jueves, junio 15, 2006

PENSAMIENTO CRÍTICO VIRTUAL 6



Un espacio de la Academia crítica para Académicos en general sobre los Problemas del

ESTADO, LA GUERRA Y LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN COLOMBIA”,

mayo 11-16 2006



1.- “El Reforzamiento del nuevo Polo Alternativo”, Orlando Fals Borda, junio 12 2006, gentileza de ecopais@cable.net.co, juapipo@yahoo.com,


2.- “Una Victoria con Significación histórica”, Rubén Darío Acevedo, Profesor de la Universidad de Antioquia, rdaceved@unal.edu.co, en, http://ventanaabierta.blogspirit.com/ ,

3.- “El Comienzo el Fin”, Fernando Garavito, junio 10 2006, garavito@unm.edu ,

4.- “Uribe 2019”, Rodolfo Arango, Profesor Universitario, rodolfo_arango@hotmail.com, en, El Espectador junio 10 2006

5- Por Qué y para Qué Divagamos ante un Proyecto político inédito”, Fernando Londoño Hoyos, Profesor de la Universidad Javeriana, en, El Tiempo, junio 8 2006.

6.-“Aún más bello y dulce, Otro País existe”, Una Carta al Polo Democrático, William Ospina, escritor, williamospina@tutopia.com

7.- Edición Especial Elecciones Presidenciales 2006”, CINEP, actualidad@listas.cinep.org.co , en, Actualidad Colombiana, No 430 mayo 30-junio 12 2006, http://www.actualidadcolombiana.org/ ,

8.- “Cuajará la Oposición?”, Ernesto Rueda Suárez, Profesor de la Universidad Industrial de Santander, eruedas@uis.edu.co, en, Vanguardia Liberal, junio 6 2006

9.- “El Futuro Liberal”, Juan Fernando Londoño, junio 14 2006, gentileza de alpher_r@hotmail.com,

10.- “El Anticomunismo y la Democracia”, Alcibíades Paredes, Profesor de la Universidad Santiago de Cali, aparedes@telesat.com.co, asisi50@hotmail.com, en, Cali Cultural, número 106, junio 2006, http://www.calicultural.com/articles/105/art_04mx_104.html

11.- “Alvaro Uribe: Desafíos de su segundo Mandato”, Alejo Vargas, Profesor de la Universidad Nacional, crvargas@andinet.com, en, UNperiodico, No 93, junio 2006, Universidad Nacional, http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/93/01.html

12.- “Alternativas ante los Resultados electorales”, Hernando Roa Suárez, Profesor Universitario, roasuarez@yahoo.com, en, El Mundo, junio 12 2006

13.- “Escuela del Dolor”, Rafael Rincón, rafael.rincon@gmail.com, en, El Yesquero, No 106, Medellín , junio 6 2006, elyesquero@gmail.com,


14.- “El País que cambió” (I), Pedro Medellín, Profesor Universitario, pedromedellin@hotmail.com , en, El Tiempo, junio 6 2006

15.- “Monarquía Plebiscitaria”, Jaime Castro, jcastro@cable.net.com, en El Tiempo, junio 3 2006

16.- Testimonio, “Otras Razones para Votar por el Doctor Uribe”, Daniel Villamizar, leotevil@hotmail.com,





1.- EL REFORZAMIENTO DEL NUEVO POLO ALTERNATIVO
Por: ORLANDO FALS BORDA,

Presidente Honorario PDA.



Las jornadas del mes de mayo de 2006, con el histórico rompimiento de la barrera de los 2.000.000 de votos por Carlos Gaviria Díaz y Patricia Lara Salive en la elección presidencial del 28, el impresionante cierre de campaña en la Plaza de Bolívar de Bogotá el día 21 y la gran concentración popular del 1º, resultaron inolvidables. Tuvieron gran trascendencia, porque en esas tres fechas quedó plasmado ante todo el país, el triunfo de un Polo Alternativo democrático, juvenil, alegre, expectante y decidido a actuar en defensa de los intereses populares, listo a reconstruir el mundo político deteriorado por las oligarquías bipartidistas. Se dibujó un programa político alterno firme para el futuro por parte de las fuerzas nuevas, y el Polo logró un esperado triunfo: escaló el Everest de la historia en las izquierdas colombianas, a partir de la toma del poder estatal en Bogotá en 1854 por los artesanos socialistas, la Junta Central de Francisco Antonio Obregón y el patriótico Ejército Nacional con el general Melo.

La construcción del nuevo Polo
El Polo es ahora el receptáculo visible de todo este acumulado político, latente y actuante, de siglo y medio, y escenario privilegiado de la gestión de nuevas fuerzas nacionales. Hemos trabajado bien y duro para llegar a este hito y recibir aquel mandato popular al que debemos responder con toda lealtad; van mis felicitaciones efusivas para todos y todas en las diversas regiones y ciudades. Pero estos logros tienen un artífice particular, cual es la evolución personal y labor movilizadora del ex-presidente del Frente Social y Político, el Senador Carlos Gaviria Díaz. El ha sido y seguirá siendo por un buen tiempo nuestro principal dirigente, alrededor de quien tendremos que concentrarnos en nuestra diversidad para sobrevivir políticamente y actuar de manera coherente. En este equipo directivo se encuentra nuestra excandidata a la Vicepresidencia de la República, cuyos talentos y capacidades evidentes deben ser incorporadas en el nuevo Polo, en especial en las actividades de comunicación y educación de bases, cuadros y activistas que siguen siendo de gran valor técnico y estratégico.
Con estos objetivos, recibimos importantes consignas en el discurso del domingo 28 por la noche, en el Centro de Convenciones: esas consignas son de unidad, dignidad, oposición al régimen, y voluntad de poder, consignas que juegan en un contexto ético y estético a nivel individual y a nivel colectivo.
Sin unidad no podremos avanzar y consolidar el triunfo alcanzado y el proyecto político que nos propusimos. La prueba vendrá pronto, en las elecciones regionales del año entrante 2007. Si no las preparamos bien, con juicio, orden y mutua comprensión, ellas podrán terminar en una debacle que impedirá avanzar hasta el año 2010.
Me parece que lo más urgente para preservar la unidad en el nuevo Polo engrandecido y hacerlo avanzar, es restaurar los mecanismos que hemos empleado para llegar a donde ahora estamos, incluyendo continuar la buena costumbre de la consulta interna e intensificar las campañas de comunicación y educación política de cuadros y bases en barrios, veredas y regiones sugeridas atrás. Es urgente revivir a la Mesa de Unidad, formalizarla y legalizarla para que con toda autoridad resuelva los problemas más acuciosos regionales y nacionales que se vayan presentando.
Para estos fines, contamos ya con materiales formativos: el Ideario de Unidad aprobado en noviembre último; un detallado Programa de Gobierno discutido y consensualizado a partir de febrero de 2005; y esperamos los informes de sectores, movimientos y grupos sobre la experiencia y evaluación de la campaña presidencial y de las Cámaras, para producir una necesaria Memoria de la Campaña. Falta superar nuestra dispersión y fracturas, tarea de organización interna que es de la mayor urgencia, con el fin de crear o imaginar vínculos aún más fuertes y profundos entre nosotros, basados en convicciones y sentimientos sinceros. Hay que recomenzar esta tarea formativa de cuadros enseguida, con miras a organizar bien, desde las regiones, el Congreso Nacional del Polo e impartir orientaciones constructivas para nuestra acción en las próximas elecciones.
No es necesario atollarse en minucias organizativas, pero sí esperar un papel determinante y orientador de parte de los jefes Gaviria y Lara, y la decidida colaboración de nuestros congresistas, diputados, concejales, ediles y de los distinguidos gobernantes de entidades territoriales donde el Polo está gobernando. La tarea está clara: “construir democracia, no más desigualdad”, lo cual es invitación a actuar con dignidad y lealtad con las necesidades y expectativas de nuestros pueblos.

