jueves, noviembre 09, 2006

PENSAMIENTO CRÍTICO VIRTUAL (PCV)
No. 20 1-10 de noviembre, 2006
Una Publicación quincenal de
ECOPAIS - ATISBOS ANALÍTICOS
Se actualiza el 1 y 15 de cada mes a las 6.30 p.m
CONTENIDO:

ATISBOS ANALÍTICOS NO 71, Cali, octubre 2006

LA BOMBA DEL CANTÓN NORTE COMO POSIBLE
AUTOGOLPE DE LA EXTREMA DERECHA URIBISTA
Por:Humberto Vélez Ramírez, humbertovelez@andinet.com
INTRODUCCIÓN
Explicativo, por lo menos en la intención, un ensayo como éste, escrito en clave de hipótesis alternativas autónomas o complementarias, exige la puesta en escena de sus supuestos centrales dados los nuevos tiempos en que ha empezado a navegar el país desde el pasado reciente 19 de octubre.

Primer Supuesto: Para ahorrar la gestión de inteligencia y de cooperantes a sueldo, explicitamos que, como ciudadanos, no simpatizamos ni con las guerrillas ni con la actual forma de gobierno ni con sus aliados paramilitares ahora en obligado entredicho oficial. Por lo tanto, en nuestra hipótesis como investigadores académicos, de modo casi necesario hará presencia este juicio de valor, aunque apelaremos a las metodologías de nuestra comunidad científica para disciplinar y morigerar, en lo máximo posible, el finalmente necesario componente de subjetividad de nuestros análisis. De todas maneras, al ser ello así, más allá del desgastado término de “terrorista”, nos asalta una pregunta, ¿a qué otra adjetivación podría apelar ahora el gobierno para mantener lo que de perverso el término representa en el imaginario colectivo en el caso de esa ya casi masa de ciudadanos intelectuales, que no están con Uribe pero tampoco con la guerrilla y, mucho menos, con el cada día más desprestigiado paramilitarismo?
Segundo Supuesto: Para el examen del caso colombiano en su presente-presente, como categoría de análisis, no como simple y quizás necesaria adjetivación, no deberíamos volver a utilizar el término “terrorista”. Este se ha convertido en una noción meramente ideológica orientada a ocultar la realidad. Las ciencias sociales repugnan de nociones polarizantes que invitan más a los juicios de valor y a representaciones perversas que a juicios de hecho y a análisis, por lo menos, relativamente válidos.

Tercer Supuesto: Como ciudadanos- y más si, al mismo tiempo, somos investigadores inscritos en la Ciencia social crítica- el más tremendo pavor se nos pegó de la piel, del corazón y hasta de la razón cuando, al amanecer del pasado 20 de octubre, escuchamos al ciudadano Presidente salido de su “yo”, descompuesto y como si fuese mera emoción. Parecía un templario del medioevo convocando al mundo entero a una nueva cruzada contra los “terroristas”. Fue por eso por lo que nos sentimos invadidos por un miedo integral, baboso y viscoso, por cierto, pero definitivamente tremendo miedo. Altamente receptiva de la situación fue doña Yolanda Pulecio, la mamá de Ingrid Betancourt, cuando horas más tarde reseñó:” la noticia y el tono airado del presidente fueron más fuertes y mortíferos que la misma explosión en el Norte de Bogotá”. (1)

