibiendo la democracia como una “cuestión de grados”, emprender la marcha ascendente hacia niveles cada vez mas elevados de democracia. Naturalmente, no existe un modelo preformado de la democracia que aspiramos alcanzar. Como en la canción, podemos decir que se hace camino al andar. Lo decisivo es luchar siempre por más democracia. Si la izquierda sigue siempre este norte, no dudamos que vendrán mañanas que cantan . LIQUIDAR LOS SEGUROS SOCIALES ES CONVERTIR LA SALUD EN UNA MERCANCÍA.
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5.- LAS PERSPECTIVAS DE AMÉRICA LATINA Y LAS POSICIONES DE GOBIERNOS Y PARTIDOS DE IZQUIERDA
x Dick Emanuelsson
http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=16870 03.09.06
Entrevista con James Petras :: Subraya la complejidad del panorama de la lucha popular en el continente en donde no se puede descartar, como hacen algunos sectores de la izquierda, ninguna forma de lucha, inclusive la vía armada. "Los que hablan de que la lucha armada es anacrónica están equivocados", sostiene y concluye: "Yo creo que no debemos ser dogmáticos. Las condiciones políticas dictan las formas de lucha".
En una entrevista con el conocido intelectual y sociólogo norteamericano, James Petras, éste afirma, ante los rumores en Miami y en la Casa Blanca, que "la institucionalidad en Cuba está bastante firme" y que "la Casa Blanca tiene miedo" de Cuba como "modelo alternativo" en América Latina.

Finalmente nos llama la atención acerca la situación cada día más interesante en México en "donde hay un fraude electoral masivo y millones de mejicanos han sido siempre defraudados, allá hay una bronca revolucionaría y algunos ya hablan de tomar el poder (con las armas) porque la vía electoral está bloqueada, está corrupta".

Recientemente has firmado con otros 400 intelectuales un llamado para salvar la soberanía de Cuba contra las agresiones estadounidense. ¿La situación es realmente tan dramática en Cuba?

– La situación en Cuba está normal, están preocupadas por la salud de Fidel. Pero en Cuba no hay manifestaciones o protestas, sino todo es una intención de la propaganda de Washington, de que cuando Castro esté fuera del gobierno todo va a caer. Pero la institucionalidad en Cuba está bastante firme. Los ministros están trabajando bien, las inversiones y los servicios sociales funcionan normalmente. La gente pasa la semana como siempre. Cuba sigue siendo y estando normal y los negocios como el turismo, medicina, tecnología, están bien, todo está bien. Incluso están organizando la celebración del cumpleaños de Fidel para el 2 de diciembre, y me han mandado una invitación. No debemos tomar en serio todo lo que dice Washington sobre la “caída”.

En lo que si hay una incertidumbre es sobre lo que pasa con Washington, en eso si hay mucha incertidumbre. Porque tenemos un gobierno de la ultra derecha que algunos llaman fascista, pero yo creo que lo más correcto es ultraderechista, muy intervencionista y militarista que en cualquier momento puede lanzar cualquier aventura como las que podemos ver en Medio Oriente, Irak, Afganistán o Israel, atacando Líbano, con respaldo de Washington y los sionistas. Aquí los generales están bien informados y saben que un ataque o invasión a Cuba va a costarlos miles, y no docenas de muertos y heridos, y no hay ninguno que esté interesado en lanzar esta invasión.

La última cosa que predicaron los exiliados de Cuba es que mucha gente va a salir de Cuba en pequeños barcos. Pero la situación en Cuba ha mejorado muchísimo desde la última flota que salió de Cuba. Hay personas que quieren salir pero están en la lista de espera, conseguir una visa vía legal, para emigrar como muchas otras personas del mundo que viene aquí desde Polonia, Rumania, México, etcétera. Entonces, están otra vez a la expectativa en Miami y en Washington de un probable y ansiado caos, pero no hay nada de caos y las cosas marchan bien en Cuba.

“CUBA ES MÁS FUERTE Y UNIDA QUE IRAK”

Raúl Castro decía en una entrevista que “Cuba es más fuerte que Irak porque Cuba está unida”. ¿Que valor daría Usted a ese comentario?

– Obviamente un ejército como el cubano y los servicios de seguridad están bien entrenados, un ejercito que derrotó el ejército blanco de Sudáfrica en Angola, que se ha preparado con el respaldo de la reserva de más dos millones de personas. Están preparados por cualquier eventualidad y creo que no hay que descartar cualquier posibilidad. La seguridad de Cuba está muy bien montada.

Yo estuve de paso en Miami el 1 a 2 de agosto cuando todo explotó en esa ciudad. Pero no vi mucha gente en las manifestaciones por la noticia de la sucesión del mandato de Fidel en la Habana si uno toma en cuenta que en Miami hay unos 800 mil cubanos. ¿Que poder tiene la mafia americana-cubana en relación a la política de Casa Blanca hacia Cuba?

– Está muy exagerada, la mayoría de la nueva generación de cubanos no quiere volver a Cuba, no es su principal preocupación en su vida. La primera generación que salió de Cuba, o tal vez la segunda generación, mantiene este sueño, esta ilusión de que la cosa se puede revertir a lo que era antes de la revolución. Pero los más realistas entienden que no pueden volver a Cuba para recuperar latifundios, ni la casa grande. Son más tranquilos, piensan que talvez un cambio de gobierno puede abrir las posibilidades de visitar parientes, ir en unas vacaciones, volver a descubrir el país. Eso incluye personas críticas del gobierno de Cuba, pero son realistas que entienden que las cosas que han pasado ya no se deben recuperar.

Algunos extremistas, los afiliados con los grupos terroristas que ponen bombas en los hoteles (en la Habana), ellos viven pensando en un mundo de perdidos, cada año se encuentran en un momento de lanzarse en las calles que el gobierno cae o está a punto de caer. Hace 45 años que salen y después vuelven a la casa muy deprimidos. Pues es un síntoma psicológico que profesionalmente llamamos maniacodepresivos. Creen que en un momento todo en Cuba va a cambiar y después nada cambia

EL PODER MAFIOSO EN MIAMI

Estos maniacos depresivos o “gusanos”, como los llamamos aquí, no tienen una visión realista y practica de lo que es Cuba, ni mucho menos las limitaciones que tienen los Estados Unidos para cambiar la realidad de Cuba y frente a un gobierno con el respaldo de la gran mayoría de la gente.

¿Y el poder político que tiene ese grupo que está situado en Miami?

– Tiene un poder porque tienen una fuerza electoral en el sur de Florida que en balance de fuerzas pueden determinar el resultado. También tienen una maquinaria electoral bastante corrupta, que manipula resultados como lo hicieron en 2000 para que salga elegido el candidato que ellos apoyen. El poder electoral que tienen, es muy relativo especialmente porque en los Estados Unidos en donde los agricultores en los estados (federales) que exportan mercancía a Cuba, están a favor de abrir relaciones diplomáticas con Cuba. Por ejemplo, el estado de Alabama es un estado rural, conservador, tiene relaciones muy estrechas (con Cuba) porque venden muchos productos agrícolas. Luego Luisiana y estados del medio oeste son grandes agroexportadores que venden trigo y carne a Cuba.