Sobre las ideologías necesarias.
El Polo nuevo, impulsado desde las bases regionales con democracia real en sus rangos, puede ahora trabajar para alcanzar la consistencia necesaria y defender la potencia y continuidad del nuevo partido en la prueba de las elecciones de 2007. Esta necesidad urgente de construcción del Polo lleva a entrar sin miedos al terreno ideológico. Sé de las resistencias y temores que este tema suscita. Pero invito a trabajar con serenidad y dejar atrás algunas posturas y tesis que puedan resultar históricamente determinadas, actuando “sin sectarismos ni ambigüedad” y sin pruritos de personalidad o arrogancia, sin ningún “ismo”. El PDA de izquierda democrática que ha triunfado en las urnas, contiene este catalítico organizativo, porque lleva un buen tiempo coexistiendo en sus grupos y corrientes internas, con los positivos resultados que saltaron a la vista el 21 y el 28 de mayo.
Para reforzar el nuevo Polo aquí dibujado, quiero empezar planteando aspectos relacionados con la identificación político-ideológica de nuestro principal dirigente. Gaviria, como muchos de nosotros, es de origen liberal por familia pero ha sido capaz de descargar aquel pesado lastre. Él mismo se ha autocalificado como de la izquierda democrática, lo cual es justo, pero parece que no ha sido suficiente. Algunos comentaristas insistieron, durante la campaña presidencial, en calificarlo como “liberal doctrinario” o liberal a secas, como fue con Gerardo Molina quien en realidad culminó su vida como declarado socialista. Al mismo tiempo, otros observadores en especial enemigos políticos, lo endilgaron como “comunista camuflado”. Me parece que, por ahora, y con base en las propias tesis expuestas por el doctor Gaviria en la plaza pública y en el Programa de Gobierno, sería adecuado reinterpretarlo como “radical demócrata”, tal como lo percibió la revista Cambio del 27 de marzo de 2006 en su artículo de portada. La misma invitación le curso a Patricia Lara, con todo respeto y deferencia.
¿Cómo radical? Esta palabra se ha pervertido en su uso, al olvidarse sus orígenes etimológicos (del latín radix, raíz). Existe un partido derechista llamado “Cambio Radical”, claro que poco convincente, que será de corta vida. Pero me parece que con el radicalismo bien entendido, iríamos por buen camino. Ojalá esto no se malentienda. Ser radical es tener criterios bien formados para reconocer y sentir las raíces de donde proviene la savia de la cultura y de la personalidad. Esta es una tesis clásica de los revolucionarios desde 1789. Pero, a diferencia de la deformada interpretación partidista señalada atrás, o de la reducida interpretación socialdemócrata, en América Latina ha surgido una escuela socialista crítica y humanista que busca raíces propias en cada cultura y en cada nación, para reconstruir sociedades en crisis, como la nuestra, tarea que ha correspondido a renovadoras corrientes populares autóctonas, desde Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador y Venezuela hasta México, Guatemala y Cuba, por claras razones históricas..
En Colombia existe hoy una nueva escuela radical demócrata que sigue los pasos del “radicalismo” de Murillo Toro, Camacho Roldán, Parra y los Pérez de finales del siglo XIX, dirigentes que llegaron todos a ser presidentes de la República. Pero que, a diferencia de los patricios mencionados que eran demasiado europeizantes hasta el punto de proclamar al Olimpo de los dioses griegos como su faro orientador, y que lloraban leyendo a Lamartine y Victor Hugo, a diferencia de aquellos, nosotros los radicales demócratas del siglo XXI queremos investigar, conocer y apreciar nuestras propias raíces como pueblos y naciones de donde se derivan valores fundantes de absoluta utilidad en las gestas políticas actuales. Tales son los criterios que nos guían como socialistas contemporáneos.
Ya hay algunos tratados al respecto que están circulando y creando opinión, y un grupo de intelectuales estamos listos para promover el nuevo radicalismo propio, y lo raizal de nuestro mundo tropical, como criterios básicos. Tomamos muy en cuenta a nuestros “pueblos originarios”, porque son los que realmente han construido a la nación colombiana dándole su sabor particular. No es la Colombia de las élites extranjerizantes que nos han gobernado de manera tan discutible.
Sólo falta que partidos y movimientos nuevos, como los del Polo, se reconozcan en esta búsqueda autonomista, nacionalista y culturalista, y empleen el radicalismo democrático contemporáneo, como elemento de cohesión interna de las nuevas fuerzas, esto es, como pegando ideológico de unificación y acción concertada. Y como ariete de lucha contra los obstáculos del statu quo inadmisible que viene frustrando las justas aspiraciones de nuestros pueblos.

Sobre los componentes políticos del Polo.
Este tema del radicalismo histórico y democrático como pegante de actitudes, sentimientos e ideas en el nuevo Polo, me lleva a un segundo planteamiento sobre los componentes políticos de éste. Vistos por ahora como elementos de oposición al régimen y con vocación de poder.
Todos sabemos que las diferencias entre nosotros, a veces demasiado personalizadas, son las que cubren la gama desde la izquierda hasta el centro izquierda. Les invito a recapacitar sobre nuestra función pública con miras a gobernar y seguir gobernando donde ya estamos situados. No dejemos que aquellas diferencias del tipo secundario o marginal se agranden o conviertan en tumores destructivos. Cada cual tendrá que hacerse un examen propio para determinar si se acerca o no a los presupuestos ideológicos del “radicalismo democrático” que ha enfatizado siempre lo social, con las inclinaciones socialistas raizales y marcos éticos-estéticos que aquí estamos proponiendo. Por fortuna pertenecemos a un movimiento de bases sociales y regionales en el que no se acepta la imposición vertical ni se practican expulsiones contraproducentes ni castigos semejantes.
Supongo que esta propuesta, algo audaz, pueda producir polémica interna y posiblemente alguna decantación partidista. Pero el propósito no es en ninguna forma delimitar o reducir al Polo, sino reforzarlo como eje político articulador de la oposición. En la práctica así ha ocurrido en el FSP desde su creación. El caso del FSP lo destaco porque allí no sólo hemos sido compañeros comprensivos de las diferencias, sino que hemos logrado construir amistades sinceras y respeto mutuo con fundamentos éticos, con todo lo cual se quiere ingresar de lleno al nuevo Polo como corriente o tendencia.
Si el Polo deba ser “radical” en el sentido aquí recordado, además de “democrático” y “alternativo” como ya se ha acogido con éxitos, está así abierto a la discusión, comenzando con los respectivos ajustes que ello implicaría en nuestro Programa de Gobierno, el Ideario de Unidad, la Mesa de Unidad y el Consejo Nacional. Aspiro a que esta Carta llegue a las plenarias del próximo Congreso Nacional del Polo, y que sea discutida en nuestros Grupos Temáticos, Tertulias y Retiros, por lo que quedaré agradecido.
Las expectativas sobre este Congreso naturalmente son grandes, y hay que prepararlo desde ahora y desde las regiones. El momento es crucial. De allí depende que el impresionante acumulado político de izquierda que hemos ganado en los últimos años no se malgaste o se disuelva, sino que siga agrandándose y fructificando en el Kaziyadu o renacer de los Huitotos, para el bien de los pueblos colombianos, el de sus clases productivas y trabajadoras, y el de las prácticas políticas en general.
Con todo el entusiasmo de esta epopeya que el destino nos permitió vivir en estos días y meses, quedo con suma esperanza y con el orgullo de pertenecer al nuevo y radical Polo Democrático Alternativo.




2.- “UNA VICTORIA CON SIGNFICACIÓN HISTORICA",

Rubén Darío Acevedo,

Profesor de la Universidad de Antioquia
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3.- “EL COMIENZO DEL FIN",