Y cuarto Supuesto: Para ponerle punto final a la guerra interna no existen si no tres vías.
Primera: El triunfo armado de las Farc, lo que en clave geopolítica resulta muy, pero muy dificultoso y bastante improbable. Segunda: la vía militar con el Estado jalonando una ofensiva estratégica. Este método fue ya ensayado por Uribe, primero, a diez y ocho meses vista, después, a cuatro años y no pudo. Ahora, con más emocionalidad y espectacularidad que racionalidad y prudencia ha declarado que sí podrá. Y tercera: la vía política ensayada ya en el Caguán y que, por variadas razones, se frustró. Como ciudadanos nos casamos con la salida política y, como investigadores, con muchos otros colegas hemos buscado producir pensamiento estratégico, que alimente su racionalidad, aunque estamos convencidos de que se requiere levantar un modelo de negociación distinto del ensayado en el Caguán.
En relación con la salida militar pensamos que, no obstante algunas victorias tácticas del Estado, estratégicamente no es viable, que económicamente no es financiable y que, como, Cultura política, es un crimen de lesa humanidad contra las precarias reservas de valores democráticos de los colombianos. En este caso, quedaríamos reinscritos en la relación amigo-enemigos en la que aprendimos a sobrevalorar la primacía de la apelación a la violencia como método de desenlace de nuestros grandes conflictos de poder, así como a subvalorar la significación de la política como espacio para la construcción permanente de democracia en todas las áreas de la vida social.
Fijados estos presupuestos, ahora sí entro en mi papel de analista en una todavía muy primaria aproximación al asunto.

LOS HECHOS

El pasado 19 de abril, a las 8.50 a.m, un carro- bomba estalló en la propia casa del Ejército, en su entraña, se puede afirmar. En el más importante complejo militar del país. Funcionan allí la Universidad Militar, la Escuela Superior de Guerra, la Inteligencia militar y la Contrainteligencia, la Brigada 13, una División del Ejército, la Escuela de Infantería y la Escuela de Operaciones sicológicas. Era una camioneta Ford Explorer, a la que en el tanque de gas le habían acomodado 60 kilos del explosivo R-1. La explosión tuvo lugar en un parqueadero situado entre la Universidad Militar Nueva Granada y la Escuela Superior de Guerra. La había estacionado allí un hombre trajeado con el uniforme de la Armada, quien ingresó, cono Pedro por su casa, utilizando una falsa credencial. Y estalló retumbando en los oídos del propio Comandante del Ejército, General Mario Montoya quien, en esos momentos con otras personalidades, participaba en un acto académico. La explosión no causó muertos ni grandes daños materiales pero sí 23 heridos, algunos muy graves.
Aquella mañana el Vicepresidente Santos señaló que resultaba sorprendente que en una Unidad militar, en donde hacían cursos los Generales, hubiese sucedido un atentado. Por eso lo calificó como “un error de seguridad imperdonable”. (2)
Como otros hechos importantes pueden destacarse las tajantes órdenes del presidente al Comisionado de Paz y a los Altos Mandos, el cuestionamiento a Ecuador y Venezuela, así como sus solicitudes a los Países acompañantes, así: 1. Orden al Comisionado de suspender toda gestión relacionada con el Intercambio Humanitario; 2.Orden a los militares de rescatar militarmente a los secuestrados; 3. Suspensión de los buenos oficios de los países amigos pidiéndoles que, más bien, los transformasen en ayuda militar y de inteligencia para derrotar a los terroristas, así como en presiones sobre éstos para que liberasen a los secuestrados, solicitud ésta realizada el día 21de octubre en el Consejo comunal de Cúcuta; y. 4. Cuestionamiento a Ecuador y Venezuela por facilitar el refugio de cabecillas de las Farc.

Otro hecho notable de la coyuntura lo marcó el presidente Uribe quien, con el lenguaje político utilizado el 20 de octubre, retornó a su habitat vital normal y natural. A su característico discurso que, por convicción, formación y práctica, no es de conciliación si no de confrontación. Fue así como se arrepintió del lenguaje moderado utilizado durante los primeros 75 días de su segundo mandato: “El lenguaje moderado, dijo, crea confusión en la ciudadanía y desorienta a la Fuerza pública en perjuicio de la Política de Seguridad”, además de que “no atrae a los terroristas hacia la paz, simplemente les agranda la ambición y facilita que posen de personajes de la política”. (3)