Yo creo que la Casa Blanca tiene miedo de que Cuba como modelo alternativo, que mejora realmente la vida de los pobres, pueda servir como un ejemplo para el resto de la América Latina. El modelo neoliberal está fracasando en Centroamérica, en el Caribe y en otras partes de América Latina. El hecho de que Cuba esta creciendo entre 7 y 10 % por año, y tiene logros en la educación como que es un país sin analfabetos, con servicios médicos gratuitos y sin desnutrición infantil; estos son los elementos que causan miedo a EE.UU. y por ello mantienen el bloqueo.

CUBA, ONGs Y LA IZQUIERDA EUROPEA

Chávez recibió hace poco una pregunta de un periodista de EE.UU., cómo puede tener relaciones tan buenas como las tiene con una “dictadura como Cuba”. Y Chávez le contestó que “Cuba es una democracia revolucionaria”. El tema cubano ha creado una discusión en la izquierda europea y quisiera saber tu posición sobre la democracia o no en Cuba.

Hay varias cosas que uno debe decir. Cuba tiene enormes discusiones, por lo menos en los centros de trabajo, y tiene capacidad de hacer críticas y autocríticas. Junto con eso hay que decir, que Cuba mantiene un sistema de centralización y de una alta preocupación por la seguridad nacional por las amenazas de los violentos que viene de los exiliados y del gobierno norteamericano. Cuba no puede abrirse más como quisiera por las amenazas a su seguridad nacional.

Yo creo que Cuba tiene que balancear la participación en la parte interna-política con el mantenimiento de su seguridad nacional, frente a la infiltración, el sabotaje y el financiamiento de grupos mal llamados organizaciones no gubernamentales que son simplemente funcionarios de gobierno norteamericano que adelantan campañas de difamación contra Cuba. En otras partes del mundo como Nicaragua, EE.UU. canalizó millones de dólares financiando campañas para derrocar al gobierno Sandinista. Los cubanos son mucho más despiertos y saben que cualquier grupo en Cuba no debe recibir dinero de afuera porque el gobierno norteamericano utiliza estos grupos para sus propios fines.

VENEZUELA – ECONOMÍA MIXTA

La situación de América Latina, ¿cómo la caracterizaría desde el punto económico, político y social?

– Es un cuadro muy complejo y contradictorio, con diversos matices. Por ejemplo Venezuela han aumentado los gastos sociales e invertido mucho dinero en servicios de salud y subvencionado productos de consumo de alimentación a la mitad del precio y otras medidas favorables a las clases populares, pero sin tocar el gran capital como el sector financiero, un sector del petróleo, y siguen funcionando multinacionales del capital extranjero. En realidad lo que hay en Venezuela es una política antiimperialista de una política exterior de un gobierno de bienestar con una economía mixta internamente. Es un gobierno, lo que podríamos decir, más nacionalista progresista.

En Colombia hay muchos grupos civiles, sindicatos, campesinos, indígenas, guerrilleros en oposición al gobierno represivo de Uribe.

Hay grandes movilizaciones indígenas con mucho poder en Ecuador. Pero el gobierno es otra cosa, no es un gobierno progresista.

También en el Perú hay grandes movimientos, casi ganó un candidato nacionalista. Pero el actual gobierno, del Alan García, es un gobierno de derecha.

UNA IZQUIERDA ILUSORIA

Podríamos avanzar que lo que hay que tomar en cuenta, y creo que en eso la izquierda vive en ilusiones, son los casos de Brasil y Uruguay, en donde tenemos ex izquierdistas manejando políticas neoliberales, favoreciendo grandes bancos, pagando las deudas (externa), mientras hay mucho sufrimiento popular y no hay avances en la reforma agraria. Un documento actual muestra que más indígenas han sido asesinados bajo el régimen de Lula que en el de cualquier otro presidente desde la dictadura militar.

Lo mismo podríamos decir sobre Chile. Es un gobierno autollamado “socialista” o “progresista” pero es un gobierno ultraliberal que entrega todos los recursos al capital extranjero en una sociedad con enormes desigualdades.

Es lo mismo que en Uruguay con un gobierno con socialistas, comunistas, ex guerrilleros que están firmando tratados de libre comercio con Estados Unidos.

Kirchner en Argentina es un gobierno de centro, ha tomado distancia de EE.UU. pero no han revertido las privatizaciones. La economía crece, hay aumento en el empleo, pero los asalariados no han recuperado lo que han perdido durante los años de la crisis.

Entonces tenemos todavía mucho camino por recorrer. Creo que EE.UU. no tienen el control total que tenia los años pasados. En varios países hay más independencia y más actividades de gobiernos que muchos llaman de “centro-izquierda” pero no son de izquierda. Es un error pensarlo.

¿NACIONALIZACIÓN O EMPRESAS COMPARTIDAS?

En Bolivia las famosas nacionalizaciones no significan nada de nacionalización, son empresas compartidas con el gran capital, hay todavía ofertas de grandes recursos para capital extranjero, no hay ninguna redistribución de ingresos, hay tantos pobres como antes y la reforma agraria está paralizada. Solo piensan entregar tierras fiscales, no las tierras fértiles y productivas porque están en manos de los latifundistas que tienen millones de hectáreas. Evo Morales ha declarado que no las va a tocar. Las tierras fiscales son en grandes partes tierras forestales y están lejos de los mercados y los caminos. Morales ha prometido una reforma agraria, pero cuándo se va a concretizar, dónde va a ocurrir; eso tiene respuestas vacías o lugares que son muy inhóspitos para los campesinos.

El (Morales) vive una gran contradicción porque su retórica radical ha generado muchas expectativas y su política fondomonetarista, balanceando el presupuesto, no invita a ningún cambio estructural.

EL PARTIDO Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

La discusión que ha iniciado Chávez sobre Socialismo del Siglo XXI y de distintos modelos de poder popular que se discute bastante entre los intelectuales en América Latina y la izquierda en general; qué formas de lucha pueden ser exitosas; los movimientos sociales que dirige Evo Morales en Bolivia, la lucha armada de la insurgencia colombiana y cuál es realmente el papel de que hablaba Lenin en su obra ¿”Qué hacer”? ¿Ha sido reemplazado por los movimientos sociales?

- Los movimientos sociales juegan un papel importante para la gente, incluso para derrocar gobiernos de derecha. Han frenado algunas propuestas de TLC con Estados Unidos. Pero hasta ahora no han tomado el camino al poder del Estado. Llegan a un punto de insurrección y en el momento que cae el viejo gobierno sube otro, algunas veces con alguna modificación marginal. Pero los movimientos sociales son poderosos como una negación, como críticos, como un rechazo de ‘status quo’, pero hasta ahora ningún movimiento de estos ha demostrado la capacidad de tomar el poder y redistribuir las tierras y reconocer los derechos indígenas. Y es obvio ahora, después de las insurrecciones en Bolivia, Argentina y en el Ecuador, que sin un partido revolucionario vinculado con las masas, la derecha siempre vuelve al poder ya sea directamente o, a través de partidos o movimientos de centro-izquierda, que terminan practicando la misma política neoliberal.