Por: Fernando Garavito

Mis queridos todos:
Voy a aprovechar la coyuntura que me ofrece un mensaje de e Gabriel Ruiz (que podré enviar a quien me lo solicite), para entrar un poco en el temor que siento ante el paso del tiempo. Dentro de poco cumpliré 62 años que, en lo que a mí respecta, es la edad del derrumbe. Pronto ya no estaré por acá. El exilio, del que me defiendo en un país adverso y enemigo, me ha golpeado con fuerza demoledora.
Estoy cansado, y sé que ya no me queda mucho tiempo.
Miro entonces lo que ha sido mi vida y sus encrucijadas, y compruebo que he ido dando tumbos por ahí, sin un norte preciso. Si tuviera la lucidez suficiente para volver al comienzo, tal vez sabría en qué momento una de esas encrucijadas, en la que escogí mal, cambió para siempre el curso de mi vida. La presencia de las encrucijadas esenciales puede verse en los árboles. Hablo de nuestros árboles, de los yarumos, de los sietecueros, de los sauces llorones, llenos de vericuetos y de dudas. No sé quién haya escogido a la palma de cera como nuestro árbol nacional. La palma de cera es la antítesis de Colombia, erguida, con un solo tronco indudable, coronada por un copete de ramas inalcanzables, distante? Su única relación con el entorno que dice representar consiste en que sus frutos se usan para alimentar a los cerdos (y ya sabemos quiénes son los que en Colombia se alimentan). Pero los otros árboles sí son evidentemente nuestros: van de aquí para allá y de allá para acá y se enredan y se bifurcan y se arrepienten y se devuelven. Pienso que nuestro árbol nacional debía ser el sietecueros, ante todo porque se necesita tener siete cueros para aguantar lo que se debe aguantar en Colombia. O el sauce llorón, que quién sabe si tenga tantas lágrimas como las lágrimas que se deben llorar en Colombia. Cerca de la superficie, apenas abandona las raíces, el sauce llorón se bifurca en dos, a veces en tres, en cuatro troncos que terminan por formar el conjunto. Esas son sus encrucijadas. Si se mira con detenimiento, podrá verse cuál hubiera sido el camino único que hubiera seguido en caso de haber sido palma de cera y no lo que tuvo que ser en su vida. Hay siempre un tronco más fuerte, con una mayor presencia, más consistente. El otro, o los otros, no. Son débiles, se inclinan hacia un lado u otro, dudan, se atrofian. En la vida de cada uno hay esas mismas encrucijadas. De seguro, durante sus desvelos, el sauce llorón tendrá que pensar lo que hubiera sido de él si en lugar de seguir por este camino hubiera seguido este otro. Pero, claro, ya no servirá para nada que se arrepienta. Simplemente pensará, y tal vez se sienta confundido. Y llore.
Bueno, muy al comienzo yo me enfrenté a una de esas encrucijadas. En ese entonces estudiaba Derecho en la universidad de los jesuitas. Desde el segundo día de clases supe que eso no sería lo mío. Llegaban los maestros y se sentaban en un podio donde comenzaban a hablar para sí mismos. Códigos, incisos, artículos, leyes, sentencias, derogaciones y subrogaciones. No todos, claro. Estaba el padre Wilches, que era un genio, y Leopoldo Uprimmy, que dictaba unas clases apasionantes. Pero el hecho es que pronto comprobé que ahí no tenía nada qué hacer. De modo que me fui a la librería, y en lugar de comprar el Código Civil compré a Dostoyevski. Y me senté en la banca de atrás a seguir con un oficio que había adquirido siendo niño: el de leer. Mientras allá, adelante, transcurrían las peculiaridades de los procedimientos y de las obligaciones, yo leí todo lo que era posible leer en ese entonces. En un dos por tres perfeccioné una técnica para aparentar que estaba tomando apuntes mientras devoraba lo que en verdad me interesaba, las complejas situaciones sentimentales de Ana Karenina, las divagaciones de K. por los recovecos de la mente, las paradojas de un autor que en ese entonces tenía la edad que yo tengo hoy y del cual comenzaba a hablar el mundo, llamado Borges. Años enteros de lectura que hice contra la academia, contra los códigos, contra las legislaciones. Con el oído izquierdo trataba de poner atención de vez en cuando a lo que valía la pena. Cuando se presentó el debate final en torno al metro de Medellín, uno de los que asistían conmigo a clases, que a la postre resultó un ladrón, me dijo por radio que yo no había aprendido nada de Derecho. La contesté que tenía toda la razón. Yo no aprendí el Derecho que se usa en este país para hacer trampas, para construir leyes que benefician a los poderosos, para refundir incisos que transforman el espíritu de las legislaciones. Lo que yo aprendí, mejor en Shakespeare que en el libro de Contratos, y mejor en Cervantes que en el Procedimiento Laboral, fue a entender el sentido de la justicia. Eso, que es lo que deberían enseñar en las facultades de Derecho, es lo que definitivamente no enseñan.
Pero todo termina. Terminaron los cursos y terminaron las lecturas y tuve que enfrentarme al duro oficio de vivir. Comencé entonces a presentar los exámenes preparatorios, pero me sentaba con el libro abierto sobre la mesa y con la mejor intención del mundo de entender el Dout Des, y me quedaba dormido. Para llamar en mi auxilio al insomnio, me dediqué a escribir cuentos. Creo que fueron cinco, tal vez lamentables, uno de los cuales se publicó en ?Vanguardia?, la página literaria de María Mercedes Carranza en ?El Siglo?. De ahí no saqué un oficio de escritor: saqué un matrimonio. Pero ese ejercicio me puso en el camino que yo hubiera querido seguir toda la vida: el de escribir, el de leer, el de pensar, el de hacer silencio. Y fue en ese momento cuando Luis Carlos Galán, mi amigo de la universidad, me llamó a trabajar con él en ?El Tiempo?, y se presentó la primera de mis grandes encrucijadas.
¡Si yo hubiera dicho que no, si hubiera seguido escribiendo! Pero no. El periodismo abrió sus fauces y me devoró ?y me trituró? para siempre. Cuando me senté en mi sitio de ?Departamentales? en ?El Tiempo?, me dije que sería por pocos años. Esos pocos años fueron casi 40. De ahí salen tantas cosas que me sería imposible enumerarlas. Salen libros, reportajes, clases, viajes, amigos, enemigos. Salen Juan Mosca y ?El señor de las moscas? y ?lo mosca?, y esa sed que nunca pude saciar por encontrar un mecanismo que nos aproximara colectivamente a la justicia. En el concepto de lo justo está todo, los tres principios esenciales de la revolución burguesa, los principios básicos del marxismo, las raíces cristianas de esa opípara cena para unos pocos en que se convirtieron las religiones de occidente. Eso es lo único que necesita el país: justicia. Pero la justicia no es ese algo que se administra en los tribunales. La justicia es un principio demoledor, porque, bien aplicado, arrasaría con lo que hemos hecho de nosotros mismos y cambiaría el concepto de propiedad, que es esencialmente injusto. Hace poco, Antonio Morales me envió el texto de un código muisca. Allí, perdido en medio de principios que regulan ante todo la vida sexual, está el que debería guiar la acción política de cualquier grupo humano. ?No habrá riqueza acumulada ?dice? porque todo es de todos?. Todo es de todos. Si pudiéramos recuperar ese principio, comenzaríamos de verdad a trabajar contra el cáncer que ha carcomido nuestra vida colectiva desde siempre. Y luego, para completar el asombro, el mismo anónimo legislador añade: ?Las enfermedades no pueden ser nunca consideradas como cosa de individuos. Son los clanes los que se enferman y son ellos los que deben ser sanados?.
¿Por qué un individuo del común llega a este tipo de desvelos? No sabría decirlo. En mi caso debe tener una presencia una infancia llena de privaciones, bajo la tutela de unos padres que enseñaban, como maestros de escuela, el amor a la naturaleza y el respeto por los derechos humanos, que en ese entonces se llamaban los derechos del hombre. También las primeras lecturas (Twain, por ejemplo, con su impresionante sentido de igualdad). También la mediocridad de nuestra intelligentzia?, incapaz de dar una mirada de conjunto, de hacer una propuesta fuera de lo común, de salirse de lo paródico. Ante el derrumbe de lo colectivo y el regreso progresivo a la esclavitud en que está empeñado el mundo entero, la única actitud digna es la de ser un marginal, un leproso expulsado de las ciudades y con la obligación de tocar la campanilla. Hay pocos leprosos en nuestra sociedad contemporánea, mientras abundan los lazaros. Los lazaros recogen las migajas del poder y se sienten felices por haber logrado alguna. La lucha de los leprosos debe ser contra los epulones, claro está, pero también contra los lazaros. Alrededor de la mesa del banquete, sea cual sea la posición del comensal, lo único que se da es un apetito. Nuestra tarea debería ser la de denunciar en forma incansable cualquier apetito, el que se llena con las mejores viandas y el que se conforma con migajas. Ambos persiguen lo mismo: las viandas. El poder es un elemento corruptor contra el cual sólo es posible proceder como leproso.
Durante treinta de mis treinta y cuatro años de periodista traté de ser sólo un obrero de la palabra, respetuoso de la información y de los mecanismos para depararla. Nunca abrigué ambición alguna, y mi desvelo permanente fue mi lector, jamás mi billetera. Durante ese período los medios se derrumbaron, porque no lograron entender que ellos se deben no al capital que alguien invierte sino al más anónimo de sus usuarios. Cuando llegué a ocupar algunos puestos directivos, siempre de nivel intermedio, mis relaciones con los propietarios fueron críticas. Tal vez un ejemplo aclare lo que quiero decir. Ya en mi última época como periodista, me nombraron director del ?Magazín Dominical? de ?El Espectador?. Cuando llegué, el manejo de ese medio estaba en manos de un prestigioso intelectual y de un pichón de periodista, que habían organizado a su alrededor un Olimpo de depuradas formas y pensamientos exquisitos. Allí se corregía, se pulía, se enseñaba al país el bien decir y el bien pensar, se deparaba una verdad llena de esguinces, sorprendente, de una enorme inteligencia. En una palabra, se trataba de un cenáculo admirable, ante el cual el país aplaudía. Mi idea era otra. Poco a poco comencé a cambiar el comportamiento de la revista, hasta que en el penúltimo o antepenúltimo número, ya no recuerdo, logré condensar lo que pensaba ?y pienso? del servicio que le debe prestar una herramienta cultural a la gente. En ese número, los artículos, los poemas, los dibujos, las ideas, los pensamientos, las cartas, salieron tal cual como las recibió el director, sin que este interviniera para nada, sin que corrigiera, sin que cambiara, sin que ?purificara?. Ese número, que fue el descabelle de un despropósito, muestra lo que era el país en ese momento respecto de su vida cultural y artística. Porque entre el usuario y el usuario no puede interponerse el censor, el comisario que establece la calidad, lo que se puede y lo que no se puede decir, y la forma como se puede decir lo que se puede decir. En ese momento descubrí que lo único que aprendí en mi vida fue el no ser comisario. Nunca lo fui. ?Estravagario?, la revista cultural que fundé en ?El Pueblo?, es una muestra inicial de esa idea. Y aún antes, ?El tren de la cultura?. Viejas historias que sólo a mí me dicen algo.
Estuve en la política por dos circunstancias: primero, porque terminó mi vida de periodista, oficio en el que es sagrado conservar un equilibrio absoluto, y donde, para quien trabaja en ese medio no es lícito expresar ninguna opinión; segundo, porque comenzó mi vida de ?periodista de opinión?, que asumí con entusiasmo porque a lo largo de varias décadas de silencio me había formado una opinión; y tercero, porque en el árido ambiente de la política que se hace en Colombia (de la ?política? que se hace en Colombia), no encontré a nadie que pudiera expresar con sencillez lo que, tal vez, estarían pensando algunos colombianos marginales. En la campaña que llevó por primera vez a la presidencia a Álvaro Uribe, pude comprobar que esa marginalidad era un hecho contante y sonante. Y los marginales no podemos hablar: a los marginales se nos calla.
Los demás sucesos todos ustedes los conocen, porque todos ustedes me escribieron en el momento en que tuve que salir del país y luego, cuando fui censurado para siempre. Yo soy el único censurado. En Colombia hay libertad de prensa porque se puede decir todo en la forma en que se quiera decir. Pero, ¿se puede decir todo lo que se quiera y se deba decir? Mi columna fue censurada por el grupo Bavaria cuando escribí las 750 palabras a las que tenía derecho enlazándolas con el signo igual (=). Norberto (comenzaba) = María Isabel Rueda = Rudy Hommes = Édgar Perea = Pilar Castaño = Álvaro Mutis = Sabitas Pretelt = Natalia París = Jorge Enrique Mora Rangel = Pedro el escamoso = Mauricio Cárdenas? y así hasta el final, donde después de pasar por iguales que unían a Jojoy, con Castaño (en ese entonces), con Samper, con Tirofijo, llegaba a la conclusión de que ?la vieja que dirige Cromos? era = (a) Felipe Bautista = Carlos Náder = Luis Carlos Restrepo = El Pitufo de Ávila = Bruno Díaz = Fanny Mikey = Álvaro Uribe = Norberto, para comenzar de nuevo (el Norberto del final igual al Norberto del encabezamiento) porque ese ciclo, nuestro ciclo, durará hasta que duren los siglos. ¿Por qué pueden escribir los valerosos columnistas que escriben sobre el oro y el moro sin censura alguna? ¿Qué peligro representan ellos para el establecimiento? ¿Por qué no puedo escribir yo en un medio impreso, si ese es, o fue, mi oficio y no soy un comunista desaforado, como los que ellos temen, sino un individuo moderado que nunca cae en estridentes maneras? Son preguntas que todavía no he podido resolver, pero que deben tener alguna respuesta.
Vuelvo entonces al comienzo. En el momento de mi primera encrucijada, me decidí por el periodismo en contra de la literatura, y el periodismo me llevó a la política donde traté sin mayor éxito de decir algo de lo que pienso sin que en realidad jamás pudiera decirlo como lo pienso. Pero allá, casi perdido en las brumas de mi memoria, está mi tronco principal, que se niega a convertirse en una rama estéril. Ahora, cuando me aproximo al final, he pensado darme a mí mismo una oportunidad. Hace dos o tres días le escribí a José Mauricio Amaya un mensaje del cual quiero extractar este aparte: ?No me atrevo a dejar del todo la expresión de un pensamiento político porque me parece que todavía tengo algo qué decir, pero quisiera asistir al surgimiento de otras voces para que yo pudiera dedicar los últimos años de mi vida a pensar y a expresar lo que pienso dentro de la literatura. No sé hasta qué punto sea fácil o difícil, pero eso es lo que quisiera del grupo de ?lo mosca?: que divagara, discrepara, sostuviera, reafirmara o desechara las ideas que hemos manejado ya a lo largo de años, y en las que yo he tratado de estar sin que se note. Me parece que el oficio de una persona que no tiene ambiciones políticas sino que lo único que quiere es contribuir, como cualquiera, a la búsqueda de una salida para la tragedia en que nos metieron sin que nos diéramos cuenta, es el de simplemente estar, sin dirigir, sin imponer, sin exigir, sin buscar nada ni esperar nada a cambio. Eso, pienso, es un privilegio. Creo haber tenido algo qué decir, con la enorme felicidad que me depara el hecho de que mi grupo de 630 personas de "lo mosca" me hayan oído con la seriedad y la complicidad con que tú lo has hecho?. Y hoy añado: ?con que ustedes lo han hecho?.
Pienso que ?lo mosca? debe seguir. Imaginemos una tragedia: yo morí súbitamente. ¿Quién puede, quién quiere tomar ese embrión que sembramos entre todos, y llevarlo adelante hasta convertirlo en un sistema de pensamiento respecto de la tragedia en la que agonizamos? Esos pocos o muchos contarán siempre con mi apoyo. Yo haré los aportes que estén a mi alcance. Pero quiero dedicar mi última época a pensar dentro de la literatura. No dejaré de ser un colombiano más, cercano a nuestros orígenes, a nuestro sistema de análisis, a nuestras necesidades y expectativas. Por eso les envío una muestra de lo que hago ahora mismo, que espero tendrá algún valor para alguien, cuando yo regrese a ser ?políticamente correcto?. Son dos ?Son Netos? de un libro que se llamará precisamente ?Son Neto?, en el que, al comienzo, cuento nuestros orígenes históricos desde dos puntos de vista: el de los conquistadores y el de los conquistados. En los que les envío, unos y otros hablan del momento en que arriban las naves que traerán la tragedia. Y no se me oculta, como alguien podrá recordarlo, que en 1976 Borges dijo: ?Creo que nuestro tiempo es incapaz? de los alegatos en verso?.