UNAS PRIMERAS INFERENCIAS EMPÍRICAS

Dada la gran cantidad de personas que aquella mañana poblaban las instalaciones militares, en el Cantón norte de Bogotá aquel 19 de octubre podría haber acaecido una enorme mortandad si la bomba explotada hubiese tenido un calibre mayor. Rechazable, censurable e injustificable es desde el punto de vista ético- y constituye éste un nodal juicio de valor- toda acción de violencia orientada a afectar la integridad física, la vida y la intimidad virtual de los seres humanos. De todas maneras, las consecuencias de las acciones allí censurablemente realizadas fueron humanamente inferiores a las que, con altibajos, han realizado en fechas recientes las guerrillas de las Farc, según el gobierno, las autoras de la explosión.
Es en un contexto así donde se inscribe una primera hipótesis empírica: El autor o los autores intelectuales de la explosión la ubicaron en un sitio físico y simbólico preciso cuidándose de disminuir, hasta donde más pudiesen, las consecuencias humanas siniestras de la acción. La colocaron en el disco duro del poder, la cultura y la sensibilidad de los militares buscando una reacción fuerte por parte de alguna persona concreta. Y fue así como lograron la más incontenible reacción emocional por parte del ego mortalmente herido del Señor Presidente de la República. Conocían su temperamento y, sobre todo, sabían cómo iba a reaccionar cuando se enterase de un osado atentado contra “lo militar” para él, en lo cultural, la esencia más íntima de la patria y lo patriótico, y en lo político militar, el sujeto central de la Estrategia de Seguridad democrática.
Puede observarse, entonces, cómo a los autores de la explosión, más que sus consecuencias, que se cuidaron por reducir, lo que realmente les interesaba era la acción en sí misma considerada.

Fue entonces cuando, apenas producido el atentado, en el país de la impunidad en pocas horas ya tenían ubicado al victimario: Habían sido las Farc, dijo una fuente oficial mientras el Fiscal General de la Nación, casi al unísono, declaraba que carecía de pruebas para identificar a los responsables. Cuarenta y ocho horas más tarde Lucho Garzón, alcalde de Bogotá, insistió en ubicar a los responsables pues, en entrevista hecha semanas atrás con el Embajador norteamericano, éste le había manifestado que su inteligencia sabía que las Farc habían renunciado a realizar atentados en el norte de la ciudad.
Derivada, se obtiene otra hipótesis empírica ligada a lo contrafactual: De haber sido las Farc, con la intención de hacer demostración de fuerza y de poderío armado, se habrían centrado más en las consecuencias de la acción que en las reacciones del presidente. Con seguridad que la bomba habría tocado a miembros del Alto Mando militar. Si con una bomba micro habían podido birlar y burlar la inteligencia inteligente de la Universidad militar y de la propia Escuela de Inteligencia y de Contrainteligencia, ¿qué habría podido impedir que hubiesen entrado con una bomba macro?

3. UN JUEGO DE PRIMERAS HIPÓTESIS EXPLICATIVAS.

La hipótesis empírica ya levantada según la cual el autor o los autores intelectuales de la explosión la colocaron en un sitio físico y simbólico precisos (en el complejo militar más importante del país, así como en el disco duro del poder, la cultura y la sensibilidad de los militares) buscando provocar la más incontenible reacción emocional de alguien concreto (en este caso la del Presidente de Colombia), sólo la podemos transformar en una hipótesis más explicativa por una vía teórica rigurosa y rica que, por economía de tiempo y espacio, por ahora no podemos iniciar. De todas maneras, como ésta no es sino una primera aproximación al problema, nos vamos a limitar a fijar algunas hipótesis autónomas o complementarias rastreando un primer nivel de soportes empíricos, así:

Las Farc como Autoras del Atentado: Ha sido ésta la posición del gobierno basado en el más simplista unifuentismo oficial según el cual la Inteligencia militar detectó un correo electrónico enviado por un miliciano urbano al Mono Jojoy anunciándole el éxito de la operación ordenada. De acuerdo con el gobierno, las Farc realizaron el atentado para hacer una demostración de fuerza en procura de entrar engrandecidos al proceso de Acuerdos Humanitarios.