Un caso muy claro son los movimientos insurrectos en Bolivia que derrocaron a los gobiernos en el primer levantamiento contra Sánchez de Lozada. El señor Evo Morales estaba en Europa en una reunión de parlamentarios mientras la insurrección estaba en marcha. Vuelve el señor Morales en el momento de Sánchez de Lozada cae y en contra de la voluntad de las masas, Evo pone su prestigio de dirigente campesino indígena al lado de Carlos Mesa. Este dura dos años y otra insurrección lo tumba en junio 2005. Otra vez sube Evo Morales, que no tiene nada que ver con la insurrección, sube al último tren de la protesta para canalizar el movimiento en las elecciones. Él cosecha la efervescencia de las masas hablando de la nacionalización de los hidrocarburos y una revolución agraria, pero una vez en el poder es pura palabra.

¿NACIONALIZACIÓN O TRANSFERENCIA DE FONDOS?

En Bolivia las multinacionales controlaban 50 por ciento de las acciones y los directorios de las empresas. 46 % de las acciones estaban en fondos de pensiones y 4 % estaban en las manos de los trabajadores. Lo que hizo Evo Morales fue una simple transferencia de los fondos de las pensiones y ahora llamarlos “estatales” y también comprar los 4 % de las acciones de los obreros. Pero el directorio tiene un solo representante de los trabajadores, cinco representantes del capital multinacional y cinco representantes del estado. Eso lo llaman nacionalización. No ha habido ninguna expropiación, ninguna confiscación, las ganancias de los petroleros sigue siendo magníficas. Han aumentado el peso del estado, pero no al costo de las multinacionales, simplemente es una política de magos, transfiriendo y llamándolo nacionalización pero que en el fondo no han nacionalizado. Nacionalización significa la transferencia de las acciones y el directorio a manos del estado, pero eso no ha ocurrido.

ALBA Y MERCOSUR CONTRA TLC

Otro tema que se discute mucho en sectores de la izquierda es el papel de Chávez en la integración de América Latina, Centroamérica y el Caribe donde está el proyecto de ALBA (Alternativa Bolivariana de América). ¿Qué significado puede tener un fortalecimiento del Mercosur como un contrapeso y factor comercial económico contra los Estados Unidos que propone su TLC a los estados latinoamericanos?

– Primero debemos entender que el cambio de los últimos años que hablamos, han fortalecido dos tendencias. No han cambiado la política neoliberal, pero si han incorporado la burguesía nacional y también gobernantes que buscan diversificar su comercio con todo el mundo, particularmente hacia Asia. No están dispuestos a subordinarse a ALCA porque ALCA es simplemente un mecanismo de colonialismo norteamericano, la penetración de América Latina y la protección y subvención de productos norteamericanos. Hay pocos gobiernos, apartes de presidentes, como los de Centroamérica y los gobiernos de exportación minerales como Chile y el Perú y el otro presidente paramilitar como el de Colombia que estén a favor de libre comercio y estén dispuestos a perjudicar sus sectores productivos.

Segundo: El Mercosur tiene sus altas y bajas. En algún periodo estimuló el comercio entre los diferentes países. Pero mucho del comercio que ocurre entre Mercosur es entre las multinacionales situadas en estos países. No son exactamente todas industrias nacionales o agricultores nacionales que están involucradas en este comercio. En relación con el comercio en los últimos años los países de Mercosur han aumentado geométricamente su comercio con Asia, particularmente con China: Venta de soja, hierro, cobre, etcétera. Y eso ha sido muy importante. El mismo Mercosur busca aumentar su comercio con Europa a pesar que hay algunos problemas de protecciones aranceles de productos agrícolas.

Tenemos una situación, donde gobiernos liberales como Lula o Kirchner, que están interesados en aumentar su comercio, independientemente de Estados Unidos, incorporando a Venezuela como otro mercado y región más de comercio y de inversiones y de petróleo tal vez subvencionado. Pero políticamente son muy diferentes en el sentido de que Chávez es el enemigo del imperialismo y Lula es el gobierno preferido de Washington en el sur. Kirchner es intermedio y no quiere subordinarse a Washington porque tiene una burguesía nacional que quiere fomentar. Entonces entre gobiernos liberales y un gobierno antiimperialista y un gobierno nacional burgués, es difícil ver como se puede pensar en una unidad homogénea, formar un nuevo bloque de poder, cuando los intereses de clase y las orientaciones son tan diferentes.

Lo que si tienen en común, por lo menos ahora, es rechazar las imposiciones de EE.UU. que simplemente quieren colonizar las regiones. Ya las épocas de Cardoso y de Menem han pasado, lo mismo de Venezuela. Mientras Estados Unidos siguen actuando como en Honduras, Costa Rica y Nicaragua, su política en el Cono Sur va a fracasar.

LA VIGENCIA O NO DE LA LUCHA ARMADA

Hablando de la formas de lucha, hoy hay sectores de la misma izquierda que hablan que la lucha armada perdió su vigencia. Para comprobar eso dicen que hay varios partidos de izquierda, como Lula o Tabaré Vasquez en Uruguay, que hoy son gobernantes. En Colombia hay un conflicto agudizado y que lleva 42 años de existencia. ¿Será que la insurgencia en Colombia está equivocada?

– Los que hablan de que la lucha armada es anacrónica están equivocados. En Nepal la lucha armada sigue siendo fuerte como en las Filipinas. En América Latina, Colombia es el principal lugar de la lucha armada. Pero fíjate México, donde hay un fraude electoral masivo y millones de mejicanos han sido siempre defraudados, allá hay una bronca revolucionaría y algunos ya hablan de tomar el poder (con las armas) porque la vía electoral está bloqueada, está corrupta.

Así podríamos decir en muchos países. Antes de que ganara Evo Morales en las elecciones, el pueblo tenía que levantarse en huelgas generales con muchos heridos y muertos para cambiar el gobierno, porque la vía electoral no funcionaba. América Latina ha mostrado que el único canal han sido las movilizaciones.

En Colombia hay un enorme apoyo, principalmente en el campo, para la lucha del ejército popular, hay muchas formas de milicias, hay movimientos campesinos, indígenas, hay sindicatos que convergen en lo que llamamos guerrilla, por lo menos pragmáticamente. No hay que olvidar que cuando existía la zona desmilitarizada (en el San Vicente de Caguán), muchos representantes de la sociedad participaban en foros intercambiando posiciones sobre ciertos temas con la guerrilla; reforma agraria, desempleo, problemas ecológicos, el racismo y eran enormes foros democráticos que ya no existen en Colombia porque cualquiera que levanta la cabeza, sea un abogado de derechos humanos o un trabajador social que se preocupa por los pobres, sencillamente lo matan y lo matan a sangre fría. Recibo cada día de todo el año noticias de una masacre o de un asesinato a manos del gobierno de Uribe.