Tierra

Delirio de horizonte y pez espada,
una raya final, un precipicio,
y después un reflejo de artificio,

el mar, el otro mar, la cruz, la espada.

Castigo de la fiebre, fauces,

nadaque no sea un voraz,

extraño velo;

para el cielo es el mar el otro cielo,

la tierra una miseria atormentada.

Más allá de la voz está la espera

y después de la espera, la quimera,

ese error esencial,

ese espejismo hecho de horror,

dolor y catecismo:

cuando el ave se posa al lado izquierdo,

él ignora si es vuelo o es recuerdo.

Noticia

Llegaron por el mar.

No eran dioses.

Venían en ballenas de madera.

Escamas en la piel, signos atroces,

gente ruin y ruidosa, traicionera.

Buscaron las mujeres con feroces gestos obscenos.

Su actitud grosera quebró el silencio matinal.

Entoncestodo cambió:

la luz y la ligera razón de ser feliz,

la sal, el viento?

Hablaron de adorar a un hombre muerto,

que no es el padre Sol,

de juramentos,

de obedecer, de culpas, de desiertos,

de entregarles el oro, de tormentos,

de un rey para el que fuimos descubiertos.

Abrazos grandes,

Fernando Garavito

4.- URIBE 2019

Por: Rodolfo Arango


El Espectador

10 de junio de 2006


Si algo caracteriza a este gobierno, es que mientras va en avión, el país y la oposición cabalgan a lomo de mula. Mientras los medios preguntaban al Presidente sobre su posición frente a una posible tercera reelección, cursaba un proyecto de reelección de alcaldes y gobernadores con orangután a bordo que la permitía.
Pero esta era sólo una cortina de humo. El asesor presidencial José Obdulio Gaviria, en declaraciones al periódico El Mundo de Medellín, advertía ya la semana pasada que ?al país hay que ir preparándolo para un régimen parlamentario?. No debemos olvidar que las pretensiones y planes uribistas se xtienden, en principio, hasta el 2019.
Es previsible que el cambio de régimen político sea uno de los principales objetivos del Gobierno, más si pretende que el hoy primer mandatario encabece la celebración del bicentenario de la independencia. Atrás el presidencialismo constitucional, herido de muerte con la reelección inmediata y su porosa Ley de Garantías Electorales, ahora más que nunca se torna atractivo el modelo parlamentario. Uribe podría así regir indefinidamente como primer ministro, por lo menos mientras tenga las mayorías parlamentarias. Lo que hoy suena inverosímil, se tornará necesidad política cuando el sol alumbre a las espaldas del segundo Libertador de la Patria.
L
a sagacidad de los consejeros de Palacio ?ahora externos como nuestro Richelieu criollo, Fabio Echeverri Correa? sabrá sacar provecho de la propuesta del ex presidente López de avanzar hacia el sistema parlamentario. La idea de por sí no es mala. Un gobierno parlamentario es preferible a la concentración de poder en cabeza de un solo caudillo. También permite dar continuidad a las políticas y proyectos sin restricciones temporales. No obstante, la estabilidad del régimen parlamentario depende de la fortaleza y disciplina de los partidos políticos, así como del respeto a la oposición. De lo contrario, la recurrente crisis de gobierno puede convertirse en profunda crisis de Estado.
El proyecto de gobierno Uribe 2019 tiene paradójicamente en el talante y la ideología del Presidente sus mayores obstáculos. Su autarquismo debilita los partidos, indispensables para el régimen parlamentario. La exacerbación de las competencias del Ejecutivo y su incidencia sobre cortes de justicia, órganos de control y banca central, rompen el equilibrio de poderes y desquician los pesos y contrapesos propios de un sistema político republicano. Más grave aún es que el pensamiento teológico político del jefe del Estado, su integrismo de política y religión, amenaza las libertades públicas y la democracia. Signo de ello son las recientes amenazas e insultos a periodistas independientes. Quien osa manifestar su disenso o ejercer la crítica, tan crucial para el control de los abusos de poder, es estigmatizado, hostigado, difamado o, en el peor de los casos, eliminado. Quien no esté dispuesto a celebrar el patriotismo y vibrar con la campaña nacionalista, es tachado de antipatriota o guerrillero disfrazado.
Pasado el frenesí del triunfo electoral y recompuesto el Gobierno, es aconsejable prepararnos para tiempos difíciles. Es factible que los favorables factores económicos y políticos externos que permitieron los positivos resultados del primer cuatrienio, no se mantengan otros cuatro años. En esa desafortunada coyuntura, el furor patriótico puede convertirse en fanática cacería de brujas contra ?enemigos? de un salvador ungido por Dios y asediado por presuntos traidores de la patria.
Esos son los riesgos del integrismo. Algo había aprendido el país de tolerancia y democracia en el proceso de secularización desde 1930. Esperemos que la mezcla de política y religión no acabe sepultando ese proceso y socavando la frágil institucionalidad democrática. El presidente Uribe de seguro entiende que su objetivo 2019 depende precisamente de la consolidación de una democracia participativa y pluralista.
rodolfo_arango@hotmail.com


“ … nos corresponde declarar por cuáles legítimas expectativas votamos …”
“ …. el para qué o causa final, dirían los filósofos, de estos votos y de su hondo significado histórico …”


5.- DEL PORQUE Y DEL PARA QUE.