La tesis ha sido aceptada sin reparos por el grueso de los analistas uribistas. Horacio Serpa, al hacer un llamado a la reflexión dice que en Colombia todos se pueden volver locos “menos el director del manicomio”. Sin embargo, acepta la tesis de las Farc como autoras precisando que lo hicieron para “ratificar ante los ojos del mundo el fracaso de la política de seguridad democrática”, pero que Uribe, “experto en crear cortinas de humo para tapar sus grandes errores”, había aprovechado la ocasión para tirar por la borda la posibilidad de Acuerdos Humanitarios. (4) El columnista de El Tiempo Maricio Cabrera Galvis coincide con Serpa al afirmar que “la liberación de los secuestrados no era el objetivo del gobierno, si no un comodín para jugarlo al vaivén de las encuestas de opinión y las urgencias políticas del momento” y que, por eso, había aprovechado la oportunidad del atentado para “tender una cortina de humo para tapar escándalos y acallar críticas”. (5) El primer distanciamiento público importante sobre la autoría, lo hizo el alcalde de Bogotá al señalar que el embajador norteamericano, en pasada entrevista, le había proporcionado un indicio serio para distanciarse de la tesis de las Farc como autoras del atentado.
Las Farc fueron las autoras, pero “aunque no hayan sido las farc, fueron las farc”, porque, o si no, ¿quién más podría haber sido? : Esta tesis, planteada por el analista Jorge Leyva Valenzuela amerita destacarse, pues, entre líneas, deja fijada una importante duda de que hayan sido las Farc. Primero se pregunta: “¿por qué la guerrilla más activa y desalmada del mundo corre todos los riesgos y penetra al lugar más seguro del país para hacer un atentado que no es contundente? Se auto-responde entonces señalando que, como fueron las Farc, su comportamiento resulta dudoso, pero que si no fueron las Farc, eso significa que “hay otro enemigo, capaz de burlar la seguridad del Cantón Norte y de cambiar el rumbo del país con dinamita”. (5)
Las Farc no fueron las autoras: Entre lo que he logrado conocer, esta hipótesis es compartida hasta ahora por cuatro académicos, entre los que se cuenta el Director de Atisbos. Son ellos, los profesores Alcibíades Paredes, Oscar Hoyos Robledo, Guillermo Pérez Florez (7) y el suscrito. Con ellos pienso y analizo que no fueron las Farc. Sin embargo, en mi caso, la hipótesis descriptiva esbozada atrás me permite pensar en otra autoría, que expondré en el siguiente acápite.