Yo creo que no debemos ser dogmáticos. Las condiciones políticas dictan las formas de lucha. Si hay condiciones para elecciones y movilización de masas, esas posibilidades pueden ser exploradas, pero en cuanto las estafas, la corrupción y el dinero mandan en las elecciones, el pueblo ha tomado otros caminos para realizare la cosa. La revolución no siempre pasa por la lucha guerrillera, puede ser a partir de grandes huelgas generales y movilizaciones insurreccionales urbanas o rurales como ha pasado tres veces en los últimos años en el Ecuador.

MÉXICO HIERVE DE INSURRECCIÓN

¿Que perspectiva y futuro tienen los pueblos latinoamericanos en los próximos años? ¿Que crees tu será la reacción de la Casa Blanca y Bush, si el “eje del mal”, Cuba, Venezuela, Bolivia y las FARC y las fuerzas revolucionarias de izquierda realmente se refuerzan?

– Hay una situación muy conflictiva en México. Hay millones de personas que están con bronca frente al fraude, que llenan las grandes plazas con dos millones de personas, rechazando el fraude electoral. Es una indicación de que el pueblo está dispuesto, incluso en la frontera de Estados Unidos, a rechazar la posición del presidente norteamericano. Y no digo situación revolucionaria, pero que la gente está lista por cualquier eventualidad y es un país de 100 millones de personas en las fronteras con Washington.

También tenemos en Venezuela una gran masa movilizada y lista para enfrentar al imperialismo. Tenemos en Colombia una gran resistencia popular y de guerrilla. En Ecuador hay un gran movimiento de indígenas, campesinos y sindicatos y con un candidato fuerte como Luis Macas. Son cosas positivas que tenemos que tomar en cuenta. Incluso fui a Brasil a un congreso con nuevos sindicatos saliente de la CUT que se llama “Con Luta” y esta apoyado por muchos sectores de la izquierda como Helena Luisa, un candidato de izquierda a la presidencia que podría llegar a 15 por ciento de votos en contra la derecha de Lula. Hay muchas actividades en este momento que debemos tomar en cuenta de la perspectiva de una verdadera transformación. Estamos en eso.

En Líbano, Hezbollah está mostrando a los sionistas y las organizaciones judías que hay árabes con coraje y capacidad de resistir a Israel con todos los millones que está dando Estados Unidos y tantos millones que los ricos judíos están entregando y la propaganda de los medios de comunicación que controlan y es una gran, . . . como decir, es una cosa espectacular como en la guerrilla en Líbano, donde cristianos, musulmanes socialistas, y conservadores, se integran en un gran frente de resistencia a la máquina de muerte de Israel, del estado sionista antipopular.

Trascripción y revisión: Mirian Huezo y Hernando Vanegas Tolosa. La Haine
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6. “NEGOCIACIÓN O GUERRA”, El CASO DEL ELN
Presentación de un libro de Alejo Vargas, Ricardo Sánchez, Profesor de las Universidades Nacional y Externado e Colombia, agosto 15 2006 rsanchezangel@yahoo.es
(...) Resulta necio insistir en la inexistencia de un conflicto armado, de una guerra permanente que coexiste en el seno mismo de la sociedad y del Estado. Una guerra parcial, cuestionable por todo su cortejo de horrores e injusticias contra los humanos, pero existente y desafiante.
El colega Alejo Vargas ha escrito una oportuna obra documentada y comentada sobre el origen y evolución del Ejército de Liberación Nacional, para analizar la encrucijada de guerra o solución negociada que afronta el gobierno y esta organización armada.

Pero que interesa a todos los colombianos. De manera adecuada, el autor ?un experto y apasionado estudioso del tema, comprometido en diferentes espacios en la búsqueda de la paz política- nos presenta un fresco histórico de las tradiciones de lucha armada que prefiguran la existencia del ELN, desde el frustrado levantamiento del los ?bolcheviques? de 1929, que abarcó especialmente el Líbano y otros territorios como San Vicente de Chucurí en Santander.
Tradición que se va a fortalecer el 9 de abril y las violencias de los cincuenta y sesenta, en que adquiere estatura épica Rafael Rangel como jefe guerrillero de la resistencia gaitanista. El mundo de las guerrillas y el bandolerismo de la época viene a fermentar en grande las dinámicas de lo que Paul Oquist denominó el colapso parcial del Estado.

En el análisis de Alejo Vargas no hay explicaciones monocausales, las luchas proletarias por el petróleo para la nación, la rebelión universitaria en Santander y en el país, el impacto de la revolución cubana en el continente latinoamericano, el radicalismo político, sumado al sentimiento colectivo de frustración nacional crearon las condiciones para que la manera como se enfrentara la violencia oficial y señorial y se buscaran las reivindicaciones, fuese la lucha guerrillera.
Capítulo central del libro en mención está dedicado a Camilo Torres Restrepo, sus ideas y luchas, al surgimiento del ELN con sus plataformas y métodos en que las formas estalinistas de justicia eliminaron a varios de sus dirigentes en una verdadera criminalización de sus acciones.

En este libro están las claves interpretativas sobre el carácter ideológico político y las coordenadas culturales del ELN, desprovisto de mixtificación, y con una fina intención de llegar a los jefes guerrilleros y a los jefes del establecimiento sobre las razones y sinrazones de los sucesos violentos y de las posibilidades de la paz.

Aquí, Alejo Vargas pone a dialogar a las partes, busca una aproximación sucesiva de posturas, desde los mínimos aceptables hasta los máximos a tramitar, todo debidamente documentado. Los protagonistas encontrarán, de manera reflexiva y sensata, sus propósitos y discursos como insumos para el acuerdo necesario.

En este sentido el libro es un escrutinio sobre uan porción de política actual en Colombia. Una obra para la opinión pública, para el gobierno y el ELN, una bitácora calificada
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7. “RECORDANDO AL MAESTRO MOLINA”
Rubén Darío Acevedo, profesor de la Universidad Nacional Sede Medellín, rdaceved@unal.edu.co
Nacido en agosto de 1906 en el seno de una familia típica paisa de 13 hijos dedicados a la agricultura y a la minería, Gerardo Molina buscó las luces de la educación trasladándose a Medellín para proseguir sus estudios de bachillerato y universidad. Corrían los años 20 del siglo pasado, una época de grandes transformaciones en el país y notablemente en la capital antioqueña, epicentro de nuevas industrias y de un pujante desarrollo económico. Molina se inclinó por el Derecho pero hubo de partir hacia Bogotá en razón de la expulsión sufrida en la Universidad de Antioquia por su participación en una huelga estudiantil. A la larga ese sería el comienzo de una gran carrera en los campos de la política y de la vida académica. Primero se ligó a las huestes juveniles liberales que acompañaron a López Pumarejo en su empresa de modernización de las instituciones. Fue representante a la Cámara y luego senador de la república. Posteriormente, en 1944, fue nombrado rector de la Universidad Nacional en medio de uno de los mayores escándalos por la reacción opositora del clero, del conservatismo y de la derecha liberal, que incrédulos, miraban como este joven, declarado simpatizante del marxismo había vencido en la puja por dicho cargo al más destacado hombre de letras del liberalismo, Luis López de Mesa. Todos a una pusieron el grito en el cielo por lo que consideraban un estropicio y una amenaza a la cultura nacional pues se le entregaba la educación de la juventud a un “comunista”. Por fuera de los malos augurios, Molina realizó una gestión de modernización de la Universidad, amplió los cupos, la planta de profesores de tiempo completo, el intercambio con otras universidades del exterior, la vida cultural y artística en el campus y diversificó las carreras. Para él, la misión principal del alma mater consistía en coadyuvar a la construcción de la nacionalidad brindando alternativas de desarrollo por la vía de la educación.