Divagaciones ante un proyecto político inédito.
POR: FERNANDO LONDOÑO HOYOS,

REFLECTOR
http://eltiempo.terra.com.co/opinion/colopi_new/fernandolondoohoyos/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2935002.html


En esta columna vaticinamos el triunfo rutilante de Álvaro Uribe en la contienda electoral. Los resultados, triplicando los votos de su seguidor y quintuplicando los del oficialismo liberal, harán hecho parecer menos cómicas nuestras previsiones a los que como tales las juzgaron. Los colombianos teníamos muchos motivos de agradecimiento, de los que dejamos constancia demoledora en las urnas. Eso significa que vamos muy bien. Pero más que por gratitud, los votos se depositaron por el aliento de una gran esperanza. La gente quiere estar mucho mejor, cree que puede estar mucho mejor y que lo estará dentro de cuatro años. Y no hay nada más incontenible que la fe agradecida.
El Presidente no ganó por su campaña, sino a pesar de ella. Por eso, nos corresponde declarar por cuáles legítimas expectativas votamos, ya que no le quedó tiempo al candidato, ni a sus compañeros de empresa, para escribir un proyecto político compacto, bien redactado y mejor ilustrado, que hubiera convertido en apoteosis la victoria. Es el para qué o causa final, dirían los filósofos, de estos votos y de su hondo significado histórico, según podemos entenderlos.


6.- AÚN MÁS BELLO Y DULCE, OTRO PAÍS EXISTE.UNA CARTA PARA EL POLO DEMOCRÁTICO

Por William Ospina

En su discurso de clausura de la campaña electoral, el candidato Carlos Gaviria recordó un verso de Aurelio Arturo: "Aún más bello y dulce otro país existe".Esa otra Colombia bella y dulce acaba de vivir un momento memorable para sus esperanzas, ha paladeado la posibilidad de su triunfo, y esto, para un pueblo que nunca ha triunfado, para un pueblo que vio por décadas y décadas sus sueños postergados y muchos de sus mejores destinos segados por la violencia y por la exclusión, es algo que merece vivirse con plenitud.Yo pienso que en la jornada del 28 de mayo el de Carlos Gaviria y el Polo Democrático fue el logro más significativo. Cuando Gaviria dijo al atardecer: "No es que hayamos perdido, es que alguien sacó más votos que nosotros", estaba enunciando una tremenda verdad. A pesar de las apariencias, el triunfo de Álvaro Uribe no es abrumador. Después de cuatro años de tener todo el poder en sus manos, haber acrecentado su caudal electoral en una cuarta parte es más bien poco, comparado con lo que ha logrado el Polo, hacer crecer cuatro veces su electorado, sin tener todavía poder alguno, salvo el de la confianza creciente de un pueblo. Después de cuatro años, Colombia no está celebrando unas transformaciones: Uribe sigue siendo una promesa. Yo sueño que después de cuatro años de gobierno del Polo Democrático doce millones de personas quieran votar por él.No se trata sólo de que el Polo se haya convertido en la única fuerza de oposición en Colombia y en una seria alternativa para el manejo del Estado; se trata de que por primera vez Colombia ha visto a los herederos de muchos movimientos alternativos unidos por unos propósitos comunes, e inscribiendo en un sueño compartido sus proyectos particulares. Está claro que parte importantísima de ese triunfo se debe a Carlos Gaviria, quien ha sabido encarnar en el momento adecuado la inteligencia, la prudencia, la firmeza de las convicciones y la serenidad del discurso ante un adversario que a pesar de su poder no ignora la fragilidad de su propio proyecto y pierde fácilmente los estribos. Pero es ejemplar el modo como los otros líderes visibles del Polo se han hecho sentir y han merecido el respeto de sus conciudadanos.A veces oigo decir que tener varios personajes con proyección presidencial es un problema, pero esa observación es apenas un síntoma de inmadurez. En realidad tenerlos es una fortuna. Hablo de Carlos Gaviria, de Antonio Navarro, de Lucho Garzón, de Gustavo Petro, de Jorge Robledo, de Samuel Moreno, de Parmenio Cuellar, de Guillermo Alfonso Jaramillo, de tantos otros grandes luchadores; hombres responsables y lúcidos que ya querría cualquier partido reunir así, con sus perfiles personales y sus matices políticos, pero cohesionados en un propósito.Al Polo Democrático le corresponde superar el tremendo personalismo de la tradicional política colombiana, y eso sólo se resuelve con ideas, con pensamiento complejo, con programas definidos, con la conciencia generosa de que no se va a gobernar para un partido sino para un país. Hay todavía un gran vacío en la acción de esta alternativa política, y se evidenció en el hecho de que la comunicación de la campaña estuviera dirigida a los electores actuales, y más aún, a los electores del presidente. Varios amigos me hablaban de la franja amarilla, aludiendo a un ensayo que escribí hace diez años, y mostrándome el color de la muchedumbre que se reunía en la Plaza de Bolívar. Pero ese sueño de la franja amarilla no es una propuesta meramente cromática o pictórica: yo pensaba también en los que no votan, en los que no han votado jamás, aquellos que por muchas razones comprensibles no creen en nuestra democracia tan precaria: una democracia con tres millones de desplazados, una democracia con el sesenta por ciento de la gente en la pobreza, una democracia sin agua potable, una democracia vergonzosa que vive de aquellos a los que ha expulsado a sobrevivir en el exterior. Pero yo sé que el Polo va en camino de descubrir dónde está la franja amarilla, y de incluirla, no en un proyecto electoral sino en un proyecto de país, aunque más riguroso será decir que es esa nación más bella y dulce la que debe decirnos qué país quiere.La acción política del Polo Democrático todavía está lejos de ser lo que debe, para convertirse en la voz de ese nuevo país. El Polo Democrático tiene que hacernos sentir, desde mucho antes del triunfo, que otro país está naciendo. Un país más culto, en el sentido creador de la expresión; más ameno, para contrariar esa política gris de directorios, de funcionarios y de papel sellado que padecemos hace siglos; más alegre, para superar esta edad de quejas y de eternos memoriales de agravios, para aprender a ser los engrandecedores del país y no sólo los notarios de sus miserias; y más imaginativo, pues la nueva política tiene que ser una fiesta de la imaginación. En eso, si se me permite decirlo con todas sus sílabas, el Polo sobre todo tiene que parecerse más a Colombia: a sus gentes, a su vida profunda, a su música, a sus relatos, a su historia admirable de grandes empresas culturales como la Expedición Botánica, la Comisión Corográfica, la saga de los pioneros de la industria, la historia de su aviación y de sus ferrocarriles, sus grandes pensadores alternativos, sus científicos, sus artistas.Un partido político, digámoslo así, no puede nutrirse sólo de política, tiene que alimentarse de toda la savia de su nación, de la memoria de sus comunidades, de todos los sueños de su gente. No se trata de administrar un ayer melancólico sino de hacer florecer un mundo acallado, rico en matices, exuberante, admirable de conocimiento y de elocuencia. Su política tiene que llenarse de poesía, de inventiva, de esperanza, y los grandes principios deben impregnar su acción desde el comienzo: la solidaridad contra la ideología de la opulencia, la autenticidad contra la ideología de la simulación, la visibilización de las gentes humildes contra la ideología ridícula de los "very important people", la creatividad contra la avasalladora sociedad de consumo, la salud afectiva contra la violencia enfermiza.Algunos de los miembros del Polo Democrático Alternativo creyeron alguna vez en la violencia como el camino para conquistar otro país, pero aceptaron el camino riesgoso de la paz sabiendo que quedaban adversarios violentos, y han persistido en esa paz. Haber sido guerreros y haber optado por no serlo, con valor y con firmeza, es un timbre de honor y el país tiene que reconocerlo y valorarlo. Al fin y al cabo nuestra esperanza es que todos los guerreros que están al margen de la ley vuelvan al seno de la sociedad civil y se comprometan en un pacto de convivencia, y ningún país como Colombia tiene tanto deber de reconocer y valorar esos gestos de civilidad. Que los guerreros se conviertan en ciudadanos de paz, y que las únicas armas que se manejen en el territorio estén sujetas a la severidad de la ley y a la vigilancia de todos los ojos. Pero por ello también queremos una ley sin trampas, que por fin sea igual para todos.El nuevo mandato de Álvaro Uribe no es un abrumador plebiscito por una tarea cumplida: es la apuesta de mucha gente por unas promesas que tardan en cumplirse. La única posibilidad para Uribe de no haber pasado en vano como tantos otros en el gobierno de nuestro país, y de merecer un lugar grande en la historia, está en conquistar la paz, y él sabe que ello exige negociar con todos los ejércitos. Tampoco ignora que la desmovilización de los paramilitares, a la que ha dedicado muchos esfuerzos, no pasará de ser un simulacro si no se acaba la guerra, porque la persistencia del conflicto volverá a hacer aparecer a estos ejércitos ilegales o a nuevas generaciones de ellos. Cuando no se corrigen los problemas reales, el trabajo de los gobernantes termina pareciéndose a la labor de ese mago del cuento que se esforzaba toda la noche recogiendo monedas de oro y por la mañana sólo tenía hojarasca.Uribe tal vez pueda avanzar por el camino de la paz, pero la reinvención de Colombia no puede ser obra de quienes ven al país apenas desde sus intereses y sus privilegios, la reinvención de Colombia sólo pueden cumplirla aquellos a quienes les duele el dolor de los sin nombre, aquellos que sienten en silencio las tumbas mudas bajo un par de enes donde se han clausurado tantos destinos posibles.El Polo debe aprender a ser la encarnación de ese país presentido, debe aprender a no trabajar para después sino para el país que está naciendo ya. Ese futuro tiene que ser ahora, esa nueva política tiene que vivirse ya. Yo les propongo no una nueva campaña electoral, sino la invención día a día de ese país posible, en todos los campos de la vida social, en las profesiones, en los oficios, en las cátedras, en las artes, en las fiestas, en el intercambio y el diálogo con Latinoamérica y con el mundo. La civilización que merecemos hay que sembrarla con palabras y con actos. Esa será la mejor manera de merecer el poder, no como un triunfo final, sino como una herramienta más hábil en la tarea de hacer más bella y más digna la vida de todos.