Guillermo Pérez, de entrada, postula que la autoría no es de las Farc, no porque no fuesen capaces, “cosas peores, dice, han hecho en el pasado”, si no porque “a quienes menos favorece políticamente es a las Farc”, a quienes se las podría acusar de todo, “menos de no tener claro qué les conviene y qué no en el momento actual”. La lógica indicaría, por otra parte, que ese atentado a quienes más favorece, sería a Uribe y a los militares y “no veo por qué éstas tengan interés en ayudarlos”. Entre las razones de la no autoría de las Farc destaca tres: la liberación de 500 guerrilleros presos, el acceso a una nueva interlocución internacional y la puesta en escena ante el mundo de la ineficacia de la política de seguridad en su lucha contra la insurgencia. “Fue así, concluye, como esa bomba liberó a Uribe, por lo menos, por un tiempo, de trabajar en búsqueda de un Acuerdo humanitario”. (7) Las razones que destaca Pérez para fundar la tesis de la no autoría farquiana, en el nivel de la lógica son fuertes, esto no obstante, se abstiene de sugerir un posible autor.
El sociólogo manizaleño Oscar Robledo Hoyos, por su parte, se centra más en destacar las acciones del gobierno orientadas a dejar sin bases la posibilidad de Acuerdos Humanitarios pues, al respecto, la voluntad de Uribe era “débil, por no decir inexistente”. Como dato empíricamente sólido destaca el redoblamiento de la presencia militar en Florida y Pradera, así como la intensificación de los bombardeos en sus zonas rurales. Plantea, entonces, la hipótesis de “un acto aleve y fríamente calculado” posiblemente montado por la extrema derecha. (8) Con el profesor Robledo coincidimos en señalar a ésta como la posible autora de lo que él llama “auto- atentado”, aunque yo le imprimo a la hipótesis otra dirección más allá del mero desmonte, lo que también es valido, de la posibilidad del Intercambio humanitario.
Finalmente el profesor Alcibíades Paredes, sólido argumentador de la Universidad Santiago de Cali, comienza doliéndose de que “cuando todo estaba preparado...el Presidente Uribe acabó con estos sueños y nos metió en la pesadilla del rescate”. Desde el principio reitera serias dudas sobre la tesis del gobierno asociadas, sobre todo, a la celeridad con se ubicó no sólo al autor institucional, las Farc, si no también a un victimario concreto, el Mono Jojoy. Contrasta, entonces, preguntándose “¿por qué con tanta eficiencia no pudieron impedir que el carro bomba penetrara a las instalaciones militares? “. Confronta luego “una inteligencia retardada” del Estado con una posible inteligencia más avanzada de las Farc para afirmar, “Si la versión fuera cierta, eso significa que el Mono Jojoy le metió a la Inteligencia militar el dedo a la boca, sin que ésta se diera cuenta”. Sugiere enseguida, sin hacer ningún desarrollo, la hipótesis de un “atentado simulado” con la participación de la CIA. (9)

D. La Bomba en el Cantón Norte como posible Autogolpe de la extrema Derecha uribista: Doctrinaria y políticamente el Uribismo sólo es unívoco en chuparle al líder su imagen, de resto, es una tendencia equívoca de modo elevado. Allí se encuentran la derecha y la neo-derecha colombianas existiendo, en la primera sobre todo, una fracción de extrema derecha proveniente tanto del partido conservador como liberal. Pues bien, esta fracción, con fuertes nexos en el conservadurismo militar, en los últimos dos meses había estado muy preocupada por la morigeración del discurso del presidente, por los mensajes que éste le estaba enviando a las Farc, así como por su apertura a la posibilidad de Acuerdos humanitarios. Todo ello lo asimilaron a desmonte progresivo de la Estrategia de Seguridad democrática. La Carta que hace unas semanas le envió Enrique Gómez Hurtado al presidente Uribe, en los términos y contenidos fue casi tan radical y fuerte como las que la extrema derecha le remitió a Pastrana en la época del Caguán
Por otra parte, el desconcierto estaba comenzando a hacer carrera en la amplia base social de dominados simbólicos, característica de su primer mandato.
En los últimos 70 días Uribe estaba ingresando a una especie de limbo programático, incapaz de darle unidad a una base partidista heterogénea y burocráticamente voraz, así como a millares de admiradores que lo único que le demandaban al presidente era que, a toda hora, les calmase su inmensa hambre simbólica de seguridad sicológica manteniéndoles la promesa de que la derrota de las guerrillas estaba cercana.
Fue entonces cuando, juntando cabos que se le empezaban a desatar al presidente, un grupo de personas de esa extrema derecha posiblemente decidió propiciar un autogolpe orientado a regresar a Uribe a su mundo ideológico político casi natural. Por el momento, carecemos de todo soporte empírico para afirmar si la maniobra se entretejió con el conocimiento o el desconocimiento del presidente.
Fue en este contexto en el que se habría programado el atentado cuidándose mucho los autores de reducir, en lo máximo posible, sus consecuencias, así como de ubicarlo en los sitios físicos y simbólicos precisos como para provocar la más fuerte e irresistible reacción del presidente-.