Hacia 1949 salió del país en condición de exilado cuando arreciaba la persecución contra liberales y librepensadores. En París pudo concluir sus estudios doctorales en Derecho y Ciencias Políticas y dio forma a una de sus principales obras Proceso y Destino de la Libertad en la que da cuenta de sus experiencias en la reconstrucción de la Europa de la postguerra y demuestra su lúcido y riguroso dominio de las teorías en boga. A su regreso al país, Colombia estaba todavía viviendo la noche oscura de la dictadura rojista, y aunque fue llevado a prisión supo moverse para contribuir a la caída de esta en mayo del 57. Por esa época fue nombrado en dos ocasiones rector de la Universidad Libre a la que condujo por senderos de reforma no sin resistir a las campañas que contra su nombre se impulsaban desde el alto clero. Ensayó de nuevo la política durante los años iniciales del Frente Nacional con la convicción de que ese era el camino para remediar la violencia no obstante las limitaciones intrínsecas de dicho Régimen. Pero más adelante y dando cuenta de esa oscilación entre política y academia que siempre le caracterizó, se internó durante varios años en una profunda investigación, inédita en ese entonces, sobre las ideas liberales. El fruto de esos desvelos se ha podido ver en la edición de los tres tomos de Las ideas liberales en Colombia que han sido referentes para los estudios universitarios en ciencias humanas y sociales y que contribuyeron a darle una mirada más profunda y compleja a los problemas colombianos. Sin ser historiador de formación, nadie lo era en aquel entonces, Molina contribuyó con esa obra a redimensionar los estudios políticos, particularmente en el terreno de mostrar la pertinencia de la investigación sobre las ideas políticas. Su obra es una de las que más ediciones ha tenido y se sitúa a la par del estudio sobre La violencia en Colombia realizada por Guzmán Campos, Fals Borda y Umaña Luna y de los trabajos del pionero de la nueva historia colombiana Jaime Jaramillo Uribe.

Tardíamente reconocido por los grupos de izquierda como un líder de grandes quilates y proyecciones, fue lanzado como candidato a la presidencia en 1982. De su campaña quedó la imagen de un hombre serio, estudioso, nada sectario, enemigo del fanatismo, educador y sobrio en la exposición del programa que consideraba apropiado para el país, una mezcla entre intervencionismo de estado e ideas socialistas democráticas. Habiendo sido electo senador, propuso la más generosa ley de amnistía para los alzados armas, convencido de que el camino de la lucha armada no era el indicado para lograr los cambios en razón de las huellas dolorosas de la violencia del reciente pasado, como también de que a los alzados había que brindarles opciones políticas.

Al final de su vida pudo observar con vivo interés la tarea crítica en que se empeñaron los líderes soviéticos con la pereztroika y el glasnot, a las que atribuyó un gran porvenir en el camino de democratización que según él debía darse en la URSS para al fin acceder al socialismo de rostro humano por el cual siempre abogó. Muerto en marzo de 1991 no alcanzó a ver las hondas consecuencias de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe estrepitoso de la Unión Soviética.

Molina era un hombre de convicciones pero a la vez era flexible y sabía establecer la distancia existente entre los deseos y las posibilidades. Así, para Colombia, como lo dejó consignado en su Breviario de ideas políticas, la hora no era la de instaurar el socialismo aunque sí la de profundizar la democracia y combatir la pobreza extrema. Su legado, aunque reconocido ocasionalmente en algunos círculos políticos y académicos, no ha sido suficientemente divulgado ni apropiado por las nuevas generaciones. Molina dejó honda huella en las maneras de hacer política, en el campo de la academia, de la historia y en la gestión universitaria. De esta última, tanto la Universidad Nacional como la Libre tienen mucho que mostrar. Defensor de la autonomía universitaria más no en términos absolutos. ¿Cómo puede la U estar al margen de la sociedad y el estado que la soportan y la definen? Su concepto de autonomía estaba pues referido a la independencia de la vida académica respecto de los poderes mediáticos, partidistas y doctrinarios. Una idea suya expresada en 1937 nos recuerda la riqueza y la pertinencia de su pensamiento universitario:

“No concebimos la Universidad sino como un mecanismo puesto al servicio de la nación, y de la democracia, animada del propósito de contribuir a la liberación del pueblo y a la solución justa de las cuestiones que a cada momento estorban nuestros movimientos...En la actual etapa política del país no puede ni debe tener la Universidad un carácter confesional...abre sus puertas a ideas antes en exilio; acepta en el profesorado, mediante la sabia reglamentación que ha hecho de esa carrera, a elementos de cualquier formación ideológica desde que tengan un respaldo científico, estimula la investigación de los estudiantes y forma en ellos...el hábito del análisis en torno de los hechos diarios; y preconiza la necesidad de discutir en las aulas los grandes temas colectivos, a condición de que en esas controversias no intervenga ningún afán proselitista...” (Revista de las Indias, MEN).

Una universidad ligada a los destinos de la nación, en disposición de estudiar los problemas y de contribuir a su solución, una universidad con claras funciones sociales e impartidora de una educación libertaria. Esto fue lo que dijo entonces y sería una de sus tesis favoritas en los ensayos que sobre la educación pública superior escribiría más adelante. Al recordar su legado con motivo del centenario de su nacimiento es pertinente invitar a las nuevas generaciones a estudiar toda su obra y a evocar su compromiso incondicional con la democracia, con las libertades y contrario a todo sectarismo, a la intolerancia y al dogmatismo.

Darío Acevedo Carmona. Doctor en Historia por la Universidad de Huelva y profesor titular Universidad Nacional de Colombia. París, julio de 2006
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8. LA NUEVA IZQUIERDA DE AMÉRICA LATINA
por Hernando Gómez Buendía Ph.D, sociólogo de la Universidad Nacional
fuentes: http://unperiodico.unal.edu.co/ http://www.hernandogomezbuendia.com
La ya cercana muerte de Fidel hará temblar y quizás hará caer al régimen-insignia de la izquierda en América Latina. ¿Pero será que una dictadura envejecida puede representar de veras a la izquierda?

La izquierda no es una ideología. Es una ubicación en el espacio: es estar enfrentado a la derecha, igual que la derecha se define por contraposición a lo que cree la izquierda. A diferencia de ser liberal o marxista – que son ideologías- se es de izquierda o derecha según el contrincante, el lugar y el momento.

Pero izquierda y derecha también son actitudes inspiradas en valores opuestos. La derecha le apuesta a la eficacia, y por eso se impacienta con los débiles; lleva la voz de los que tienen éxito, de los de arriba, de los ya incluidos; la izquierda acentúa la equidad y por eso se juega con el de abajo, con el diferente, con el excluido.