7.- ACTUALIDAD COLOMBIANA
Edición especial elecciones presidenciales 2006

Ya está disponible la EDICIÓN 430. Mayo 30 – Junio 12 de 2006
Visítenos en http://www.actualidadcolombiana.org/



8.- PALABRAS INÚTILES
¿Cuajará la oposición?

ERNESTO RUEDA SUÁREZ
Vanguardia Liberal
Junio 6 de 2006


Una vez los análisis se decantan, luego del plebiscito de reelección del presidente Uribe, varias cosas quedan claras.
La principal, que el Partido Liberal entra en franca extinción, a menos que tenga la capacidad de reciclarse, depurándose. De lo contrario será absorbido por esa mezcolanza de derecha, llamada ?uribismo?, que durará mientras el Caudillo dirija en persona a tan variopintas huestes.
Antonio Caballero anuncia que el ?gran partido? se acabó, y hay que celebrarlo ?dice- por dos razones: una, de justicia histórica, por cuanto el Partido desde hace décadas no le cumplió al país; y otra, porque ya no hay disculpas para disfraces de izquierda a lo que en realidad es de derecha.
Así que los tránsfugas están en su salsa. No es creíble siquiera que puedan ser una ?oposición constructiva?, pues no pasaría de una oposición vergonzante que desfallecería ante la primera embajada o ministerio.
Desde luego quedarán los liberales dignos y críticos, liberales de pensamiento y de principios, que de seguro migrarán hacia formaciones de izquierda democrática, tal vez el PDA.
Pero las cosas no pintan tan bien ni tan fácil, pues el PDA como el ?uribismo? parece estar pegado con babas, y hay visos de divisiones profundas.
Sólo el tiempo nos puede despejar estas incógnitas. Más que la suerte del uno o del otro, lo importante es que cuaje una oposición democrática frente al régimen autoritario que se ha configurado con la reelección inmediata de Uribe.
Concentra en una sola mano demasiado poder, desvirtuando el sistema de pesos y contrapesos propio de la división y autonomía de poderes. Control del legislativo, apoderamiento de las Cortes y de la Junta del Banco de la República, dominio de las instituciones de control como la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía; además del desprecio por la rama Judicial, no son indicios de un sistema democrático que se respete, que además tiene la sombra de un paramilitarismo en ascenso social y unas Fuerzas Militares que cometen demasiados ?errores? y otros eufemismos que sólo evidencian nexos con el narco y con la violación de los Derechos Humanos.
Si las formaciones políticas no uribistas no hacen oposición sería y creativa como alternativa de gobierno para dentro de cuatro u ocho años, lo que tenemos en Colombia es una tiranía pseudo democrática, -monarquía electiva, dice Jaime Castro- apoyada en el ilusionismo de más de siete millones de votos, que hacen creer ?por supuesto a los crédulos- que eso es una democracia plena y real.


9.- EL FUTURO LIBERAL.
Por: Juan Fernando Londoño
Jefe de Gabinete
Dirección Nacional Liberal


El resultado de las elecciones del 2006 es un campanazo de alerta para el partido liberal. Luego de haber sido el partido mayoritario en Colombia durante la mayor parte de la historia reciente, el partido ha sido relegado a ser una más entre las diversas fuerzas políticas que componen la nación.
Las razones de esta situación pueden ser resumidas de la siguiente manera: el liberalismo fue la fuerza electoral mayoritaria gracias a su carácter de partido atrapatodo (catch all party). En la década del treinta, el liberalismo supo liderar una serie de reformas que le permitieron hacerse a unas nuevas mayorías demográficas representadas por sectores urbanos y de trabajadores en sectores industriales. Posteriormente, el Frente Nacional desdibujó la ideología del liberalismo y lo convirtió en una suma de fuerzas regionales a las cuales les resultaba rentable estar en un partido mayoritario.
La falta de definición ideológica fue creando una serie de tendencias de derecha e izquierda al interior del partido. La convivencia de estos sectores fue posible mientras el acceso al poder los tuvo unidos. La Constitución de 1991 generó nuevas condiciones políticas que fueron haciendo innecesaria la convivencia de estos dos sectores.
La falta de solidaridad de ciertos sectores del liberalismo con respecto al gobierno Samper obedecía más a esta división que a la indignación moral con la cual muchos se arroparon. La llegada a la Presidencia de Andrés Pastrana en 1998 ahondó esta división al establecer un cogobierno con la derecha liberal. La estocada final la dio el acceso al poder del Presidente Alvaro Uribe en 2002.
Al formalizarse la ruptura entre los sectores reaccionarios y los sectores progresistas del liberalismo el partido queda reducido a la mitad (que es exactamente la cifra de votos que el partido obtuvo en 2006 con respecto al 2002). En el 2002, cuando el liberalismo aún asistió en bloque a la votación del congreso, obtuvo 2.710.599 votos para el Senado de la República, equivalentes al 30.69% de la votación total. Cuatro años más tarde obtuvo 1.457.332 votos equivalentes al 15.5% de la votación para el Senado. Quienes migraron hacia el uribismo lo hicieron junto con sus votos.
El liberalismo que se construyó a partir del Frente Nacional no fue nada distinto que la suma de sus partes, la suma de los grandes electores del partido y de quienes luego los remplazaron. El liberalismo, como partido, ha carecido de votos propios, lo cual lo convierte en una mayoría social sin correlato político.
El resultado del 2006 es decepcionante, pero de ningún modo significa el fin del liberalismo. Más bien, resulta la oportunidad para construir un partido moderno y programático, capaz de llegarles a las nuevas mayorías y no sujeto a sus líderes regionales.
El liberalismo debe reconstruirse, pero no a partir de uniones mecánicas con sus antiguos socios de la derecha sino a partir de construir un proyecto de país, que es la tarea primordial de todo partido político. Sobre la base de una filosofía socialdemócrata se deben cautivar unas nuevas mayorías de ciudadanos afectos a esas ideas, pero no ligados a redes clientelares. El liberalismo debe interpretar las necesidades de la Colombia de inicios de siglo XXI y del país que se debe edificar para ingresar en un mundo global. Esto último ha de ser su principal diferencia con la izquierda tradicional representada por el Polo y anclada en un pasado temeroso de la globalización.
El liberalismo debe ser un partido programático y dejar atrás la política de clientelas, pues esa política siempre necesita cercanía al poder, y por ello se presta tan fácil a la cooptación desde el gobierno cualquiera que éste sea. Si logra enfrentar este reto se pondrá en la senda de la modernidad, si no lo hace, languidecerá junto con todas las otras características de la Colombia del pasado.
El liberalismo cuenta con grandes activos para enfrentar este proceso.
En primer lugar, es el partido con más fuerza en el imaginario colectivo, reconociendo que ha perdido preeminencia y que hoy la mayoría de los ciudadanos se declaran independientes o sin partido. En la tercera gran encuesta realizada por la firma de Napoleón Franco en diciembre de 2005, se observa que cuando se le pregunta a los ciudadanos por sus identidades políticas, el 50 % señala que no pertenece a ningún partido y el 33% se identifica con el liberalismo, si se hace una agrupación entre la filiación con la cercanía, el resultado es del 43%.
Este posicionamiento del liberalismo en el imaginario colectivo debe trabajarse para que la gente vea el liberalismo no sólo como un sentimiento, sino realmente como una corriente política progresistas. La única forma de lograr esto es con un mensaje bien construido y bien fundamentado, encabezado por líderes creíbles, de lo contrario el liberalismo podrá seguir significando cualquier cosa y con ello las fuerzas gobiernistas podrán seguir usufructuando de este buen posicionamiento.
El liberalismo también posee una amplia base de liderazgos, encabezados por su actual director, César Gaviria, continuado por quienes compitieron como precandidatos liberales y sustentado en una bancada parlamentaria de 18 senadores y 36 representantes, una docena de gobernadores además de 122 diputados, 228 alcaldes y 2300 concejales.
Con todo este capital político, el liberalismo seguirá existiendo como fuerza política. Volver a ser el partido de las mayorías dependerá de su modernización y transformación, no de su cooptación por las fuerzas de la derecha.
Bogotá, junio 1 de 2006.