CONCLUSIONES

Con el posible atentado de la extrema derecha uribista, Uribe Vélez, como la más adorada oveja perdida, ha regresado a retomar la dirección real y simbólica del país desde las lógicas de un liderazgo carismático personalista, autoritario y de decisiones, ante todo, militares. Por el momento ha vuelto a cohesionar a sus seguidores como el gran líder antiguerrilla que siempre ha sido.
Haya el que haya sido el autor del atentado, de modo indirecto o directo el resultado ha sido el mismo. Si fueron las Farc- en este Atisbos 71 se han planteado serias bases de duda al respecto- independientemente del objetivo buscado, eso fue lo que lograron: Que al despertarse, estuviese “el dinosaurio ahí”, vivito y coleando y enfurecido. Si fue un autogolpe o autoatentado o atentado simulado, como hipotéticamente hemos sostenido, lograron su objetivo: El retorno del gran líder antiguerrilla.
La Revista “Semana” (10) ha dicho que la reacción firme puede ser popular- claro que, por lo menos, coyunturalmente lo será - pero que presenta serias implicaciones. Destacamos dos: En primer lugar, Colombia estará condenada, por lo menos, a otra década más de guerra, pues mientras el gobierno piensa que la ganará, las Farc se reafirman en que no la perderán. Y en segundo lugar, los Acuerdos Humanitarios se envolatarán, por lo menos, por un año más. Y esto último como producto del atentado sea el que sea el actor que lo haya realizado.
Finalmente como ciudadano, y constituye éste también un nodal juicio de valor, hacemos de Atisbos el planteamiento de Guillermo Pérez Flórez al final de su artículo: “Creo que en el trasfondo de todo existe una barata subestimación de la opinión pública y la factura puede salir cara”.


Robledo, Hoyos, Oscar, “La Avalancha de Uribe”, Manizales, octubre 20 2006, osroho@hotmail.com,
“El Espectador”, Bogotá, 22-28 de octubre de 2006, p.2ª; http://www.elespectador.com/ ,

El Discurso improvisado del Presidente Uribe en la mañana del 19 de octubre de 2006.
Serpa, Horacio, “Sangre y Fuego”, octubre 21 de 2006, BOLETÍN DEL IPL.
Cabrera Galvis, Mauricio, “Atentado contra los Secuestrados”, El País, Cali, 22 octubre 2006.
Leyva Valenzuela, Jorge, “Fueron las Farc”, El Espectador, 22-28 de octubre 2006, p. 5ª; http://www.jorgeleyva.com/
Pérez Flórez, Guillermo, “Juegos de Guerra”, octubre 22 2006, http://www.cidan.net/
Robledo Hoyos Oscar, art.citado.
Paredes, Alcibíades, “A Salvar el Intercambio Humanitario”, en, ATALAYA No 146 , Cali, 21 octubre 2006, aparedes@telesat.com.co, asisi50@hotmail.com,
10. http://www.semana.com/,

1 Comments:

Blogger My Name is Kike said...

Soy estudiante de la Universidad Militar Nueva Granada y creo que existen dudas razonables para dudar sobre la responsabilidad de las FARC en atentado.

Primero, porque las camaras de la universidad en las entradas se dañaron subitamente ese dìa.

Segundo, porque la bomba utilizada fue de tan poco poder.

Tercero, porque en medio del carro bomba se ubicaron estrategicamente dos carros blindados.

Cuarto, J.M.Santos, ministro de defensa fue a mi universidad una semana antes.

Creo que debemos conformar un comite independiente para investigar y saber la verdad sobre el atentado de la Univ.Militar.

ALVARO TÀMARA HIGUERA
aeth39@hotmail.com

5:25 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home