La vieja izquierda

América Latina tiene 250 millones de pobres y la concentración de riqueza más vulgar del planeta. Por eso mismo la izquierda debería ser radical y ser potente. Ha sido radical, como atestiguan Martí, Zapata, Villa, Sandino, Siles, el Ché y los muchos otros que empuñaron las armas. Pero no ha sido potente, como que – con excepción de Allende- nunca llegó al poder por vía legal y sus cuatro insurgencias victoriosas – la mexicana, la boliviana, la cubana, la sandinista – en realidad acabaron en fracasos. Y es porque la derecha, o los “poderes fácticos” de América Latina desde el período colonial han sido más excluyentes y más intransigentes que sus pares de Europa, Asia o América del Norte.

En esa izquierda minoritaria podían distinguirse cuatro grupos: “los partidos comunistas tradicionales, la izquierda nacionalista o populista, las organizaciones guerrilleras, y los reformistas de la región”2. Caída la URSS, sin embargo, las guerrillas desaparecieron y el resto de la izquierda se fue moviendo hacia el grupo social más golpeado por el sacudón neoliberal de los años 90: la clase media en Brasil, Argentina o Uruguay, los informales y campesinos de México, la petro-clientela en Venezuela, los indígenas de Bolivia, Perú o Ecuador.

(Colombia esel caso aparte. Para mal, porque persiste la estupidez que es la guerrilla. Para bien, porque con el PDA la izquierda unificada se movió a una base urbana y logró que los viejos comunistas dejaran de coquetear con la guerrilla).

Una nueva “ola”

La ampliación de su base social permitió que la izquierda dejara de ser minoritaria. Más aún: sin el fantasma de la Guerra Fría, Estados Unidos había dejado de promover golpes de Estado. Con el fracaso social del neoliberalismo (al asomarse el siglo XXI en la región se había duplicado el número de pobres) la izquierda de América Latina por fin pudo obtener -y ejercer- el mandato de las urnas.

Fue la llamada “ola de izquierda” que comenzó con la elección de Chávez en el 98, siguió con Lagos en el 2000, con Kirschner en el 2003, con Vázquez en el 2004, con Morales en el 2005 y con Bachelet en el 2006. Hoy por hoy, casi 300 de los 520 millones de latinoamericanos viven bajo gobiernos de clara estirpe izquierdista, para un record no igualado en nuestra historia.

La izquierda en el poder

Se trata, como sabemos, de dos izquierdas distintas: una es la de clase media (la del Cono Sur) y otra es la populista (la de Chávez y Morales). Ambas pueden mostrar resultados importantes, pero ninguna ha logrado redistribuir de veras el ingreso ni le ha hecho frente a la exclusión a fondo:

- Lula siempre tuvo cuidado de no asustar al Fondo Monetario y ha practicado una rígida ortodoxia (con enorme superávit fiscal y tasas de interés muy elevadas). Sus programas de reforma agraria, “Hambre Cero” y “Bolsa Familia” han compensado parcialmente ese ajuste; pero la (leve) reducción de la pobreza se debe más al crecimiento del producto que a la política social del Estado.

- Tabaré Vázquez restableció relaciones con Cuba y revisó la impunidad para los ex – dictadores, pero también se aferra a la ortodoxia económica, anda en busca de su TLC, chocó con los “verdes” en la frontera Argentina y amenaza vetar la ley pro-aborto.

- Kirschner fue más audaz respecto de los ex militares, y sobre todo en la “quita” de la deuda que agobiaba a Argentina y negoció por el 30% de su valor en libros. La inflación ha bajado y los salarios reales han subido, pero esto gracias al buen precio de los granos antes que a los programas del gobierno.

- Chile es cuento aparte. Verdad que Bachelet es mujer y es de izquierda, verdad que Lagos viene del viejo socialismo. Pero sus logros son parte de la “La Concertación” que ha gobernado desde el año 90: con un modelo “neoliberal” por excelencia, con una política social muy cuidadosa y, sobretodo, con un crecimiento sostenido del producto, en Chile la pobreza ha descendido de un 40 a un 18 por ciento

- Hugo Chávez ha tenido dos momentos. El primero fue de auge político y fracaso económico, cuando a base de más retórica que obras se fue haciendo con los resortes del poder, hasta que la recesión y la pobreza precipitaron el golpe de Carmona en 2002. El segundo ha sido de auge económico y político, cuando los precios del petróleo le han permitido las “misiones” sociales, los escarceos con la expropiación y la petro-política exterior de gran estilo. La suerte de los muy pobres ha mejorado y Venezuela juega en las grandes ligas; pero seguimos en el petro-clientelismo y sin trazas de desarrollo duradero.

- Con su ancestro aymara y su pasado cocalero, Evo Morales es de por sí un triunfo de los excluidos. Su Asamblea Constituyente y sus anuncios sobre reforma agraria y nacionalización de los hidrocarburos evocan la revolución de 1952, pero la resistencia de Santa Cruz y las multinacionales no le auguran un camino fácil ni logros sustanciales.

Los límites

El balance anterior, más bien modesto, ha puesto en duda lo de la “ola de izquierda”. Julio María Sanguinetti, por ejemplo, dice que la "presunta ola se componía de populismo autoritario en Venezuela, insurgencia indígena en Bolivia, socialdemocracia liberal en Chile, un gobierno lisa y llanamente peronista en Argentina, y una alianza entre un viejo sindicalista y los partidos de derecha histórica en Brasil”3. Los más escépticos añaden por supuesto que la “ola” acabó con las derrotas de Ollanta Humala y López Obrador, sin mencionar la reelección de Uribe.

Pero Colombia vuelve a ser la excepción, porque aquí la inseguridad acosa más que la injusticia, la guerra tapa el hambre y la guerrilla impide que las luchas populares fluyan, de modo que la izquierda no tenía ningún chance. No hay que olvidar que en Perú ganó García en vez de Flórez, ni que López Obrador perdió por un puñado de votos. Y en cuanto al cóctel que describe Sanguinetti, es en efecto un revuelto, pero un revuelto de izquierda.

Una izquierda, es verdad, que tiene límites. El de haber renunciado a las armas y al embeleco de la revolución. El de Estados Unidos, que no permitirá otra Cuba. El de las calificadoras de riesgo, que en buena hora prohíben gastar lo que no se tiene. Y por supuesto el límite que imponen los poderes fácticos visibles o escondidos que en cada uno de nuestros países le usurpan sus poderes del Estado.

Los desafíos

Con la estrechez de sus límites, en este Continente de exclusión la izquierda sigue teniendo tareas y mandatos de gran envergadura. Para ensanchar la senda de la inclusión, es necesario ampliar tres espacios principales:

- El espacio internacional, de modo que la aldea global tenga gobierno y en el gobierno tengamos un asiento. Al oponerse a la invasión de Irak, al abrirse a la inversión China, al disentir del Norte en la OMC, al integrar y diversificar sus canastas enérgicas, o al negarse a bloquear a Venezuela como pasó con Cuba, los gobiernos de izquierda de América Latina ya vienen ensanchando este primer espacio.

- El espacio democrático, para que los excluidos que son la mayoría tengan voz, y para curarse del autoritarismo que tantas veces en la historia de América Latina ha reprimido las luchas populares.