10.- EL ANTICOMUNISMO Y LA DEMOCRACIA
Con
el macartismo, muchos inocentes fueron perseguidos de manera implacable.
Por: Alcibíades Paredes Abogado, Analista Político y Profesor Universitario.
CALI CULTURAL, Junio 2.006, No. 106 http://www.calicultural.com/articles/105/art_04mx_104.html


11.- ÁLVARO URIBE: DESAFIOS DE SU SEGUNDO MANDATO.
El profesor Alejo Vargas hace un balance de lo que podría ser el futuro político del país y de los partidos.
Por: Alejo Vargas Velásquez
Profesor Titular Universidad Nacional
UNperiodico, Unal. Junio 2.006 No. 93. http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/93/01.html


12.- ALTERNATIVAS ANTE LOS RESULTADOS ELECTORALES
Por: HERNANDO ROA SUÁREZ
roasuarez@yahoo.com



Teniendo en cuenta los resultados del 28 de mayo, estamos invitados a pensar con visión de futuro.
Notemos que en las ciencias sociales contemporáneas los planteamientos sectarios, fanáticos, unidimensionales, mesiánicos o que conduzcan a propagar el pensamiento único, se me presentan altamente inconvenientes para nuestro futuro político-democrático.
Quienes creemos que la mejor forma de gobierno para Colombia es la democracia participativa, consagrada como proyecto político en la Constitución de 1991, debemos formular propuestas y planear, implementar y evaluar políticas públicas, coherentes con nuestro ordenamiento constitucional. De ellas quisiera destacar, provisionalmente, las siguientes:
1.- Para nuestro fortalecimiento institucional, es necesario organizar los partidos como organizaciones permanentes de la vida política, integrados con ideologías, programas y sistemas de formación, que buscan el poder para ejercerlo dentro de los parámetros del estado social de derecho.
Es necesario impedir que subsistan las empresas electorales; es evidente que éstas han desvirtuado y desvirtúan nuestra democracia.
Aparece clave racionalizar el funcionamiento y la organización de los partidos políticos, de manera coherente con el proyecto político que signamos los colombianos en 1991. Ellos deben cumplir su labor estructural dentro del sistema.
Cabe preguntarse entonces: de los movimientos y partidos que conforman la coalición triunfante (Cambio Radical, Partido de la U, Primero Colombia, Alas Equipo Colombia y Colombia Democrática), ¿cuáles tiene definida explícitamente su ideología, su organización interna, su proyecto político, su propuesta de formación de cuadros? ¿Cuentan con sedes estables? ¿Cuáles son sus ideólogos? ¿Cómo se lleva a cabo su financiación?
2.- Si el Polo Democrático Alternativo (PDA), desea convertirse en real alternativa de poder para el 2010, debe planear su estrategia y realizar prácticas que lo conduzcan a convertirse en partido de la oposición.
Para tal efecto, debe organizar, muy bien, sus cuadros directivos, a nivel nacional, regional y local, y preparar un serio programa de formación para todos sus líderes, de tal manera, que conozcan técnicamente lo que implica capacitarse para asumir el poder.
Así mismo, es indispensable que se defina, con claridad y adecuada anticipación, su programa de gobierno para esa coyuntura. Un partido de oposición serio, debe informar a sus militantes y a la ciudadanía, los lineamientos sustantivos de su propuesta; no basta tener voluntad de poder; es necesario precisarla.
La oposición debe demostrar ante la opinión pública que tiene un equipo de líderes y estadistas capaces de gobernar y realizar su proyecto político.
Complementariamente, nótese que, como alternativa que representa los intereses populares, debe hacer presencia en los sectores más deprimidos de nuestra población, donde se encuentra el más alto volumen de abstención. Este segmento debe ser conscientizado, respecto de la importancia que tiene el participar en política.
3.- Conviene revisar la reforma política, y redefinir el manejo de las bancadas en el Congreso de Colombia, para evitar el transfugismo y la irresponsabilidad política de los buscadores y negociantes del poder.
4.- A través del Ministerio de Educación, debe propiciarse la reestructuración del sistema educativo colombiano, de tal manera que, desde la niñez, nos preparemos para el ejercicio de la ciudadanía y las prácticas propias de una democracia participativa a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje.
5.- Es de gran utilidad replantear el conocimiento teórico práctico de la política, como arte de gobernar y como ciencia social.
6.- Es indispensable, la ampliación de programas de opinión, por radio y televisión, por el estilo de ?Hora 20?, de Caracol, en horarios de gran audiencia, que contribuyan a la formación de opinión pública consciente, y faciliten enfrentar, así sea parcialmente, el problema de la abstención.
7.- Las facultades de periodismo y comunicación, y los gremios nacionales y locales, están invitados a organizar y propiciar eventos y cursos de formación (diplomados, especializaciones, maestrías y doctorados), que permitan renovar el periodismo de opinión en Colombia.
8.- Se torna pertinente estimular las publicaciones centradas en el conocimiento de nuestra Constitución, el ejercicio de nuestros derechos y el cumplimiento de nuestros deberes como ciudadanos.
9.- Nunca como ahora, había sido tan necesario emplear los medios de comunicación y el sistema educativo, para impartir un conocimiento de lo que son las relaciones internacionales contemporáneas y su incidencia en el desarrollo de nuestro proceso político. No olvidemos que hemos sido divididos y fraccionados; los latinoamericanos no tenemos un conocimiento adecuado de nuestras fortalezas y limitaciones; y
10.- Plasmar, en la práctica histórica, la democracia participativa y el desarrollo sostenible, implica crear estructuras e instituciones que cristalicen la libertad, la igualdad y la solidaridad. Hay que enfrentar las conductas desviadas (anomia) y la falta de cohesión social (atonía) propias del desigual desarrollo urbano-rural contemporáneo.

el yesQuero No. 106
Columna periodística de análisis y crítica política
Correo electrónico: elyesquero@gmail.com Medellín, Colombia


13.- ORIGEN DEL FUEGO AMIGO.
Escuela del dolor
Por: Rafael Rincón
Visite:
http://elyesquero.blogspot.com/




14.- EL PAIS QUE CAMBIO (I)

Riesgos y Ventajas

Por: Pedro Medellín Torres


El Tiempo (06 de Junio de 2006)


Este excelente análisis termina así esta I parte:
Si el Polo y el uribismo entienden que ese cambio exige consolidar organizaciones partidistas, que trasciendan sus intereses personales, y el liberalismo asume la exclusión como una oportunidad para reencontrar el proyecto ideológico que lo conecte con las clases medias, el camino hacia la reinstitucionalización está cerca.
Pero si todos persisten en su intención de disputarse el Estado como botín burocrático, la violencia será la única vía por donde siga transitando la historia colombiana.
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Colombia se está realinderando entre dos extremos.
"No, señor, no es una revuelta, es una revolución", tuvieron que decirle a Luis XVI para que entendiera la profundidad de los hechos que marcarían el inicio de la Revolución Francesa. Esa sentencia sirve para dar una idea precisa de los cambios que se han venido registrando en el país.
El cierre de las pasadas elecciones presidenciales ha demostrado que ya no estamos ante una nación cuyos liderazgos partidistas atravesaban la estructura social colombiana.
Antes, en las reuniones partidistas, al final del día de elecciones, en el que se reclamaba la victoria o se reconocía la derrota, coincidían todos los estratos sociales.
Era uno de los rasgos de legitimidad y pluralismo que le permitían al bipartidismo liberal y conservador, en medio de la exclusión, mantener en torno de él el gobierno y la oposición.
Pero esta vez fue diferente. En las reuniones se hizo visible cómo la fragilidad de las maquinarias partidistas que apoyaban las candidaturas fueron desbordadas por la dinámica de adhesiones y los votos para los candidatos presidenciales.
En la celebración de Uribe estaba en pleno esa especie de aristocracia criolla que llamamos establecimiento. Era un acto político en el que los sectores que han dominado el país, no solo se han movilizado para hacer visible su apuesta por Uribe, sino que también han dejado en claro que esa apuesta encarna su proyecto político y social.
En contraste, a pocas cuadras, se reunían tanto los sectores históricamente excluidos por ese establecimiento (ahora unidos en torno al Polo Democrático), como los que están en trance de exclusión (el Partido Liberal).
Los primeros, en el Centro de Convenciones, reclamando el haberse convertido en la primera fuerza electoral del país, sin reparar en actos de grandeza (que el establecimiento nunca ha tenido con ellos) y mostrando la fiereza de una oposición que se entiende erigida en una alternativa de poder político real.
Y los segundos, los liberales, en el Hotel Cosmos, con un candidato abandonado por quienes fueron sus principales coroneles (los parlamentarios) y acompañado únicamente por los militantes de base del partido, que pedían no abandonar la batalla.
Son los nuevos excluidos del establecimiento. No solo porque fueron abandonados por ese empresariado que antes estaba presto a financiar sus actividades, aportar a sus campañas o buscar sus favores. También porque los sectores dominantes, que fueron sus principales beneficiarios, ya no lo consideran como una opción política real.
No se trata de una manifestación ruidosa o de una alteración imprevista, producida por el resultado electoral, que reduce los votos de Gaviria a la suma del antiuribismo (y el antiserpismo) y explica los votos de Uribe con la seguridad democrática.
El hecho de que el establecimiento haya tomado partido por el proyecto Uribe impone un cambio en el orden político y social que redefine el espectro de acción política de gobernantes y opositores.
Ya no se trata de un bipartidismo controlado por el establecimiento, que era a la vez gobierno y oposición. Ahora se transita hacia un multipartidismo polarizado en torno a dos proyectos de sociedad contradictorios y bien delimitados.
Es el cambio que tiene el riesgo de poner en grave tensión a la frágil democracia colombiana. Pero también la ventaja de sacar el debate entre izquierda y derecha del terreno de la confrontación armada con la guerrilla, para ponerlo en el ámbito de las instituciones políticas.
Si el Polo y el uribismo entienden que ese cambio exige consolidar organizaciones partidistas, que trasciendan sus intereses personales, y el liberalismo asume la exclusión como una oportunidad para reencontrar el proyecto ideológico que lo conecte con las clases medias, el camino hacia la reinstitucionalización está cerca.
Pero si todos persisten en su intención de disputarse el Estado como botín burocrático, la violencia será la única vía por donde siga transitando la historia colombiana.