- Y el espacio social, para reconciliar la disciplina macroeconómica con la generación de empleos productivos y la ortodoxia fiscal con la redistribución
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9.- UNA TARDE DE AGOSTO EN LA HABANA... SOBRAN MÁS COMENTARIOS
Por Carlos Tena
Martín-Medem, excorresponsal de RTVE en La Habana hasta hace un año, acostumbraba a ser bastante objetivo en el tratamiento que daba sobre los temas de los que siempre se habla cuando hay que tener a la Perla del Caribe como protagonista. Fue un periodista exquisito, delicado, riguroso y muy profesional. Pero ya me explicará algún día mi amable colega, cómo puede mantener cierta amistad con un delincuente como Raúl Rivero, a no ser que lo tenga como pareja del dominó, ciencia en la que, mira por dónde, no sobresalió jamás ninguno de los dos. Porque a ese paso acaba jugando con Bush, a menos que lo haga para tener la satisfacción de ahorcarle...incluso el nueve doble.

Ya se sabe que, por órdenes de algún reyezuelo (o de Felipe González, o Alfonso Guerra, que prohibió mi presencia en un telediario, o el connotado delincuente José Barrionuevo, o tal vez su dilecto amigo Corcuera, o el mediocre Diego Carcedo, o la mamporrera Maria Antonia Iglesias, o el “progresista” Fernando González Delgado, todos en alguna etapa con cierto poder en el Ente Público), los temas de los que se debe hablar respecto de Cuba son: repetir la palabra dictadura, informar sobre una inexistente desnutrición, destacar un disimulado descontento general, exagerar temas como la prostitucion, etc.

Curioso, porque desde que vine a la isla en 1980, he comprobado que en Cuba hay más participación ciudadana en los asuntos políticos que en los españoles en los últimos setenta años; la alimentación es justa, tal vez poco variada, pero cumple los mínimos exigidos por los organismos internacionales que se ocupan del tema, la gente se distingue por su jolgorio y sonrisa perenne, lo que contrasta con el término descontento, y si en la Habana existen centenares de mujeres que utilizan su cuerpo como medio para obtener dinero, en Madrid existen veintidós mil quinientas prostitutas repartidas entre clubes, centros de masaje, discotecas, hoteles, pisos particulares, parques, paseos, calles céntricas y alrededores (informe del ayuntamiento de 2003), sin contar las amateurs. Por ello, estamos ante un cuadro de hipocresía tan ridículo que causa vergüenza ajena seguir argumentando. En el caso de los periodistas españoles (de la inmensa mayoría) no vale el refrán aquel que hablaba de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno, o al menos, siguiendo con el ojo, el otro que decía: “Si tu ojo se escandaliza, arráncatelo”. Qué pena que no haya ninguno tan cristiano como para seguir la máxima. Ni siquiera Jiménez Losantos se anima a ello, y eso que trabaja para los obispos franquistas.

Parece ser que Vicente Botín, el actual enviado de TVE en la Habana, amigo y compañero de quien firma estas líneas allá en la infancia y ex militante del PCE (juntos entrevistamos a Carrillo en la clandestinidad), está recibiendo todo tipo de mensajes en los que el personal protesta airadamente por sus crónicas habaneras. Estoy convencido de que es un periodista nato, experimentado y honesto, aunque no he visto aún el tratamiento que da a la situación actual en la isla, pero supongo que, por encima de su posible y voluntariosa objetividad, parece muy probable que, tras esas crónicas, se hallen agazapadas las órdenes más rigurosas de palo y tentetieso a los castristas”, además de la censura más vil y rastrera que uno puede imaginar. Censura que aún ejercen y ejercieron esos demócratas del PSOE, desde que FG se alzó con la presidencia, instalando en España el régimen más mediocre, casposo y paleto que uno haya sufrido hasta la llegada del asesino Aznar.

En 1982, desde los pasillos de RTVE salieron “sociatas” como por ensalmo, aunque su origen era la Falange Española y la Sección Femenina (Sotillos, González Delgado, Iglesias), que decidieron hacer de la casa sita en Prado del Rey, un predio, precisamente, sólo para hacer informativamente lo que mandara un Rey, a quien solían acudir con cierta frecuencia para recabar su sabia opinión acerca de cómo tratar a los cabecillas del 23-F o como eludir de forma inteligente que en RTVE no se hablara mal de Franco. Y se prometió y cumplió hasta que yo mismo armé la marimorena en un programa nocturno, riéndome del Caudillo y su Valle de Los Caídos. Lo que ocurre es que al día siguiente, como en el caso de Las Vulpess, el que cayó una vez más fue el que firma este articulo y no el monumento a la bestialidad que significa esa basílica donde huele a crimen, sangre inocente y barbarie. Cosas de la democracia y la libertad de expresión, que durante el mandato del PSOE se conocía como libertad de opresión.

Hay que comprender el miedo de los corresponsales, hay que entender su temor a perder, más que su puesto profesional, el salario mensual con el que abonan la hipoteca. O como decía Eduardo Galeano: “Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo a no encontrar nunca trabajo…”. Pienso, que en una televisión, en una radio, en un diario libre e independiente, quienes tienen la obligación de hablar sobre Cuba, deberían referirse también, y sin manipulaciones, a otros asuntos de más calado, como es el de la educación, el deporte, la sanidad, la vivienda, la alegría dentro de la necesidad, el infame bloqueo asesino que impone el gobierno USA desde hace casi medio siglo, las continuas amenazas de los terroristas como Posada Carriles u Orlando Bosch, y otros asuntos de importancia capital.

Pero los esclavos de los medios de comunicación han de escribir lo que el Jefe de Informativos haya decidido, que es a su vez el vocero del ministro de turno, que viene de recibir ordenes de Zapatero, quien acaba de llegar a la Moncloa de consultar con un señor muy importante sobre cómo se trata el tema de Cuba y de Fidel Castro.

Los corresponsales ponen cara de póquer cuando se les pregunta por aquellos, como José Maria Aznar y su cuadrilla de franquistas asesinos, o esa atlantista del PSOE tan corajuda como Trinidad Jiménez, que visitan sonrientes a la Mafia Terrorista de Miami, que es lo mismo que decir cualquier organismo, privado o publico, financiado por los Mas Canosa y Díaz Balart de turno. Por cierto, esta Trinidad es inenarrable en sus proyectos. Y es que la líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid, en el colmo de las fantasías animadas de ayer y de hoy, va y le encarga a Rosa León (que aspira a ser algún día Concejala de Cultura), productora y autora de canciones infantiles, que, de ganar el PSOE las próximas elecciones municipales, se llevarían espectáculos operísticos al Pozo del Tío Raimundo, un barrio donde la pobreza, la droga, la violencia y el paro se ceban en sus sufridos habitantes, que impotentes escuchan hablar de democracia todos los días, cuando en verdad lo que la pequeña pantalla escupe únicamente es mediocridad y chismorreo. Ya me figuro a los desheredados de La Celsa, o de cualquiera de los suburbios marginales de ese castigado Madrid, huir como alma que lleva el diablo ante la amenaza que para ellos pueden suponer “El Buque Fantasma”, “El Anillo de los Nibelungos” o “Lohengrin”. Sin saberlo, al escuchar tan formidables obras bien pudieran sentir, como Woody Allen afirmaba, “deseos irrefrenables de invadir Polonia”. Ahí es nada el populismo estúpido de la oposición a Esperanza Aguirre: cultura a toneladas, con C mayúscula, para los pobres de la tierra, mucho antes de que puedan disfrutar de una vivienda digna, un trabajo, un salario, una sanidad, educación y una alimentación. Como se ha hecho en la mayor de las Antillas. Ante todo, los primordiales derechos humanos, y luego cultura a borbotones. Como afirmaba Juvenal, en Cuba se hace realidad aquello de Orandum est ut sit mens sana in corpore sano (Hay que pedir que haya una mente sana en un cuerpo sano).

Y ya, dejémonos de estupideces: una sociedad tan culta como la cubana no resistiría impasible una dictadura. Justo lo contrario de la España de Franco, en la que se asesinó a la cultura para que ordenaran los analfabetos. Y aún existen resabios, muchos, de aquella lamentable época que ZP y sus Pusilánimes se niegan a abandonar. Franco continúa dentro de sus leyes... y de sus reyes. No ha valido eso de: Españoles, la guerra ha terminado. Borbón, y cuenta nueva.

Pobres de los españoles, hipnotizados ante esa pantalla por la que se vomitan toda suerte de mentiras acerca del acontecer en el mundo, siempre tamizadas por un profesional de turno que hace las veces de esbirro principal de los Servicios Informativos, donde tan buenos profesionales trabajan calladamente hasta que un E.R.E. (Expediente de Regulación de Empleo) les manda a la calle. Yo tuve la suerte de encontrarme con un gnomo que me avisó hace años de las tropelías que se avecinaban, y salí de aquella casa con la conciencia tranquila y el estigma de rebelde impenitente colgado como escapulario. Y me vine a Cuba, a aprender democracia, dignidad, alegría ante las dificultades, bondad y solidaridad. Soy un comodón y un cobarde, me digo a veces cuando salgo al trabajo caminando por las calles de La Habana. Tenía que haberme quedado en Madrid para seguir luchando contra la caspa.

No soy buen alumno, porque vengo de un país donde el PSOE destrozó las ilusiones de la izquierda, enterró la memoria de las victimas del levantamiento fascista de 1936, enalteció a los asesinos que jalean la Victoria del Caudillo, hundió las utopías, las playas, los adoquines y todo ello, sin que el rubor les subiera a las mejillas, apoyados por medios de comunicación tan potentes, que pueden comprar las conciencias de firmas de cierto renombre en el periodismo y la literatura, por 3.000 euros al mes, y luego utilizar sus razonamientos como pretexto para las más diversas añagazas: defender las matanzas del ejército israelí contra palestinos y libaneses, sirios, jordanos o lo que les venga en gana, comprender a Bush cuando asesina a miles de iraquíes, alentar a quienes atacan a Fidel, a Chávez, a Morales, a todo aquel que se enfrente al Imperio y su concepción global de “Democracia a bombazo limpio”.

En estas tranquilas tardes de agosto, mientras ese hombre ejemplar llamado Fidel Castro se recupera de la intervención, con el pueblo cubano hecho una piña en torno a sus líderes, prometo poner mucha atención en los próximos meses para merecer un aprobado en la asignatura más importante que me ha tocado nunca: defender hasta el final esta Revolución. Una sociedad que me ha enseñado, ante todo, democracia, compañerismo, amistad, solidaridad, afecto, magnanimidad y ¿por qué no?... a cocinar unos frijoles de la rehostia.
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10.- AUTOCRACIA PARTICIPATIVA Por :Rafael Rincón
Fuente: http://elyesquero.blogspot.com/
La teoría pura del derecho formulada por el jurista austriaco Hans Kelsen propone entender el ordenamiento jurídico como una pirámide en donde la norma fundamental de un Estado se encuentra en la cúspide y todas las otras son válidas cuando son derivaciones lógicas de la anterior.

La Ley 975 de 2005, llamada por el Gobierno nacional de Justicia y Paz, fue declarada exequible por la Corte Constitucional (Sentencia C-319-2006) y corregida para su aplicación en varios puntos: uno de ellos aclara que “la colaboración con la justicia debe estar encaminada a lograr el goce efectivo de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición”.

La Ley 975 de 2005 debió ser tramitada como una ley estatutaria y no ordinaria por reglamentar derechos fundamentales y estableció una rebaja desproporcionada de penas para autores de crímenes de lesa humanidad, que con todas las prerrogativas se convierte en una forma disimulada de amnistía e indulto y de desconocimiento de los derechos de las víctimas. La Corte Constitucional también impidió que el narcotráfico y el paramilitarismo se camuflaran con el delito político de sedición para lograr privilegios inmerecidos.

La justicia de la Ley 975 de 2005 es una justicia totalmente distinta a la del ordenamiento jurídico colombiano. Es una ley que ignora los principios de igualdad procesal y de proporcionalidad entre los delitos y las penas; es una ley que cotidianamente es confrontada con las decisiones que se toman en la otra justicia (como cuando un juez condena a cuatro años de prisión a una persona que ofende a otra tocándole las caderas) o cuando la ley de infancia establece penas para los menores de 18 años o cuando el presidente pide linchar a los corruptos.

Es una ley que establece una justicia sustituta para los extraditables. O la toman o se van para los Estados Unidos.

El Presidente Uribe asesorado por el representante de los comerciantes Sabas Pretelt de la Vega, por su Ministro del interior Carlos Holguín Sardi y por el psiquiatra Luís Carlos Restrepo intentan cambiar una ley “constitucionalizada” con decretos de Ralito, de lograrlo serán los autores de una revolución jurídica y política. Habrán acabado con el positivismo jurídico que levantó Kelsen y que no pudieron acabar ni los nacionalsocialistas, ni los marxistas ni las corrientes del nuevo derecho y habrán cerrado el Congreso sin tener que clausurarlo.

El derecho así concebido vuelve a ser sólo moral, obra de un inspirado ejecutivo legislador cruzado que invoca a Dios y prescinde de los debates terrenales para perdonar los crímenes de lesa humanidad, brincarse a las víctimas, conservar las tierras y demás privilegios.

Además de legislar con decretos el ejecutivo llama a comentar sus obras en la página web. Lo hace no tanto para buscar su modificación como para encontrar la bendición de la opinión pública, que es la que realmente cuenta.

Con orgullo dice el Vicepresidente Santos que estos decretos publicados en la página web de la presidencia le dan transparencia al proceso de paz con los paramilitares. Es una autocracia participativa lo que están fundando, un ejecutivo que toma decisiones que no son de su competencia y las pone a consideración del público para obtener su complicidad y eludir la responsabilidad política.

El gobierno de los Santos es el gobierno de la pirámide invertida, de los que gobiernan, opinan y legislan, son los autores de las leyes y de la verdad en Colombia.
Medellín, 5 de septiembre de 2006
(*) Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
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