15.- ¿ELECCIÓN O PLEBISCITO?
Monarquía plebiscitaria


Por: Jaime Castro
El Tiempo
3 de Junio de 2006


La reelección es para que el gobernante de turno viva su gloria pasajera.
La Constitución de 1886, a juicio del más ilustre de sus autores, instauró una "monarquía electiva". Las reformas de que fue objeto le permitieron regir hasta 1991, o sea 105 años. La reelección presidencial inmediata cambió todo el sistema político colombiano. Organizó una "monarquía plebiscitaria" porque concentra buena parte del poder en manos del Jefe del Estado y convierte las elecciones presidenciales en acto de respaldo y apoyo al gobernante de turno.
Gracias a la reelección, el Presidentecandidato hace las veces de jefe de debate de sus amigos aspirantes a Senado y Cámara y obtiene, por esa vía, mayorías que garantizan la aprobación de sus iniciativas en el Congreso y la anulación del control político que deben ejercer las Cámaras. Con esas mismas mayorías se integran Corte Constitucional, Sala Disciplinaria del Consejo de la Judicatura y Consejo Electoral gobiernistas. Se eligen Contralor, Procurador y Defensor del Pueblo amigos.
Período de 8 años también asegura la designación de todos los miembros de la Junta del Banco de la República y permite ?tomarse? la Comisión de Televisión. Con la Fiscalía General ocurre otro tanto. Por eso, quien fue Fiscal hasta hace poco ahora es embajador y su sucesor era Viceministro de Justicia. Así, los poderes ejecutivo, legislativo y parte del judicial y los organismos de control quedan en manos de quien ostenta la cuádruple condición de jefe de Estado y de gobierno, suprema autoridad administrativa y comandante de las Fuerzas Armadas. Desaparecen los contrapesos propios de los regímenes democráticos.
Quienes sostienen que las consecuencias anotadas son producto de voluntad ciudadana expresada en las urnas no advierten que, en Colombia, la reelección inmediata rompe el pluralismo y el equilibrio democráticos sin que ninguna ley de garantías, por completa que sea, pueda restablecerlos. Por eso, nunca se había permitido que el Presidente, con base en presunto o real apoyo popular, continuara en el ejercicio del mando. Ni siquiera que lo intentara.
Se sabía que, como candidato, tendría todos los instrumentos y factores reales de poder a su favor, mientras que quienes se atrevieran a retarlo harían campaña a la intemperie. También, cómo se resolvería la competencia entre favores recibidos ?pocos o muchos, pero de todas maneras favores? y los ofrecimientos de los demás aspirantes. Convenía evitar que el poder se utilizara con fines electorales y poner freno a la atracción que ejerce sobre quienes no resisten ocho años por fuera de él. Como todo lo anterior cambió, en esta campaña la Presidencia no estuvo en juego. Sus resultados se anunciaron desde cuando el Congreso decidió tramitar la reelección. Si los autores de la iniciativa hubiesen pensado lo contrario, no la habrían presentado o la hubiesen propuesto a partir del 2010.
En las presidenciales, los ciudadanos respondieron una pregunta única sobre la persona y la gestión del Presidente (¿quiere usted cuatro años más de seguridad democrática?). No hubo controversia ni confrontación de ideas y programas porque los plebiscitos se votan, no se debaten. El candidato oficial no concurrió a los debates que organizaron medios nacionales y extranjeros.
Ganó porque desde antes de Napoleón III los gobiernos ganan los plebiscitos que convocan. Gobernadores y alcaldes, mayoritariamente, estuvieron a su servicio porque creen que les puede garantizar su propia reelección. Los candidatos de oposición no tenían ninguna opción de triunfo. Más que una propuesta política lo que representaron fue la antirreelección y el antiuribismo. Las ?elecciones? simplemente midieron el respaldo que tiene el Gobierno, su sintonía con la opinión y el apoyo con que inicia nuevo periodo. Por todo ello, la reelección inmediata entre nosotros no construye institucionalidad ni democracia. Solo sirve para que el gobernante de turno viva la apoteosis de su gloria pasajera.


16.-OTRA RAZON PARA VOTAR POR EL DR. URIBE
Por: Daniel Villamizar G. Abogado. Universidad Santiago de Cali


Cuando empiezan las campañas para elección de presidente, salen de todas partes periodistas, politólogos, académicos, opositores, contradictores, lambones, guerrilleros y paramilitares a llenar la arenga política con sus ideas, razones, tramas, dramas y chismes para votar o no por determinado candidato.
No soy ninguno de los anteriores y no me gustaría serlo, por eso tal vez no voy a decir algo muy ilustrado, basado en resultados de estudios, tampoco será una cuestión empañada con tintes políticos y mucho menos con resentimiento en contra de la oposición, que no se realmente de que lado podrá ser.
Si bien es cierto, al Dr. Uribe no lo conozco y no me interesa conocerlo, lo que si conozco, son los actos de gobierno que él en su envestidura a realizado; lo he visto en la televisión y he leído artículos buenos y malos que han escrito de él.
Haciendo las anteriores aclaraciones, me permito expresar las razones por las que considero se debe votar por el Dr. Uribe:
Primero, Carlos Gaviria no va a ganar.
Segundo, a Mockus le falta mucha gente para ganar.
Tercero, Por lo anterior para que darle el voto a candidatos que no van a ganar.

Cuarta, que es la más importante, ¿por que quien más va a poder acabar con el país?

Si señores, necesitamos a una persona para que inicie y lleve hasta su final el aniquilamiento de este país. Uribe es el fósforo que elegimos hace cuatro años y que esta quemando la mecha, PERO EL PUEBLO SERA LA DINAMITA. Tal vez no será en estos siguientes cuatro años, tal vez será en los otros. Tal vez será con el sucesor que el designe…

Discrepo de los vaticinios que emanan de las diferentes instancias de la sociedad con respecto a los otros candidatos, no los considero malos, el problema es que no son oportunos. Colombia es una olla a presión, de las más resistentes, lleva toda su historia bajo las misma fauces de la política caníbal, no ha existido cambios que lleven a la sociedad a transformarse, a ver distinto su entorno, a concebirse como un país libre, grande y poderoso; por eso es que siempre se eligen los mismos Doctores achacados a la antigua con su séquito de seguidores de momento, que no saben por que lo siguen.
Un ejemplo de eso es la triste situación de las Universidades, cuando una cantidad de estudiantes se enfilan en las campañas a colaborarle al Doctor Candidato en sus campañas, para que después en un arrebato de cólera y frustración él mismo, ya presidente, los condene a la hoguera del comunismo encubierto (termino Uribista), caso vivido de la Javeriana y los Andes.
Si eso se da en las Universidades que son los centros de estudios, reflexión, discusión y conocimiento; como será con la sociedad ofuscada y atolondrada que solamente piensan en como conseguir la comida del día.
Es esto lo que me hace sentir que el país requiere de cambios, pero cambios que impliquen un alto y volver a ponerse en marcha, que se destruya lo viejo para crear algo nuevo, que se arranque la maleza y después, sembrar nuevo pasto y hacer un jardín.
El Dr. Uribe es el tornado que va a darnos la posibilidad de volver a crear algo nuevo en este país, necesitamos que siga con sus políticas económicas, con sus estadísticas, con su mano firme, trabajo, trabajo, trabajo, con su paranoia del comunismo ¡que los vea por todas partes! Con sus amigos los gringos y los Señores Paramilitares, también con sus amigos los Señores Narcotraficantes, que siga rodeado de sus espectaculares Ministros y asesores, que siga dando puestos a sus amigos en el DAS, que derroche puesto públicos, prebendas, embajadas, Corralitos, carrieles y sombreros, que realice otro referendo con mas preguntas, que modifique o desaparezca la Constitución, firme el TLC, (entre mas pobres y mas explotados mas ganas de empezar de nuevo tendremos), mas fuerza pública, mas ESMAD, mas municiones para los soldados que se están matando entre ellos…. Eso, y más y mas: ADELANTE PRESIDENTE. Que Usted es él elegido. Por fin un presidente me hace estremecer con sus discursos, con sus gestos, con su propuesta y puesta en marcha, él cumple, dice y hace.
Por todo esto y lo que se viene es que hay que votar por Uribe, no hay que temerle, no hay que acobardarse.
¡ADELANTE PRESIDENTE!
¡ADELANTE PRESIDENTE!
¡ADELANTE PRESIDENTE!